Hacerse mayor no es sinónimo de estar enfermo. Sin embargo, a veces, se ve este etapa natural de la vida como un proceso que hay que tratar con medicamentos. Porque se empieza en la década de los 50 con la pastilla de la tensión y la del colesterol. A veces hasta una para dormir y, a partir de ahí, se entra en un bucle de pastillazo continuo.
“Hay una dramática sobremedicación que se va acumulando a lo largo de la vida del paciente y, desgraciadamente, cuantos más años tiene, más fármacos acumula, a veces, boticas que en su momento tuvieron justificación, pero veinte años después no y, sin embargo, las siguen tomando”, dice Loli Martínez, jefa de sección de Farmacia hospitalaria de la OSI Araba.
La polimedicación afecta a un 70% de las personas de edad avanzada. En esta franja son muchos los que toman cinco o más medicamentos al día de forma continuada para tratar enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes o artrosis. Estos pacientes tienen, en muchos casos patologías como problemas cardiovasculares, respiratorios… que controladas a través de la medicación, evitan el empeoramiento o sortean tratamientos más agresivos e incluso hospitalizaciones.
Pero también ocurre que se convierten en usuarios asiduos de fármacos que, a veces, no necesitan. Un ejemplo claro es el omeoprazol. Se receta por encima de lo que las posibilidades, y en algunos casos cuando no hace falta. Un reciente estudio de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) descubrió que hasta el 38% de los pacientes que recurren al omeprazol como protector de estómago no tendrían necesidad de tomarlo porque su tratamiento farmacológico no es gastrolesivo.
El envejecimiento de la población ha triplicado, en los últimos años, la cantidad de pacientes que toman más de cinco fármacos al día
Manuel Herrada, recuerda que hay estudios que vinculan su uso prolongado con algunos tipos de cáncer y, aunque no está del todo demostrado, propone “revisar los protocolos para evitar una sobreprescripción de este medicamento en los casos que no sea necesario su consumo”.
La polimedicación es un problema serio de salud pública debido al envejecimiento de la población y a la aparición de más tratamientos farmacológicos para pacientes que antes no disponían de terapias.
Se triplica el consumo
No en vano, en los últimos años la cantidad de pacientes que toman más de cinco fármacos se ha triplicado, y aquellos que toman más de 10 y 15 medicamentos se han multiplicado por diez.
De un tercio de los pacientes de más de 65 años que acuden a las consultas, la mitad toman más de cinco fármacos y cuando mayor número se ingieran, más riesgos existe de que se produzcan reacciones adversas.”De ahí la necesidad de trabajar, entre médicos y pacientes, por un mejor uso de los medicamentos”, subrayan los especialistas.
Para ejemplificar este problema, un equipo de sanitarios alaveses tomaron durante un año un muestreo con 314 mayores con dos o más patologías crónicas, todas polimedicados, e ingresados en Medicina Interna del hospital Santiago. El 52% tomaba más de nueve fármacos al día, el 90%, más de cinco y alguno, hasta 25 pastillas.
En este sentido, la doctora Nieves Fernández Letamendi, geriatra del Hospital Quirón advierte que la polimedicación es “un problema de salud pública, con una prevalencia muy alta en los pacientes frágiles”.
El riesgo reside en que, a mayor número de medicamentos consumidos, se producen muchas más reacciones adversas
Una persona con una enfermedad crónica puede estar lógicamente polimedicada (por ejemplo si sufre hipertensión o diabetes), pero, “es más frecuente la coexistencia de varias patologías, cada una tratada con uno o varios fármacos”, explica Fernández Letamendi para quien “la polimedicación, evidentemente, puede ser adecuada, y necesaria, para controlar las distintas enfermedades. Sin embargo, una vez que cruzamos esa barrera, y más en los pacientes frágiles y mayores, el riesgo de interacciones y de reacciones adversas a algunos fármacos aumenta peligrosamente”.
La corriente de la deprescripción
Por todo ello, actualmente se trabaja en la llamada deprescripción, algo que permite ajustar la medicación, reducir la cantidad de fármacos o retirar aquellos que provocan efectos secundarios importantes.
Para poner negro sobre blanco esta tendencia, en Euskadi funciona, por ejemplo, un programa de seguimiento farmacoterapéutico integral a pacientes crónicos polimedicados, con el objetivo de “mejorar el tratamiento y, en consecuencia, en el estado de salud de estos pacientes”.
Asimismo existe un programa para mejorar el uso de medicamentos en usuarios del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), donde participan 148 municipios y 437 farmacias. Un programa del que se benefician alrededor de 1.150 pacientes.
También son numerosas las campañas que abonan esta teoría. Como Pastillas las justas que ya invitaba a la ciudadanía a no depender tanto de los medicamentos, y a plantearse si toma alguna medicina que quizá hayan dejado de necesitar. Según la campaña, ningún medicamento tiene riesgo cero y son comunes los errores y los usos inadecuados, que pueden derivar en efectos adversos para la salud.
Cómo revisar la medicación, con el consejo de un profesional de la salud; dar una oportunidad a opciones no farmacológicas, o tener presente que un medicamento puede ser necesario en un momento concreto pero dejar de serlo en otro, son algunos de los consejos para llevar una vida menos medicalizada.