El expresidente de la RFEF Luis Rubiales ha entrado a las 11.10 horas en la sede de la Audiencia Nacional situada en la calle García Gutiérrez de Madrid para declarar como investigado por el beso en la boca que propinó a la jugadora de la selección Jenni Hermoso en la entrega de trofeos del Mundial en Sídney (Australia).

Rubiales ha acudido andando junto a su abogada, la letrada Olga Tubau, y han recorrido juntos el pasillo hasta la entrada del tribunal, donde esperaban en torno a un centenar de periodistas. Sin embargo, ha rechazado contestar a las preguntas de los medios de comunicación.

Silencio de Rubiales

Fuentes jurídicas han explicado que Rubiales tampoco ofrecerá declaraciones a las decenas de medios que se han congregado desde primera hora de la mañana a su salida de la Audiencia Nacional, donde declarará como imputado.

Fue esta misma semana cuando el titular del Juzgado Central de Instrucción Número 1, Francisco de Jorge, le citó a partir de las 12.00 horas. El lunes, el magistrado admitió la querella presentada por la Fiscalía por los delitos de agresión sexual y coacciones contra Rubiales.

Diligencias

En un auto, el magistrado acordó las primeras diligencias en este procedimiento, entre ellas recabar de 'RTVE' el vídeo o vídeos que tengan en sus archivos que recojan el momento desde todos los ángulos en el que el querellado besa a la denunciante, así como los minutos inmediatamente anteriores y posteriores al hecho relativos a la celebración del triunfo de la selección de fútbol femenino.

Luis Rubiales en la Asamblea Extraordinaria de la RFEF y Jennifer Hermoso a su llegada a Madrid. EP

Además, requirió al periódico 'El País' el vídeo de la celebración en el vestuario que tiene colgado en Internet y al diario 'AS' el de los momentos del beso y cualesquiera otros relacionados con los hechos. Por su parte, al diario 'La Vanguardia' el instructor solicitó el vídeo de la celebración en el autobús de la selección española de fútbol femenino.

Posibles delitos

El ministerio público cree que el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) pudo cometer un delito de agresión sexual al dar un beso no consentido a Hermoso sujetando con las dos manos su cabeza, según esta misma declaró; y otro de coacciones por las presiones que la futbolista relató haber sufrido de su superior y su entorno profesional para que justificase públicamente lo ocurrido.

Rubiales abraza a Jenni Hermoso en la entrega de medallas del Mundial de fútbol femenino.

Rubiales abraza a Jenni Hermoso en la entrega de medallas del Mundial de fútbol femenino. EFE

Rubiales, que ha mantenido en todo momento que el beso sí fue consentido, vuelve a dar su versión de los hechos este viernes ante el juez de la Audiencia Nacional Francisco de Jorge, que ya está recabando todos los vídeos de lo que ocurrió, "desde todos los ángulos", de momentos antes y después de la celebración.

El exdirigente ha sido citado a las 12.00 horas ante el Juzgado Central de Instrucción número 1 y ha acudido acompañado de su abogada para responder a sus preguntas, a las de la Fiscalía y a las del juez.

Denuncia de Jenni Hermoso

La investigación, que se desarrolla en la Audiencia Nacional por haber ocurrido los hechos en el extranjero, tiene su origen en la querella que la Fiscalía presentó pocos días después de que Jenni Hermoso formalizase su denuncia contra su entonces superior y confirmase que aquel beso no fue consentido.

Frente a la versión que dio Rubiales ante la Asamblea General de RFEF, donde dijo que el beso "fue espontáneo, mutuo, eufórico y consentido", la campeona del mundo afirmó ese mismo día en un comunicado a través del sindicato FutPro que "en ningún momento" lo consintió, y unos días después lo ratificó ante la Fiscalía.

Por el momento, Jenni Hermoso sólo ha declarado ante el ministerio fiscal, aunque es previsible que el juez la cite a lo largo de la investigación.

Rubiales presentó el domingo por la noche su dimisión a la RFEF tras más de cinco años al frente de la institución y veintiún días después de aquel episodio, que provocó un revuelo mundial que llevó a la FIFA a inhabilitarlo cautelarmente durante noventa días, y que derivó en un expediente ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD).