Madrid - Sin móvil, lejos de sus amigos y entorno familiar, las cinco aspirantes de Quiero ser monja, que estrena Cuatro hoy, verán que la convivencia en un convento “es como entrar en Marte”, según explicó el director del reality, José Rueda.

El programa intenta contar por qué alguien decide meterse en un convento con 20 años y dedicar su vida a la religión. La primera entrega presenta a las cinco jóvenes, que convivirán durante seis semanas con monjas de distintos conventos para comprobar, “ya en contacto con los hábitos”, si realmente “sienten la llamada”.

Las cinco participantes (Juleysi, Paloma, Janet, Jaqui y Fernanda) “revolucionaron” cada comunidad a la que llegaron, pertenecientes a las congregaciones de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, en Granada y Madrid; las Hijas de Santa María de Leuca, una casa-cuna de El Escorial, y el Convento de clausura de las Monjas Justinianas Canónigas Regulares, en Alicante. A través de ellas conocerán la vida misionera en el Amazonas, en una casa-cuna dedicada al cuidado de niños desfavorecidos y en un convento de clausura de quinientos años.

“La convivencia en los conventos no es fácil”, reveló Rueda, que con este programa dice que “se desmonta” la idea de que las monjas viven solo para la contemplación, ya que “trabajan mucho”. Sobre las participantes, el director destaca de Juleysi su “naturalidad” y sus “preguntas descabelladas”, además de ser la única con novio; Fernanda es “la más perfeccionista”; Paloma es “inteligente y divertida”; mientras que las hermanas Jaqui y Janet son las más “liberales”. - Efe