n Euskadi, los dos primeros casos de covid-19 fueron diagnosticados el 28 de febrero de 2020. Pues bien, 26 meses más tarde, hay casi un millón y medio de personas que han resistido los embates del virus oleada tras oleada. 680.000 vascos, -una cifra cada vez más difícil de conseguir porque ya no hay recuento oficial- se han contagiado de coronavirus, es decir, el 31% de la población.
Pero ¿qué hace que un 69% de ciudadanos haya conseguido surfear las seis olas de la pandemia sin infectarse? ¿Por qué hay personas que parecen haber desarrollado una superinmunidad a pesar de estar en contacto con enfermos? Y sobre todo; ¿cómo es posible que pacientes jóvenes resulten gravemente afectados y otros, se libren sistemáticamente a pesar de convivir estrechamente con el virus?
El otro día, el periodista alavés, Iker Jiménez, lanzaba desde su púlpito televisivo la gran pregunta. “Yo lo que no acabo de entender es por qué yo no lo he cogido, cuando lo trajo mi hija porque yo juego bastante con ella, nos abrazamos... ¿Por qué Carmen (mi mujer) y la niña sí? ¿Hay algo genético? ¿Tiene algo que ver el grupo sanguíneo? Después de dos años no lo sabemos”.
Jiménez podría formar parte de los llamados coloquialmente los Terminator del covid porque en esta pandemia ha habido muchas personas que, a pesar de estar en contacto con convivientes positivos, no han llegado a infectarse y nunca han positivizado el SARS-CoV-2 en las PCR ni en los test.
Para el catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid, Alfredo Corell, esto podía obedecer a que hay personas que pueden tener un grado de inmunidad quizá “más esterilizante, y el virus no les hace ningún efecto”. También podría responder a que presentan una evolución asintomática y no se dan cuenta de que pasan la enfermedad.
En tercer lugar, el hecho de no infectarse podría ser “por el nivel de protección que han adquirido frente al SARS-CoV-2 gracias a las vacunas, más la inmunidad natural del propio individuo”. Corell, famoso por el carácter divulgador de sus intervenciones, no descarta que la genética juegue a su favor y “funcione mejor para contraatacar el virus en unas personas que en otras”.
Esta tesis de la genética es la que maneja el equipo de Evangelos Andreakos, un inmunólogo de la Fundación de Investigación Biomédica de Atenas que ha formado parte de un consorcio internacional llamado COVID Human Genetic Effort con el objetivo de buscar variaciones genéticas que descifren porqué algunas personas nunca contraen el coronavirus.
Las incógnitas por despejar son tantas que usando muestras de saliva del 20% de las personas que cumplían con los criterios del estudio, estos investigadores escanean la región de codificación de los genes y su ADN para ver si encuentran alguna mutación que no estuviera en las secuencias genéticas de pacientes con episodios de covid severos o moderados.
En esa investigación, científicos de diez países, entre los que se encuentra España, analizan las características genéticas de los individuos para averiguar el mecanismo celular que les dota de esta protección tan especial. Una vez hallado este, el estudio quiere intentar secuenciar el genoma y poder desarrollar medicamentos que actúen de esta forma.
La doctora Aurora Pujol, jefa de grupo de investigación en el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), y presente en este trabajo, explica que se han buscado adultos mayores de 18 años que hayan estado expuestos -anteriormente a la vacuna y sin protección- a casos de covid respiratorio moderado o severo, durante por lo menos cuatro o cinco días, idealmente compartiendo dormitorio, y que no se hayan infectado”.
Otra de las hipótesis para explicar el fenómeno de los superresistentes gira alrededor de una serie de células específicas, los linfocitos T, que forman parte de nuestro sistema inmunitario. En este escenario, y simplificando mucho, se podría estar hablando de la inmunidad que ha proporcionado una exposición anterior a coronavirus catarrales estacionales. Un equipo del Imperial College de Londres señala como responsables de esta protección cruzada a unos soldados muy importantes de nuestro ejército inmunitario: los linfocitos T. Se trata de células que reconocen a un patógeno y lo atacan, pero con la diferencia de que permanecen en nuestro organismo más tiempo que los anticuerpos.
Pero realmente es muy difícil saber cuántas personas tienen esta respuesta inmunitaria aumentada. Es posible que la mayoría de la población no contagiada no sea ningún Terminator de cine y simplemente solo haya conseguido esquivar el bicho gracias a la precaución, las vacunas, o a la suerte.
“La genética puede contraatacar mejor el virus en unas personas que en otras”
Inmunólogo
“Un estudio ha buscado adultos expuestos al virus varios días que no se hayan infectado”
Genetista