Bruselas - Löfven, Kristersson o Akesson. Salvo sorpresa uno de estos tres apellidos será el del próximo primer ministro sueco, tras cuatro años de gobierno socialdemócrata encabezado por Stefan Löfven. El ascenso de la extrema derecha de los Demócratas de Suecia, que tendrá casi imposible llegar a acuerdos con otros partidos, y la caída en la intención de voto del bloque conservador provocan que el país vaya a las urnas con la incertidumbre de cómo se podrá formar gobierno. Suecia renovará mañana domingo los 349 asientos del Riksdag, el Parlamento del país. En medio de la amenaza de la extrema derecha, que se podría colocar como segunda fuerza, la situación parece indicar que la batalla por liderar el país se reduce al candidato socialdemócrata o al de los Moderados. Ninguno de los dos grandes partidos quiere pactar con el partido antiinmigración y antiUE Demócratas de Suecia (SD), perteneciente a los Conservadores y Reformistas en el Parlamento Europeo. Si no consigue una muy amplia mayoría será muy complicado ver gobernar a su candidato, Jimmie Akesson.
Aun así, el SD tendrá a priori mucho que decir en la tramitación parlamentaria de leyes y pondrá muchas trabas a la formación de gobierno. Christoffer Wendick, corresponsal en Bruselas de la televisión pública sueca SVT, recuerda que se avecina una labor dificultosa para los diferentes partidos a la hora de formar gobierno, algo que podría llevar algún tiempo. Ese mismo escenario se vivió en el año 2014, cuando finalmente el candidato socialdemócrata (S) Stefan Löfven, consiguió la confianza del Parlamento al reunir el bloque de izquierdas (Socialdemócratas, la Izquierda y los Verdes) con 159 escaños, por los 141 del bloque conservador (Moderados, Liberales, Partido de Centro y Demócratas Cristianos). En las pasadas generales los Demócratas de Suecia consiguieron el 12,9% de los votos, lo que se tradujo en 49 asientos en la Cámara sueca. El partido, de bases fascistas, ya había accedido al Parlamento en 2010.
Los últimos sondeos han rebajado las expectativas de voto de la extrema derecha, que el resto de partidos ha intentado aislar para mantener a Suecia como una sociedad predominantemente abierta y en la que la extrema derecha no protagoniza la vida política y sostiene a gobiernos, como en las vecinas Noruega o Dinamarca. Aun así, esto no quiere decir que el centroizquierda vaya a obtener un buen resultado. Todo indica que volverán a ganar, pero con uno de los peores resultados de su historia. Löfven se ha enfrentado a una sociedad que ha comprado en gran parte el discurso antiinmigración del SD. Tras la crisis de refugiados del verano de 2015, el país escandinavo acogió a 120.000 personas, lo que para algunos ha sido la gota que ha colmado el vaso.