Madrid - Se siente en la comedia como pez en el agua, el drama no le va y cree que es mejor que miremos al mundo con otros ojos. Se divierte en Homo zapping y lo que más le puede incordiar son las largas sesiones de caracterización de personajes y el desmaquillarse.

Tiene usted unos personajes curiosos y muy diferentes entre sí.

-De verdad que sí. Hago de Matías Prats, es un clásico; pero también seré Alfred de Operación triunfo, a Eduardo de Maestros de la costura, a Herminia de Cuéntame y a Iker Jiménez.

¡Vaya tropa!

-Yo estoy encantado, no podía tener mejores personajes...

¿Canta?

-Lo dices por lo de Alfred... Todos cantamos, no conozco a nadie que no cante. Pero, ya entiendo, tú preguntas si canto bien o mal. Pues no lo sé, aunque creo que no hubiera ganado Eurovisión, ¿o sí? Quién sabe.

Así que se defiende dando el do de pecho.

-Lo del do de pecho no lo tengo claro, cantar no es necesario para hacer ciertos gag, pero puedo decir que soy afinadito.

Supongo que hacer un personaje de mujer tiene que ser más costoso y difícil.

-Sí. Claro que son los más difíciles, pero también los más divertidos porque son los que más alejados están de ti. Te ponen un vestidito, una peluca con canas y cuatro arrugas y ya está, te sientes diferente.

¿Son divertidos los tacones?

-Para nada. Pero, por suerte, Herminia va con zapatillas. Pero hemos llevado muchos tacones y cuesta. Uf, no sé cómo podéis aguantarlos tanto tiempo, pero sientan bien.

¿Andamos escasos de humor?

-Digamos que necesitamos más humor en este mundo, cada día más, mucho más. Hay que tomarse la vida de otra manera. Necesitamos reír en televisión y necesitamos autoparodiarnos a nosotros mismos. Si no nos reímos, acabaremos locos.

Pues el mundo sugiere humor negro, ¿no le parece?

-Negro, blanco, rosa o amarillo, como quieras; pero necesitamos humor y amor.

Si lo primero está difícil, lo segundo está peor.

-Pero no debemos renunciar ni a una cosa ni a otra. Es necesario volver a coger la onda de la risa, aunque sea la risa tonta, mejor reír que llorar.

Y ustedes han llegado para conseguir por lo menos una sonrisa, ¿no?

-Empecemos por la sonrisa y luego que lleguen las carcajadas. Para acabar la semana no está nada mal.

Si vemos los informativos, si leemos los periódicos, no sé qué decirle con lo de empezar bien la semana.

-Que en vez de tomarnos todo a la tremenda, nos lo tomemos con más cintura, que no seamos dramáticos.

Volvamos la vista a la semana pasada: Un ministro que dimite sin llevar una semana, Urdangarin en la cárcel por corrupción... Eso, sin hablar de otros temas.

-Cierto. La verdad es que un guionista presenta una historia similar y seguro que le dicen: Anda, déjalo, estás como una cabra. Pues no, es la realidad...

Y ahora me dice eso de que la realidad supera a la ficción.

-No sé en otros lugares, pero en España ocurre, sube siempre el listón con determinadas noticias. De verdad que lo que está ocurriendo desde hace un mes o mes y medio, resulta increíble. Hay noticias de un informativo serio que parecen una broma, algunas de muy mal gusto. Hay cosas que no se entienden.

¿Por ejemplo?

-Leí en un periódico que Màxim Huerta decía que no contó lo Hacienda porque era un asunto privado. Sí, pero no lo es cuando eres un cargo público, es muy básico.

Si repasamos su currículo, vemos que siempre se ha dedicado al humor.

-Desde que me dedico a ser actor sí y mucha gente no lo entiende y me pregunta: ¿No te hubiera gustado hacer algo serio?

¿Los serio es mejor?

-No lo sé, creo que hacer humor es algo muy serio. No me importa hacer de payaso en una comunión o estar en una película de acción, pero en la comedia donde me siento más cómodo y donde creo que tengo más facilidad. Estoy muy a gusto haciendo lo que hago, no quiero dramas.

¿Qué personaje le resulta más difícil?

-Todos y ninguno. Estamos los que no somos imitadores puros y duros, los que hacemos parodias. No nos parecemos e intentamos hacer de una foto una caricatura, es la forma en la que sacamos adelante un personaje cuando no se nos parece en nada. Todos tienen su dificultad, lo más difícil en programas como Homo zapping es que hagan reír, que tengan su pizca de gracia.

¿No se le enfada ninguno?

-No. Llevan las perder. Además, hacemos unas parodia con mucho respeto, hacemos un humor muy blanco, muy familiar, que te imiten significa que existes, no metemos el dedo al ojo a nadie. A mí no se me ha quejado nadie, no se atreven.