bilbao- Ni lluvias moderadas, ni ciclogénesis explosivas, límites entre posibilidades y probabilidades y tirón de orejas a los medios de comunicación por exagerar titulares cuando hablamos de las predicciones meteorológicas. Urko Aristi responsable de los Eguraldia en Euskal Telebista no quiere jugar a Pedro y el lobo en materia de pronósticos; siente quitar la magia a las conversaciones de ascensor pero asegura que cuando comentamos con el vecino el paso de una ciclogénesis por Euskadi solo estamos hablando de las borrascas de toda la vida. El aviso amarillo no es noticia interesante y comenta que desde hoy tendremos vientos, olas, nieve en cotas bajas y temperaturas frías, nada anormal para estar en el mes de enero.
¿Va a cambiar Euskal Telebista los términos a la hora de hablar del tiempo?
-No, hace tiempo que intentamos que este lenguaje sea mucho más didáctico. Además, tenemos una fuente inagotable de términos en euskera. De esta manera, intentamos que el mundo erdaldun pueda ir conociendo terminología euskaldun, muchas veces es más gráfica e ilustrativa que la castellana.
El término moderado queda suprimido de la información meteorológica.
-¿Qué es moderado? Lo que no es mucho ni poco, lo normal, pero ¿qué es lo normal? Pienso que es acertada la medida de retirar esa palabra. Siempre que se puedan evitar malentendidos hay que hacerlo.
Palabras como posibilidad o probabilidad también han sido puestas en entredicho.
-Es una pelea que nosotros hemos tenido en Eguraldia, incluso con Euskalmet, aunque sí se diferencia probabilidad de posibilidad. Evidentemente, en el momento en el que algo puede ocurrir, es posible. ¿Puede haber un huracán en Euskadi? Es posible, pero muy poco probable.
¿Diferenciamos los espectadores al oír una información meteorológica lo probable de lo posible?
-No sé hasta qué punto. Siempre hemos creído en Eguraldia que si hablamos de probabilidad, tendríamos que hablar de porcentaje de probabilidad. No es lo mismo que sea probable en un 10% o en un 80%. Si una probabilidad no va acompañada de un porcentaje o una proporción, no dice mucho. Lo que no es probable es que nieve en agosto y sin una sola nube, pero por lo demás todo es posible.
Y nos vamos a quedar sin ciclogénesis explosiva, ¿no?
-Ja, ja, ja? Ese término o esa definición es culpa de los medios de comunicación.
¡Vaya por Dios!
-Pues sí, esa es una pelea que tengo yo con los compañeros de los Teleberri y Gaur Egun. Tendemos a hacer titulares de lo que no hay. Debemos explicar a la gente que una ciclogénesis explosiva no es más que una borrasca de toda la vida, solo que se ha formado más rápidamente y que ha bajado la presión en 24 horas considerablemente.
No me dirá que no es mucho más espectacular y romántico hablar de ciclogénesis explosiva que de una borrasca de toda la vida.
-Ja, ja, ja? Por supuesto, vende mucho más que una borrasca, que es algo que podemos tener todos los días. Sé que no vende igual decir que una borrasca nos traerá fuertes precipitaciones a que una ciclogénesis explosiva pasará por Euskadi.
¿Es lo mismo? Lo de borrasca parece más aburrido, no hay morbo.
-Más o menos. Nos ha pasado a nosotros, estar en el Eguraldia intentando poner un poco de cordura y relativizando sobre una ciclogénesis explosiva y el programa de la tarde te titular por ahí. Con el tiempo nos puede pasar lo del lobo, pero no debemos llamar lobo a cualquier cosa.
Nos admiramos cuando llega un temporal de olas de diez metros y luego no las vemos, no de tanta altura por lo menos.
-Eso también es culpa de los medios de comunicación, veremos lo que ocurre estos días porque para el jueves y viernes (hoy y mañana) esperamos olas de seis y siete metros. Pero seguro que hay una boya en altamar, a treinta kilómetros, que recoge una ola de diez metros. El titular irá por ahí: olas de hasta diez metros.
Y es verdad, ¿o no?
-Sí, pero mar adentro, no en nuestra costa; siempre tiramos al número. Cuanto más grande el dato, más espectacular el titular. Hay que ser realistas y explicar que la peligrosidad no solo depende de la altura de las olas, si no del periodo, de la fuerza, de la marea, son muchos los factores que influyen. Hace un año justo que tuvimos la primera alarma roja que ha habido en mucho tiempo; se subraya por la excepcionalidad.
Aviso, alerta, alarma: amarillo, naranja y rojo. ¿Cómo hay que interpretar estas advertencias?
-Tenemos un esquema de semaforización, deberíamos aprender que el aviso amarillo no es noticia; que haya un aviso amarillo por heladas en el interior de Araba en pleno mes de diciembre es lo normal. El aviso para la gente no tiene ningún tipo de consecuencias.
¿La alerta naranja hay que tomarla en cuenta?
-Sí, hay que poner más atención y la alarma roja es ya para andar con cuidado. Pero la gente mezcla aviso, alerta y alarma. En el momento en el que hacemos un directo para decir que hay un aviso amarillo ya le estamos dando una importancia que no tiene.
Según usted, nos gusta exagerar con el tiempo.
-Mucho. Y eso lleva a una banalización de la información meteorológica, creo que es el mayor riesgo que corremos. Cuando no hay noticias para llenar recurrimos al tiempo, hablamos de que en agosto hace calor y que la gente ha ido a la playa, ¿eso es noticia?
Desde luego que resulta más atractivo hablar de ciclogénesis y olas de calor en agosto con el vecino en el ascensor que de lluvias normales de temporada.
-Será por falta de temas. Del tiempo se puede hablar pero sin escandalizar. Está bien que hablemos del día soso que tenemos hoy, pero no es noticia, ¿verdad? La noticia llegará en unas horas con el viento y las olas de los próximos días, habrá bajada de temperaturas.
¿No vamos a tener ya restos de invierno tropical?
-Ja, ja, ja? Nunca se sabe. No hay un molde que se repita todos los años. El otoño fue suave, no hubo precipitaciones, fue un veroño como le bautizó alguno. La semana pasada tuvimos nieve en cotas medias, este fin de semana tendremos nieve en cotas bajas y la temperatura volverán a bajar. El invierno es lo que tiene en Euskadi, nos da tres o cuatro temporales de media con temperaturas frías.
Nueva York paralizado por la nieve, el tema del día.
-Sí, no hay metro, pero curiosamente la bolsa de Nueva York no cierra. Parece que la nieve paraliza nuestras vidas, pero yo recuerdo con cariño las típicas nevadas a cotas bajas en las que no había cole y te quedabas en casa tomando el chocolate con churros que hacía la amona. Eso también es disfrutar de la vida.