¿SABEN aquella película del profesor alocado, que tanto se parecía a Einstein, y Alfred, su joven ayudante improvisado, que clavan una estaca en el corazón al viejo conde? Nada hay más parecido al filme El baile de los vampiros de Polanski que un acto de la realeza europea. Comedia desfasada y personajes que darían miedo si no produjeran risa. Y sin embargo, se siguen reuniendo en días de gala. Esta vez el baile ha llegado con la entronización de Guillermo Alejandro de Orange y la argentina Máxima Zorreguieta como reyes de Holanda. La vampiresa madre, la reina Beatriz, ha abdicado. A partir de ahora será el corazón de Guillermo el destino donde clavar la estaca republicana del profesor Ambrosius. Entre los vampiros asistentes al acto en el Palacio Real del lugar, Felipe y Letizia, tocados de oropeles ridículos para la ocasión. Gran expectación se desató por las calles de Amsterdam. La gente acudió en masa. Más parecían hinchas del Ajax que súbditos aplaudiendo los dispendios reales. Lo mismo se dejarían morder el cuello que se conformaban con un autógrafo.
A Juan Carlos se le pudieron ver los colmillos ese mismo día tras su viaje del más allá. Era su reaparición en la Transilvania del Santiago Bernabéu en semifinal de Champions del Madrid y el Dortmund. Al espíritu Juanito de esta semana, se le intentó añadir el tópico de buena suerte que los plumillas pelotas no pierden ocasión de colgarle al monarca. Parece que han forzado su reaparición porque en el horizonte suenan tambores de guerra. La celebración del aniversario de la II República cada año se hace más extensiva. Otros piensan que el ejemplo de abdicación de su colega holandesa pudiera dar ideas a su retoño. Vamos, que como el Madrid no pasó; Felipe y Letizia regresaron de Holanda con la estaca preparada.