Aitor Albizua era hasta hace poco un chico de la radio que en sus jóvenes espaldas acumulaba siete años de experiencia. Ahora es la televisión la que llena su vida profesional gracias a Nos echamos a la calle, un espacio vespertino que camina entre los reportajes de cercanía y la actualidad.
Estaba usted en la radio cuando le llegó una llamada en la que le ofrecían un programa para ETB. ¿Sorpresa total?
Absolutamente, aunque no me ofrecían un programa. Te explico. Yo estaba presentando el programa de madrugada de la Ser, De buenas a primeras, y me llamaron para que me presentara a un casting para ETB. Y yo pensé: ¡Cómo me voy a presentar a un casting! ¡Pero si soy una persona de radio! Y en un mes me vi haciendo todo el traslado de Madrid a Donostia y de la radio a la tele.
Pero usted nunca había hecho televisión, ¿no?
Era la primera vez que me ponía delante de una cámara de forma profesional. La televisión sí que la contemplaba, pero de otra forma, quizá como una evolución natural, y pensaba que empezaría a colaborar. Y sí que conocía a gente que estaba relacionada con el mundo de la tele.
Y de repente, un programa como copresentador.
Exacto, algo inimaginable. Nunca lo había pensado de esta manera. La televisión para mí ha sido una inmersión total, una terapia de choque de primer nivel.
Y el cambio de horarios es más que agradable.
No te lo puedes imaginar. Llevaba ya tres años viviendo de noche.
Y no de fiesta en fiesta.
Ja, ja, ja... No, exactamente de fiesta no vivía. Eso sí, animábamos los madrugones a los oyentes de la Ser. Yo entraba a la radio a las once de la noche y salía a las seis de la mañana. Me encantaba el programa, pero el horario era un auténtico infierno, con todo lo que eso conlleva para el cuerpo, para la cabeza... Me solidaricé con toda la gente que se pega madrugones impresionantes para hacer su trabajo. En este sentido, el cambio de calidad de vida ha sido importante, primero por cambiar el horario, y después por salir de Madrid y volver a Euskadi.
¿Le gusta más Euskadi?
Madrid no me disgusta, he vivido muchos años allí, pero aquí se nota el ritmo más lento y el día a día parece más sano. Qué voy a decir, salvo que estoy encantado.
¿Era la radio su primera intención cuando decidió hacer Periodismo?
En la radio entré de casualidad. Sí que era oyente de pequeño, pero no consumidor de radio cuando estaba en la carrera, aunque en mi grupo de amigos de Madrid estaba Aimar Bretos. Yo estaba estudiando Periodismo por las mañanas y Arte Dramático por las tardes. Él me dijo: Tienes aptitudes para la radio, haz las pruebas. Y empecé a trabajar antes de acabar la carrera. Así que la oportunidad fue de casualidad y por el entorno, no porque fuese mi prioridad.
Y parece que le gustó.
Tengo que reconocer que al segundo mes de estar en la radio me di cuenta de que me gustaba y que era lo que quería hacer. Fue como descubrir un mundo que me llevó a otro lleno de recuerdos. Primero, a mi familia escuchando la radio y a mí yendo corriendo a la ikastola. Después ya descubrí todas las posibilidades que tenía el medio profesionalmente.
¿También fue casualidad que le llamaran a hacer un casting para ETB? Porque usted estaba en las madrugadas y había que levantarse muy pronto para seguirle y conocerle....
Pues sí. Estaban buscando renovar las tardes y querían caras nuevas en el entorno de Euskadi. Me consta que la directora y el productor ejecutivo del programa sí que madrugaban y me tenía un poco fichados, pero todo es casualidad y estar en el momento justo en el lugar adecuado.
¿Una apuesta osada la que han hecho con usted?
Es una apuesta grande. No es lo mismo hacerlo por una cara conocida de la televisión, que hacerla, y no voy a decir que es una apuesta al vacío, por alguien que nunca ha hecho televisión. La experiencia la tenía, porque llevaba siete años en la radio, pero también tenía claro cuando me presenté al casting, que aparte de no haber hecho televisión soy una persona joven. Estoy muy agradecido por la oportunidad.
¿Qué tal se siente delante de las cámaras? Da la sensación de que la radio es un lugar más íntimo y natural, menos expuesto, donde se puede gesticular y vestir de forma más libre.
Es tal y como lo dices. Al principio fue una auténtica locura. Todos los códigos que seguía durante el directo en la radio se anulan y entran otros. Todo pasa a estar conectado a un pinganillo y a interpretar las señas que te hacen durante los vídeos. Además, yo soy muy gestual, ¡pues olvídate de eso también! Y soy sincero de cara.
¡Vaya! ¿Es un problema?
A veces sí. Soy muy expresivo y muchas veces me he tenido que reprimir. Los primeros días era la locura de preguntarme: ¿A dónde miro? De hecho, por las noches soñaba con cámaras con números.
¿No se lo indicaban por el pinganillo?
Claro. Me decía que a la 1, a la 2.... Pero yo me preguntaba: ¿Dónde está esa cámara? Me volvía loco.
¿Prueba superada?
Nunca superas todas la pruebas en televisión. Hay muchas cosas que aprender, pero ahora puedo decir que no me siento tan perdido.
¿Más improvisaciones que en la radio?
Mucha gente piensa que en la radio actual se hace todo improvisado, como antaño, y no, depende de cuáles sean los tramos hay mucho guion. Como dices, no te están viendo y puedes naturalizar tu guion cuando estás leyendo, pero en la televisión no, nosotros vamos a pelo.
Su compañera de programa, Ane Ibarzabal, sí que tiene mucha experiencia televisiva.
Una experiencia alucinante. Cuando me dijeron que iba a ser Ane mi compañera, me encantó. Hice con ella el casting y desde el primer momento hubo química y buen rollo, delante y fuera de cámara. Eso me tranquilizó. Con ella estoy aprendiendo mucho y creo que nos complementamos bien. Por lo menos, en el programa está ella, que es una referencia en televisión. La conocía de la tele pero no había tenido ninguna relación con ella en Madrid.
En televisión, la tiranía de las audiencias es bastante más cruel que en la radio. Un examen día a día.
Es otra de las cosas a las que me estoy acostumbrando. Soy consciente de que en base a ellas se toman decisiones, pero como llevamos poco tiempo te dan un margen de confianza. Es cierto que las audiencias en la radio son cada tres meses. Ahora, el primer mensaje que recibo cada día es el de los datos audiencia. Me despierto sobre las ocho de la mañana y a las ocho y cinco ya tengo el primer mensaje con los datos del día anterior.
¿Los relativiza?
Sí, claro. Hay que tener cierta frialdad y pensar en que el programa tiene que rodar antes de poder sacar conclusiones.
Ha comentado que por las tardes estudiaba Arte Dramático. ¿Quería ser actor?
No me hubiera importado. Te he puesto fácil el titular, pero no lo pongas, por favor. Me hacía ilusión. Además, en mi vida personal y profesional me faltaba espacio para liberar energía, para jugar. Estuve unos meses en la escuela de Cristina Rota y luego fui a otra más relacionada con el mundo audiovisual. Ya digo que me gusta jugar, y te sirve también para trabajar en el mundo del periodismo.
¿Haría un casting para un trabajo de interpretación?
¿Y por qué no? Yo me animo a lo que sea.
PERSONAL
Edad: 29 años.
Lugar de nacimiento: Arrigorriaga (Bizkaia).
Formación: Estudió Ciencias de la Información en Madrid. También se ha formado durante varios años en Arte Dramático.
Trayectoria: Antes de terminar la carrera ya había entrado a trabajar en la cadena Ser, donde pasó por varios programas, pero el que más ha determinado su profesión fue el último, De buenas a primeras, un espacio para los muy madrugadores en el que ha estado tres años, con una buena acogida por parte de la audiencia. En septiembre comenzó una nueva andadura, Nos echamos a la calle, ese tiempo televisivo para contar historias y acercarse a la actualidad que se emite de lunes a viernes en ETB-2.