Dos testigos presenciales del asesinato del senador y presidente del PP de Aragón Manuel Giménez Abad han reconocido al acusado Mikel Garikoitz Carrera Sarobe, Ata, exjefe de ETA, como la persona que le disparó cuando iba con su hijo de 17 años al estadio de La Romareda (Zaragoza), el 6 de mayo de 2001.

Una de ellas, que colaboró en la elaboración de dos retratos robot, le ha identificado sin ningún género de duda: "Lo tuve demasiado cerca y bastante tiempo para poderle ver. Él se acordará de mí. Han pasado muchos años, pero su cara es él, es él igual".

La tercera jornada del juicio en la Audiencia Nacional se ha centrado en la declaración de esta testigo presencial y otros tres más (un matrimonio y una madre que paseaba con sus hijos), así como en las de los amigos de Ata, entre ellos su cuñado, y de la otra acusada, Miren Itxaso Zaldua, que han corroborado las coartadas con las que tratan de demostrar que no estuvieron en Zaragoza ese día.

La más contundente ha sido la mujer que colaboró en los retratos robot y que hoy cuenta con 83 años.

"Oí como tres cohetes, vi a un hombre apuntando en la cabeza y a su hijo gritando: '¡lo has matado, ETA asesina, has matado a mi padre'", ha comenzado relatando esta testigo, que ha insistido en que le vio "de frente" y que se miraron "unos momentos" cuando se daba a la fuga pistola en la mano.

Ha asegurado incluso que le miró "tomando detalle" para contarle después a la Policía. "No sé lo que estaba pensando", ha expuesto al admitir que llegó a pensar que la podía matar, si bien ha rechazado haber tenido miedo al ver el arma, pese a que como ella misma ha destacado era "de buen tamaño".

Fue dos días después cuando acudió a la Policía, porque, según ha dicho, se tenía que "reponer". Así fue cómo colaboró en los retratos robot, y ya, recientemente, se pusieron de nuevo en contacto con ella para enseñarle fotos por si identificaba a alguien, como así fue.

A preguntas de la defensa de Ata ha negado tener relación con la familia de Giménez Abad o haber acordado con su hijo su declaración. Al respecto ha asegurado que ella solo se limitó a tratar de consolarlo hasta que vino más gente y que no hablaron en ningún momento del asesino.

Cuando la abogada le ha insistido en si tenía clara la identificación de su cliente, la mujer ha respondido tajante: "Lo tuve de frente, hija mía".

Lo llevó "en la cabeza", ha proseguido, y le ha descrito como alto, delgado, joven, con una gorra "que le llegaba hasta las cejas" y pelo alrededor de la cara que la policía le dijo pudiera ser una peluca.

Características similares a las aportadas por otros testigos, como el hijo de la víctima, que también incidió en que cruzó su mirada con la del asesino, viéndose "perfectamente las caras", después de haber rematado a su padre en el suelo con un tercer disparo en la cabeza.

Testigos

La segunda testigo que le ha identificado ha explicado que le reconoció años después del atentado al ver su foto en un periódico.

Cuando ocurrió el atentado, ha relatado, era el día de la madre y salió al videoclub con su marido y entonces vio a un señor que se agachaba.

Mientras su marido entraba a por la película, ella se quedó fuera. Así pudo ver al señor que se ponía a hablar con otro con una gorra que tenía justo enfrente, lo que le causó extrañeza.

Se quedó "mirando fijamente" y "al de la gorra" le vio "perfectamente". "Esa cara no se me va a olvidar en la vida", ha resaltado.

Al salir su marido, le comentó lo que había visto y de vuelta a casa se cruzaron con Giménez Abad y su hijo. Supo que era él, ha precisado, porque le conocía, aunque no tenían relación.

Ya en casa escuchó los disparos y al oír jaleo bajó con su marido y hablaron con la Policía. Le enseñaron fotos pero no pudo identificar a nadie.

Le identificó en 2018 cuando acudió a dependencias policiales en Elche (Alicante) tras enseñarle su marido una foto del periódico que reflejaba una información acerca de que el hijo le había reconocido y al verla exclamó: "¡ostras, el de la gorra!", ha dicho.

Está "completamente segura" de que era él porque "esa cara y esos ojos no se me van a olvidar en la vida", ha insistido, y ha lamentado que se siente culpable por no haber llamado a la Policía cuando vio cosas raras.

Su marido por contra ha ratificado también que vio "algo extraño" pero que no podía decir cómo era físicamente esa persona.

La cuarta testigo ha recordado que presenció el atentado cuando caminaba con sus hijos de 8 y 4 años. Se asustó y trató de proteger a los niños: "Estábamos enfrente prácticamente".

Pudo ver cómo salió huyendo con una pistola el autor del disparo, que vestía ropa oscura y gorra, pelo rizado y no recordaba si también barba, pero sin embargo no puede reconocer su cara porque solo le vio de perfil.

También han comparecido amigos de Ata y de Zaldua para corroborar la versión que ofrecieron para desvincularse del atentado. Carrera Sarobe ha asegurado que ese domingo fue a Senpere (Francia) a las fiestas de Herri Urrats, y ella que estuvo en el cine con unas amigas en un centro comercial de Usurbil. El juicio continua mañana.