Bruselas - Jean Claude Juncker es un animal político. Un “brutal killer” -como lo describió el propio Trump en la cumbre del G7- en la mesa de negociación. Pero ahora se enfrenta a uno de los encargos más complicados de su mandato: evitar el estallido de una guerra comercial con Estados Unidos. Paradójicamente, Washington ha pasado de ser el gran aliado al gran dolor de cabeza de la Unión Europea.
Federalista convencido, pragmático, sarcástico, el capitán del Ejecutivo comunitario ha lidiado en no pocas ocasiones con el rumor de su continuidad. Muchos le achacan sus problemas de salud o cansancio. El último episodio tuvo lugar hace dos semanas en la cumbre de la OTAN, donde el luxemburgués tuvo problemas al caminar debido a su ciática. Pero con todo, es la última bala de la Unión Europea para evitar el estallido definitivo de una guerra comercial cuyas consecuencias no se sentirían a corto plazo pero serían devastadoras a largo.
Ya en su campaña electoral, el inquilino de la Casa Blanca vociferaba contra “los miles de millones de euros” que la UE le hace perder a EEUU a través de sus acuerdos comerciales. Y, como la mayoría de sus amenazas, los gritos se han convertido en hechos.
Estados Unidos impuso en junio aranceles del 25% al acero europeo y del 10% al aluminio. La Comisión Europea respondió con un ojo por ojo asentando tarifas a productos Made in United States como los Levi’s, las Harley Davidson o el Bourbon.
El jefe de la Comisión ha sido una de las voces más explícitas con las medidas estadounidenses. En marzo las calificó de “estúpidas”. Ayer, a golpe de Twitter, como viene siendo habitual, Trump afirmó que los aranceles “son lo mejor”. La distancia que separa al bloque comunitario de un interlocutor impulsivo y con déficit de escuchar hace prever que la reunión no será fácil. Se produce, además, apenas una semana después de que el republicano calificase a la Unión de “enemigo”.
“Conozco a Trump relativamente bien. Sé cómo negociar con él y partimos de las mismas condiciones”, ha señalado Juncker a una cadena alemana tras aterrizar en Washington. De fondo planea la amenaza de imponer aranceles a los automóviles comunitarios, lo que llevaría la batalla a otro nivel: el ojo por ojo desestabilizaría el modelo comercial global y pondría a la UE ante una tesitura en la que nunca ha estado. Menos aún frente a un aliado histórico.
Eliminar aranceles Juncker aterrizó la tarde del martes en la capital estadounidense. Como ya apuntó su portavoz, Margaritis Schinas, el objetivo es “desdramatizar” la guerra comercial y la relación transatlántica, que vive sus momentos más bajos. En definitiva es evitar que los reproches y tuits amenazantes sacudan los pilares del libre comercio hasta alcanzar otro nivel. Pero, ninguna de las partes confía en que el encuentro que arranca hoy a las 13.30 horas estadounidense concluya con cambios drásticos.