Las primeras audiencias del Mundial de Fútbol de Rusia asustan un poco. El empate de Brasil frente a Suiza se llevo un 41%, un dato espectacular que va a hacer trizas las pequeñas expectativas del resto de las cadenas que se tienen que repartir las sobras. TVE tiene que mover Masterchef donde menos daño le pueda hacer el fútbol y reuniendo además dos programas en uno, más o menos lo contrario a lo que hizo Telecinco con la final de Supervivientes que la troceó en dos para darla dos días. El fin del curso va a llegar con este torneo cogiendo fuelle y pocos se van a enterar de lo que les ocurra al resto. Los cambios de programación van a ser frecuentes porque nadie quiere enfrentarse en la programación a este fenómeno universal que es el fútbol. Y más si la selección va pasando rondas. También hay quien cruza los dedos para que la eliminen cuanto antes y finalice ya esta sangría que puede dejar a Telecinco con más de la mitad de los espectadores. Pero ojo que esto del fútbol ha cambiado y ya no es una simple cuestión de nacionalidades. Ahora lo que se lleva es hacerte de un equipo, independientemente de que apoyes o no a tu país. Conforme avance el torneo las selecciones van conquistando corazones y algunos jugadores son como de la familia. El Mundial se convierte en un suerte de serie de televisión porque se ha ido viendo en directo el esfuerzo titánico que cuesta la victoria. Este lenguaje de gesta va calando en los espectadores hasta que se posicionan. Alcanzar una final con las cámaras de televisión como testigos, es una heroicidad que convierte a sus protagonistas en los actores con mayor fulgor del mundo televisivo. A estas alturas todo está por decidir pero el que la selección española caiga pronto no va a quitar a Mediaset grandes resultados de audiencia. El fútbol, al fin y al cabo, se ha hecho un hueco a nivel planetario: es un lenguaje que entiende todo el mundo y que puede tener un final con mil expectativas hasta el pitido final.