Peugeot vuelve a superarse a sí misma con el 208, un automóvil tecnológicamente avanzado cuya moderna concepción lo acerca al frente de su categoría. Coherente con el nuevo estilo estético de la familia, el recién llegado transmite una rotunda impresión de calidad por medio de un repertorio integrado por formatos de tres y cinco puertas, tres acabados y hasta nueve motorizaciones diésel y gasolina (de 68 a 156 CV). La tarifa (desde 11.650 euros) lo sitúa en la zona tibia de su mercado, pero hace justicia a una entidad y unas dotaciones algo superiores a la media.

A mediados de los ochenta del siglo pasado la casa francesa empezó a forjarse una sólida reputación como fabricante de coches atractivos, asequibles y gratos de conducir. El primero en compendiar esas cualidades fue el 205, paradigma de utilitario ágil y económico para todos los públicos. Cuatro generaciones después, la marca del león continúa aportando una de las referencias de la categoría, la más concurrida y disputada de todas.

El encargado de prolongar la estirpe fundada por el 205 y arraigada con el 206 y el 207 no es, en modo alguno, un transgresor. Su estampa, tan agradable como previsible, certifica una absoluta lealtad a las líneas maestras del estilo contemporáneo de Peugeot.

El 208 también cumple los pronósticos al aplicar una nueva vuelta de tuerca a su ambición. En ese aspecto aventaja significativamente al antecesor, tal como exigen las leyes que rigen la evolución de las especies. El nuevo modelo se viene a más e imita a sus mayores, de los que copia facciones y no pocas soluciones técnicas. Su misión es reconquistar al público joven, a la clientela femenina y a las familias que buscan un segundo vehículo.

Más pequeño, más capaz El debutante se atreve a vulnerar una de las reglas de oro no escritas de la sucesión al reducir de manera apreciable sus proporciones. Lo habitual es que todo recién llegado aventaje en algunos centímetros al que se jubila, recurso fácil que confiere un plus de empaque y de paso aporta algo de habitabilidad extra. Pues bien, Peugeot da la nota discordante y logra cuadrar el círculo con un 208 que incrementa ligeramente el volumen interior pese a comprimir sus hechuras.

Está disponible, de momento, con formatos de tres y de cinco accesos, con similar hechura e idéntica talla. Uno y otro solo necesitan para aparcar 3,96 metros de largo (miden 1,74 de ancho y elevan el techo a 1,46 metros), lo que supone una reducción de siete centímetros respecto a la eslora del 207. Ese drástico recorte se concentra en los voladizos, principalmente en el delantero, que cede seis centímetros. No afecta a la separación de los ejes (2,53 metros), cota decisiva a la hora de conseguir una cabina espaciosa. Lejos de comprometer la capacidad a bordo, la compresión del continente ensancha el contenido. En consecuencia, el 208 depara a sus ocupantes un desahogo superior al que brindaba el 207. Algo similar sucede con el portaequipajes. El diseño conciso del nuevo envase tampoco perjudica al hueco de carga, que brinda 285 litros (15 más que su antepasado inmediato). Además, la escueta figura hace que prospere la aerodinámica, circunstancia que, sumada a la pérdida de peso (en torno a los cien kilos, dependiendo de la motorización), contribuye a atenuar el gasto y la contaminación.