- La canciller alemana, Angela Merkel, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, plasmaron ayer las tensiones entre la prioridad de la ayuda humanitaria a los migrantes en Bielorrusia y la lealtad a Polonia, Letonia y Lituania, que se plantean invocar el artículo 4 de la Alianza. “Siempre hemos defendido que es mejor hablar que no hacerlo”, afirmó la líder alemana, en relación a la necesidad de mantener el diálogo con Moscú “pese al enfriamiento que se ha producido”, dijo.
Lo hizo en una comparencia conjunta con Stoltenberg, de visita de trabajo en Berlín, quien exigió “transparencia” a Rusia y garantizó la “plena solidaridad” de la Alianza Atlántica hacia todos sus miembros.
“Estamos vigilantes y dispuestos a actuar en apoyo de nuestros aliados en la frontera con Bielorrusia”, dijo Stoltenberg. El origen de la situación actual es el “uso cínico de gente inocente” por parte de Minsk, insistió, en alusión a los miles de migrantes concentrados en las fronteras con esos tres miembros de la OTAN y de la Unión Europea (UE).
Merkel hizo estas declaraciones desde su posición de mandataria en funciones, a punto de dejar el cargo tras 16 años en el poder, y ante el que previsiblemente será su último encuentro como canciller con Stoltenberg, quien le agradeció la “cooperación constructiva” y la lealtad hacia la Alianza Atlántica.
La líder alemana no solo dialoga con el presidente ruso, Vladímir Putin, sino que esta semana se convirtió en la primera mandataria de un país occidental en hablar con el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, lo que ha valido críticas en Alemania de quienes consideran que está “legitimando” al régimen de Minsk.
Su apuesta por el diálogo con Moscú es una de las señales de identidad de larga etapa al frente del gobierno de la primera potencia europea, por encima de las sucesivas crisis con Rusia. Defendió, en paralelo, las sanciones impuestas tras la anexión de Crimea y el prácticamente terminado gaseoducto germano-ruso construido por Gazprom.
Stoltenberg había abierto su jornada en Berlín con una intervención en un foro de seguridad, donde calificó de “cínica” la actitud de Rusia en relación con la presión migratoria en las fronteras de Polonia y otros países miembros de la alianza atlántica. Para el secretario general de la OTAN, la “grave” situación en la frontera es la prueba de “tácticas híbridas” llevadas a cabo por Moscú.
Preguntado sobre si es necesario invocar el artículo IV de la OTAN, Stoltenberg insistió en que “hay conversaciones en marcha”. Agregó que “lo más importante es solucionar la situación en la frontera” y aludió que a ello contribuyen los contactos con países emisores de migrantes, como Irak, la interrupción del traslado de personas hacia Bielorrusia y el regreso de algunas de ellas. “Hay consultas constantes y lo haremos durante todo el tiempo que sea necesario”, insistió Stoltenberg.
Para Merkel, la crisis en la frontera es tal vez la penúltima prueba internacional que debe afrontar aún en el cargo. Su dimensión y origen no es comparable a la crisis migratoria de 2015, cuando Alemania recibió a casi un millón de refugiados. Pero ha hecho recordar las presiones internas sufridas por la canciller por su decisión de entonces de no cerrar fronteras, cuando sí lo hicieron otros países vecinos.
La canciller garantizó este viernes su apoyo a la Agencia para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el “esfuerzo común” para paliar la crisis fronteriza con Bielorrusia, según informó su portavoz, Steffen Seibert.
Merkel conversó tanto con el alto comisionado de ACNUR, Filippo Grandi, así como con el director general de la OIM; Antonio Vitorino. La fuente gubernamental declinó dar detalles sobre los contenidos abordados por razones de confidencialidad. Tampoco precisó Seibert lo que abordó Merkel en sus dos conversaciones sucesivas de estos días pasados con Lukashenko, al que Cancillería se refiere en sus comunicados simplemente por su nombre y apellido, pero sin aludir al cargo de “presidente”. Sí negó el portavoz, en cambio, que estos contactos impliquen una “legitimación” del régimen de Minsk.