Síguenos en redes sociales:

Qué fue de Nerea Camacho, una infancia idealizada después de ganar un Goya

La almeriense ganó el cabezón con su primera película, ‘Camino’, a los 12 años. La actriz que parecía esperar una trayectoria de éxito, escondía una infancia solitaria y defraudada por su sueño de salir en las pantallas

Qué fue de Nerea Camacho, una infancia idealizada después de ganar un GoyaEuropa Press

En febrero del 2009, una niña de ojos verdes conquistaba la edición XXIII de los Premios Goya. Con solo 12 años, Nerea Camacho se convertía en la cuarta de un grupo reducido de siete menores de edad en llevarse el galardón. Una lista de niños que se abría en 1997 con Andoni Erburu y se cerraba en 2011 cuando la Academia de Cine acordó que solo los mayores de 16 años podrían optar al premio ya que este “implica circunstancias legales no exigibles a un menor”. Pero dos años antes de la nueva norma, Nerea Camacho subía al escenario a recoger su premio como mejor actriz revelación por su papel en Camino. La película de Javier Fesser sobre la muerte de Camino, criada en una familia del Opus Dei, se llevó 6 de las 7 nominaciones de los cabezones: mejor película, mejor dirección, mejor guion original, mejor actriz protagonista, mejor actor de reparto y mejor actriz de reparto. 

Pero antes de que llegase la avalancha de premios y las polémicas con el Opus Dei por el parecido de la película con la historia real de la niña de 14 años y miembro de la obra, Alexia González-Barros, hay que poner en el mapa Balanegra. En 1996 en la localidad almeriense nació Nerea Camacho. Desde pequeña, cantaba, bailaba y tenía claro que quería ser actriz. Tanto era así que sus padres decidieron apuntarle a clases de teatro, pero no fue fácil. La academia era para mayores de edad y, a base de insistir, le hicieron una prueba que la llevó a estudiar allí interpretación durante ocho meses. Camacho y sus padres habían hecho una parte. Ahora le tocaba a Fesser unir sus caminos. El director hizo el casting a alrededor de 600 niñas hasta que le llegó el book de Nerea que, en ese momento, estaba en una agencia de Almería para hacer folletos de ropa y no tenía ninguna experiencia. Para Fesser, Nerea fue un regalo, “una suerte tras meses de búsqueda”. El resto es historia.

La vida después de ‘Camino’

Tras el éxito de Camino, la almeriense dejaba claro en varias entrevistas que tocaba tener los pies en la tierra: “Lo primero, terminar primero de la ESO. Estudiar mucho. Y también quiero ser actriz”. Para esa niña de 12 años, la ilusión de dedicarse al cine seguía ahí. Así que, en pleno 2010, estrenó Héroes de Pau Freixas y, las que marcarían a toda una generación, Tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de ti de Fernando González Molina. La merecida estatuilla con la que se hizo Camacho y sus participaciones en estas películas, significaban para muchos el comienzo de un buen recorrido profesional en las pantallas para los ojos verdes. Sin embargo, a estas le siguieron participaciones pequeñas y esporádicas en series como El barco y Los protegidos, un papel protagonista en la poco exitosa Bienvenidos al Lolita, en la telenovela mexicana En tierras salvajes y la colombiana La esclava blanca. 

En 2022 participó en la película Últimas voluntades junto a Óscar Casas, en 2023 en la obra de teatro Las 3 desgracias que ofrecía una experiencia gastroescénica y en 2025 en el cortometraje En línea. Pero en la época después del covid, la actriz ya había visto difícil conseguir que sus proyectos cinematográficos saliesen adelante y vio la necesidad de tener un plan B. Así que, en 2020 fundó su propia marca de joyas, Itta Jewels. La marca se centra en vender “joyas de acero inoxidable de alta calidad, diseñadas para mujeres que valoran la sofisticación y la resistencia en sus accesorios”. La actriz hace publicidad de sus joyas tanto en su cuenta personal de Instagram (@nerea_camachoo), en la que tiene 384.000 seguidores, como en la de la propia marca (@itta_jewels) en la que le siguen casi 5.000 personas. Otra de las tareas en las que la actriz está inmersa es en la preparación de talleres para que quienes acudan hagan sus propios collares, pendientes, espejos decorados o pintar una tote bag. 

Infancia de sobreprotección

Envuelta ahora entre pulseras y collares, la actriz colaboró en febrero de este año con Somos estupendas, una de las mayores plataformas de salud mental y bienestar a nivel estatal. Allí relató el problema de ansiedad que sufre en la actualidad derivado de una infancia en la que fue sobreprotegida por su familia. “Mi padre siempre ha creído en mí, pero también ha sido la persona que me ha protegido. Me ha querido tener en una burbuja en la que nadie me tocase, no me pasase nada y eso a la larga me ha traído muchos problemas porque cuando ves que ya no estás en esa burbuja, que la gente no es tan buena como crees, sí hay personas con maldad… Me costó mucho hacerme adulta”, contó en el pódcast. 

Con terapia, Nerea pudo permitirse echar en cara a su familia, con todo el amor y todo lo que le han dado, que su sobreprotección le había hecho ser una persona “insegura y con miedo”. La actriz tenía claro que el motivo de su depresión fue un episodio que vivió al mudarse a Madrid. “Hice unas amigas maravillosas, ese grupo que yo siempre había querido, pero se quebró. Se portaron mal conmigo, me hicieron muy pequeña, me hicieron pensar que yo era la mala”. Ahí fue cuando le dio el primer ataque de ansiedad. “Me perdí porque yo me creí la persona que ellas decían que era. Sentí un abandono muy grande. Fue como una pérdida de identidad: ¿qué hay mal en mí que me cuesta tanto encontrar gente con la que encajar?”, relató.

Así se dio cuenta de que lo que le hizo explotar tenía que ver con su infancia: “Tenía mi vida y mi infancia idealizada y hay etapas en las que lo he pasado mal, en el colegio e instituto, y en las que me he sentido sola, rara”. Ese sentimiento aumentó con los comienzos de su carrera actoral con solo 10 años: “Yo en los rodajes me relacionaba con gente más mayor, que hablaban de temas que me interesaban. No me sentía esa niña rara. Estaba con actores, que también somos muy de idealizar, de soñar, y sentía que era mi lugar”. Según avanzaban los años, iban teniendo lugar más situaciones y más miedos en la profesión. “Justo antes de empezar un proyecto que me hacía ilusión, me llamó el director para decirme que les parecía muy guapa y femenina para hacer el personaje de una chica lesbiana. Estas cosas me han afectado más que el hecho de que no me saliese trabajo. Me planteaba que igual nunca había hecho nada antes por ser buena actriz, sino por ser guapa. ¿Y si ahora que estoy cambiando mi físico, que estoy engordando algo más, ya no les parezco guapa?”, reflexionó. 

Así, su visión de la profesión fue cambiando: “Para mí cada proyecto y cada oportunidad era un sueño. Quizá ahora de mayor, si tuviera que analizarlo, también hay cosas que he sacrificado. Me he perdido muchos eventos importantes para amigos, familia… No es tan bonito como parece, es una profesión muy inestable y la espera hasta que llega un nuevo proyecto es complicada”. La actriz contó en el pódcast que su proceso de recuperación hubiese sido imposible sin acudir a terapia: “Yo pensaba que sola iba a salir de la situación y no fue así. No puedo decir que estoy perfectamente, ni que soy Nerea en su pura esencia, pero sí que lo estoy consiguiendo”.