oy expira el plazo establecido entre el Reino Unido y la Unión Europea para pactar las condiciones del brexit. La posibilidad cercana a que las negociaciones fracasen ha reavivado el temor a las consecuencias de una salida sin acuerdo, que amenaza con colapsar puertos, desplomar la libra y desatar problemas en múltiples ámbitos a partir del 31 de diciembre.
Sobre la mesa de diálogo no solo está un acuerdo de libre comercio que evite aranceles comerciales. El Reino Unido ha formado parte de las estructuras comunitarias durante más de cuarenta años y su salida del bloque obliga a rediseñar innumerables aspectos de la relación con los Veintisiete. Estas son algunas de las potenciales consecuencias de un brexit sin acuerdo:
Sin un acuerdo específico en materia de aviación, un brexit abrupto dejaría en tierra a partir del 1 de enero los vuelos entre el Reino Unido y la UE, si bien en el sector existe la expectativa de que ambas partes establecerían mecanismos de contingencia para mantener las conexiones aéreas.
Los ciudadanos comunitarios podrán seguir utilizando su tarjeta nacional de identidad para entrar al Reino Unido cuando termine el periodo de transición. Aquellos europeos que residían en el Reino Unido antes del 31 de diciembre podrán seguir mostrando esa tarjeta al menos hasta 2025, mientras que los recién llegados solo podrán hacerlo hasta el próximo octubre.
Debido a las actuales normas contra la pandemia de coronavirus, los viajes desde las islas británicas a Estados de la UE quedarán restringidos a aquellos esenciales una vez termine el periodo de transición, si ambas partes no pactan antes otros arreglos.
A partir del 1 de enero se establecerán controles aduaneros a las mercancías que crucen el canal de la Mancha en cualquier caso, dado que el Reino Unido quedará desligado del mercado único y la unión aduanera comunitaria. Sin embargo, un acuerdo comercial puede reducir la cantidad de burocracia necesaria y agilizar las inspecciones, mientras que una ruptura no negociada allana el camino para el temido colapso en los puertos. El Gobierno británico trabaja con escenarios de colas de hasta 7.000 camiones, que tendrían que esperar entre uno o dos días para cruzar el canal.
Bruselas ha avanzado que tiene intención de llevar a cabo controles completos a todas las mercancías que lleguen del Reino Unido desde el primer día, mientras que Londres ha programado una entrada gradual de los requisitos aduaneros durante seis meses para tratar de minimizar las fricciones.
La libre circulación de ciudadanos entre ambos lados del canal terminará este año, por lo que las que personas que lleguen al país por primera vez a partir del 1 de enero con intención de residir en él deberán solicitar un permiso bajo las nuevas normas de inmigración del Reino Unido. Una ruptura sin acuerdo dejaría en el aire el reconocimiento mutuo de cualificaciones profesionales, así como los mecanismos para trasladar el derecho a pensión y otros subsidios entre el Reino Unido y países miembros de la UE.
La tarjeta sanitaria europea dejará de ser válida para los británicos que visiten países de la UE y los turistas comunitarios en el Reino Unido, por lo que se recomendará la suscripción de seguros sanitarios privados. En cuanto a los estudiantes, un brexit duro acabaría con el programa europeo Erasmus, si bien el Gobierno británico ya ha propuesto crear un mecanismo de movilidad alternativo en el futuro.
Los previsibles problemas en las adunas hacen temer escasez de algunos productos en las estanterías de los comercios británicos, especialmente de alimentos perecederos. La imposición de aranceles incrementaría además el precio de numerosos productos. La cadena de supermercados Tesco estima que el coste del carro de la compra aumentaría en torno a un 5% sin un acuerdo, si bien el Gobierno deja el cálculo en entre un 2% y un 3%.
El Consorcio de Comercios Minoristas británico (BRC, en inglés) ha advertido de que el 85% de los alimentos importados desde la UE estarían sujetos a aranceles de más del 5%, incluidas tarifas del 48% sobre la carne picada, 16% sobre los pepinos y 10% para las lechugas.
La ruptura de las negociaciones podría provocar un desplome inmediato de la libra esterlina, incluso antes del 31 de diciembre. Algunos expertos calculan que la divisa británica puede perder hasta una quinta parte de su valor respecto al euro y el dólar estadounidense.
El Banco de Inglaterra ha advertido además que un Brexit sin acuerdo puede desatar una inestabilidad en los mercados que le obligue a intervenir con las herramientas a su alcance, como ya hizo en marzo, al inicio de la crisis del coronavirus.
Las compañías financieras del Reino Unido se han estado preparando para cualquier escenario posible durante los últimos años y confían en mantener buena parte de su actividad en marcha si el periodo de transición llega a su fin sin un pacto ratificado. Con todo, los clientes con residencia en países comunitarios pero con cuentas en bancos británicos tendrán problemas para operar si las entidades no han expandido sus operaciones al Estado en cuestión.
Defensa de sus aguas. La Marina Real británica prepara cuatro barcos patrulla que estarán listos a partir del 1 de enero para proteger sus aguas de pesca, y con la potestad de “detener, inspeccionar y confiscar” todos los barcos pesqueros de la Unión Europea que operan dentro de la zona económica exclusiva británica, hasta 200 millas náuticas de la costa. Según han explicado a The Guardian fuentes cercanas a la operación, este despliegue lleva preparándose desde hace “mucho tiempo”, y después de que el Gobierno del primer ministro británico, Boris Johnson, ordenara duplicar la flota total de patrulleras de cuatro a ocho en el caso de que no fructificaran las negociaciones con Bruselas. La Marina aclaró que las armas solo se usan en defensa propia y “cuando hay peligro de muerte”.