Imanol Uribe es un cineasta de larguísima carrera y con muchos éxitos a sus espaldas. Muy conocido en tierra vasca por sus muchas obras que reflejan la historia más reciente, como El proceso de Burgos, La fuga de Segovia, La muerte de Mikel, la multipremiada Días contados o Lejos del mar, también ha firmado otro tipo de cintas de gran calado, como El rey pasmado, El viaje de Carol o Miel de naranjas. Ahora regresa a una de sus temáticas favoritas, la histórica, reflejada en este caso en el momento en el que, tras la matanza de San Salvador, y para librarse de la presión internacional, el gobierno salvadoreño culpa directamente a la guerrilla del FMLN, pero una testigo presencial echa por tierra la versión oficial: se llama Lucía y trabaja como empleada de la limpieza en la Universidad Centroamericana (UCA). Ha visto quiénes son los verdaderos asesinos: el ejército. Aquella mirada será clave para esclarecer la verdad y hacer justicia, pero además cambiará para siempre su vida y la de su familia. Imanol Uribe dice que esta ha sido su película más costosa en duración. Ha invertido seis años en poner en pie un proyecto que llevaba tiempo pergeñando. Es un hombre divertido al que le gusta contar historias y que el año pasado celebró el 40 aniversario de una de las películas más conocidas del cine de la Transición, La fuga de Segovia. Le divierte que le consideren guipuzcoano, aunque su familia sea vizcaína por las cuatro esquinas: "Mi madre se pone verde de rabia cuando lo lee", dice entre risas, mientras asegura que a él no le importa y que en Donostia vivió los seis años más felices de su vida. Y además, se hizo de la Real: "Soy el gran traidor", concluye con humor.

Esta será una película costosa en documentación, en producción€

En producción no tanto, ya me gustaría que en este sentido hubiera sido más costosa, pero sí que ha sido costosa en tiempo. Es la película que más me ha llevado a lo largo de mi carrera. Desde que empezamos a escribir el guion hasta ahora hemos tardado seis años.

La historia está relacionada con el país en el que nació usted, El Salvador. ¿Ha influido esa circunstancia a la hora de abordarla?

Por supuesto. Nací en El Salvador y estudié en los Jesuitas en varios sitios, entre ellos en Tudela, el mismo lugar en el que también estudió Ignacio Ellacuria. Hay ciertas circunstancias que me llevan a esta historia. A veces tienes la sensación de que estás teledirigido a hacer determinadas películas.

Se ha alejado con ella de los temas vascos que Imanol Uribe tiene como recurrentes.

Mis primeras películas sí que estaban muy vinculadas a Euskadi; luego, en algunas me he ido alejando y en otras he vuelto. He hecho quince películas y en ese saco hay de todo. No me he quedado anclado en los temas vascos, creo que he abordado todos los géneros.

¿Tiene posibilidades su trilogía sobre ETA de convertirse en tetralogía?

Depende lo que usted englobe en esa trilogía€

La muerte de Mikel, Días contados yLa muerte de Mikel, Días contados Lejos del mar.

Nunca se sabe. Después de Días contados creo recordar que dije que el tema del conflicto vasco ya no lo iba a tratar y que me apartaba de él, y de repente apareció la idea de Lejos del mar. Las historias de las películas llegan por los caminos más insospechados: te pueden hacer una oferta, descubres una idea... No voy a decir de esta agua no beberé, no sé lo que haré más adelante, pero lo cierto es que cada vez me quedan menos disparos y los elijo bien, por lo menos los que me interesan mucho.

Le acaban de conceder el Mikeldi de Honor en Zinebi, en Bilbao. A veces estos premios que reconocen una trayectoria parece que son una despedida.

Pues de eso nada. Ja, ja, ja€ Cuando lo recibí lo dejé muy claro: Os lo agradezco mucho, pero esto no quiere decir un adiós. Pienso seguir en la brecha y no me importaría nada morir con las botas puestas.

No se ponga dramático.

Uno tiene una edad, pero pienso seguir en esto. Es mi vida y lo ha sido desde que empecé en 1979. No me veo sin hacer películas. Otra cosa es que cada día sea más complicado hacer el tipo de películas que yo hago. Bueno, es complicado para las películas que hacemos la gente de mi generación.

¿Y cómo son esas películas?

De un presupuesto intermedio y más o menos independientes.

¿Es difícil ir a su bola en el mundo audiovisual?

Es difícil todo. Es una opción, pero es que yo no me veo haciendo películas que no me emocionen. No puedo hacerlo por carácter y por trayectoria. El proyecto de una película se lleva tanta parte de tu vida que lo menos que puede hacer es emocionarte, así que para abordarlo tengo que estar fascinado y enamorado, si no, no lo podría hacer. Digamos que ese compromiso, entre comillas, me limita mucho las cosas que puedo hacer.

Sin embargo, su postura está en minoría.

Puede ser, pero necesito que una historia me motive para poder hacer una película. Hay otro tipo de cine de consumo en el que a veces tú no tienes la sartén por el mango y debes tragar con muchas imposiciones. Afortunadamente, no he ido por esos derroteros. También es una opción muy válida, y cada uno se busca la vida como puede.

Su primera opción fue estudiar Medicina.

Sí, y fue un empeño de mis padres. Como en aquella época hacer cine era una marcianada, ellos pensaron que primero tenía que hacer una carrera seria, y una carrera seria entonces era la de Medicina. Me gustaba mucho, había sacado buenas notas en el Preuniversitario, matrícula de honor en Biología y se suponía que era lo que tenía que hacer, pero no, no pude ser médico. Mi vida siempre ha sido el cine.

1979. El proceso de Burgos. ¿Qué recuerdos tiene de aquella película documental?1979. El proceso de Burgos.

Uf, fíjate, mi primera película. Yo era un jovenzuelo intentando meter la nariz y buscando conocer cosas sobre las que no tenía ni idea, y me metí en una realidad que no conocía. Fue un intento de entrar en el cine como vía de conocimiento personal. Se hizo en cooperativa. Rodábamos entrevistas, acumulábamos material y lo enseñábamos a amigos, compañeros y familiares, y así conseguíamos dinero para seguir haciéndola.

En estos momentos vivimos una eclosión de historias sobre el conflicto vasco. Usted fue de los primeros en abrir esa caja de Pandora.

Las circunstancias me llevaron a ello. Primero opté por lo del proceso de Burgos, que podía hacer con muy bajo presupuesto y, además, toda la gente del proceso estaba en la calle y me parecía que era un tema muy atractivo para aquel momento. Ese fue el veneno para seguir tirando del hilo y meterme en La fuga de Segovia. Estando en Festival de San Sebastián leí la novela de Ángel Amigo sobre la fuga. Le llamé y le dije: Aquí hay una película, y si quieres podemos trabajar juntos en el guion. Ese fue el comienzo de una historia que el año pasado cumplió los cuarenta. Al final, Ángel Amigo acabó produciendo la película. Después vino La muerte de Mikel.

Localismos aparte, muchas veces se le tilda de director guipuzcoano, pero no tiene sentido siendo su familia vizcaína por los cuatro costados.

Pero a mí me gusta ese calificativo. Viví en Donostia los mejores años de mi vida, de 1980 a 1986, de los 30 a los 36 años. Fue una época maravillosa, fantástica. Tienes razón en lo de que toda mi familia es vizcaína, la de mi madre de Bilbao y la de mi padre de Gernika. Pues para que veas, ¡yo me hice de la Real!

¡Vaya! ¿Un traidor?

Ja, ja, ja€ Mi familia es del Athletic, lógicamente, y yo soy el gran traidor. A mí no me importa que me llamen guipuzcoano, me gusta, pero mi madre, que todavía vive, se sube por las paredes. Cuando lee por ahí lo de cineasta guipuzcoano se pone mala.

Me he apuntado un párrafo de la Wikipedia que se refiere a usted: "Nació en San Salvador (El Salvador) donde sus padres, guipuzcoanos, estaban trabajando". ¡Vaya disgusto para su madre!

Ja, ja, ja€ Creo que no lo ha leído. Ya no es que digan que yo soy guipuzcoano, es que dicen que mis padres lo son. Si lee esto seguro que le da un pasmo. A mí ya digo que no me importa, incluso que me gusta, pero lo cierto es mis orígenes son vizcaínos, se mire por donde se mire.

De chico veraneaba en Sukarrieta.

Sí, en la casa de mis abuelos. Mis padres se conocieron porque la familia de mi padre veraneaba en Sukarrieta, entonces Pedernales, y la de mi madre en Mundaka. Se enamoraron y se casaron. En los años en los que estaba en el internado, parte del verano lo pasaba en Sukarrieta y la otra en San Salvador. Después, ya viviendo aquí, yo seguía veraneando allí y mis hermanos se hicieron de Mundaka.

¿Cómo recaló su familia en El Salvador?

Mi padre, que era bastante aventurero, se fue allí a acompañar a unos amigos de Gernika que querían montar negocios de carnicerías y él vio la oportunidad de abrir uno de calzado. Ese era el negocio familiar. Mi abuelo tenía una fábrica de alpargatas. Mis padres vivieron allí doce años.

¿Tiene buenos recuerdos de su país de nacimiento?

Bueno, viví allí hasta los siete años. Los otros cinco años estuve estudiando en España los inviernos y regresando a San Salvador en verano. Tengo buenos recuerdos, sí. El más emblemático que tengo es que cuando llegué a España por primera vez, fue mi abuela a buscarme a Barajas y me pareció un país en blanco y negro. Comparado con el color de El Salvador, me pareció lo que te digo, en blanco y negro. Llegué con mi hermana pequeña, habíamos viajado los dos solos. Pasamos por Nueva York, y allí los taxis era amarillos. La imagen más potente que tengo de ese primer contacto es que el país al que llegaba no tenía colores.

¿Cómo era El Salvador que usted conoció de niño?

No había una situación tan terrible de violencia como la que hay ahora, pero sí que había muchísima desigualdad entre las clases dirigentes y las populares. Tuve la suerte de moverme en una zona en la que vivían los extranjeros y mis recuerdos son agradables.

Volviendo a la película. Trata de la matanza de los jesuitas en 1989, pero de lo que realmente habla es de Lucía, la mujer que fue testigo de lo ocurrido.

Fue la testigo accidental, una casualidad que estuvieran allá Lucía, su marido y su hija. Los asesinos no sabían que estaban allí, porque si no, los hubieran matado también. A través de la historia de esta mujer se establece un vehículo para contar la matanza. Lo que tiene esta película es que el final ya se sabe, o al menos algunos lo saben. Pensaba que todo el mundo sabía de qué iba la historia, pero no. Creía que todo el mundo sabía o recordaba la matanza de los jesuitas en 1989, pero me estoy dando cuenta en las promociones y en las entrevistas de que hay gente relativamente joven que no tiene ni idea de lo que pasó, así que uno de los valores que puede tener la película es recuperar la memoria de una parte de nuestra historia.

Y como ha decidido morir con las botas puestas, tendremos que suponer que tiene nuevos proyectos entre manos.

Ja, ja, ja.. Confío en que me quede alguna película más. Tengo un par de proyectos que están cocinándose, sí, pero no tengo la seguridad de que se vayan a hacer. Ya hemos hablado de que ahora montar una película es complicado, y no me apetece hablar de cómo son. Por cada proyecto que sale, hay dos o tres que se quedan en el cajón.

¿Vuelve por Sukarrieta o por Mundaka?

Ya no veraneo allí, pero voy de vez en cuando. El año pasado sí que estuve en Mundaka, y hace tres años hicimos una reunión familiar, porque somos muchos primos Uribe y creo que este verano lo vamos a volver a intentar.

Uribe reflexiona en su nueva película sobre la matanza de El Salvador de 1989.

PERSONAL

Edad: 72 años (28 de febrero de 1950).

Lugar de nacimiento: San Salvador, pero sus padres son vizcaínos y desde los siete años estudió en internados en la tierra de su familia.

Familia: Hasta 2004 estuvo casado con la actriz malagueña María Barranco y tienen una hija en común. Imanol tiene otra hija de una relación anterior.

Trayectoria: Tener sobresaliente en Preuniversitario y matrícula de honor en Biología le llevo a matricularse, aconsejado por sus padres, en Medicina. Esa era la carrera seria que debía hacer, según cuenta él mismo. Aunque acabó Primero con buenas calificaciones, se plantó para continuar su formación como director de cine en Madrid.

Temáticas: La realidad social de Euskadi le llevó a firmar películas como El proceso de Burgos, La fuga de Segovia, La muerte de Mikel, Días contados y la última sobre este tema, Lejos del mar. En estos momentos promociona Llegaron de noche, sobre la matanza de El Salvador. También ha reflejado otros temas como el racismo en Bwana, el mundo esotérico en Luna negra y la historia en El rey pasmado, basada en una novela de Torrente Ballester. Tiene más títulos en su mochila: Extraños, Plenilunio, El viaje de Carol, La carta esférica o Miel de naranjas.

Premios: Días contados ha sido su película más exitosa. Ganó la Concha de Oro a la mejor dirección y obtuvo ocho Goyas. Con El rey pasmado se llevó siete premios Goya.