El 32,5 % de los niños de entre 4 y 16 años que viven en hogares de renta baja tienen sobrepeso u obesidad, un porcentaje que se sitúa en el 19 % en las familias con renta alta, según advierte el nuevo informe 'Adiós a la dieta mediterránea', de Save the Children.
Se trata de una encuesta que la organización realizó en septiembre de 2021 a más de 2.000 padres y madres para entender el impacto de la crisis de la covid-19 en la nutrición y la salud de los niños. Es un análisis comparativo con la Encuesta Nacional de Salud de España (ENSE), llevada a cabo en 2017.
Así, 'Adiós a la dieta mediterránea' resalta que vivir en un hogar con renta baja dispara la probabilidad de sufrir obesidad o sobrepeso en la infancia. Los hogares con menores ingresos cuentan con menos posibilidades de acceder a los alimentos necesarios para una dieta equilibrada que los hogares con rentas altas. Además, está previsto que esta situación se vea agravada por el aumento de precios en verduras y frutas como consecuencia de la reciente inflación.
Los principales determinantes de la obesidad y el sobrepeso en la infancia son la calidad de la alimentación, la actividad física que realizan o el número de horas que pasan durmiendo o frente a una pantalla, además de factores ambientales, culturales y biológicos. Pero, como demuestra el informe, es el nivel socioeconómico, sobre todo, el que determina la salud nutricional del pequeño y sus hábitos saludables.
Así las cosas, a estas familias también les resulta más difícil sufragar actividades extraescolares o de ocio no sedentario o tratar problemas de salud como los trastornos de conducta alimentaria o las patologías bucodentales, estrechamente relacionadas con patrones alimentarios inadecuados. "No podemos olvidar que los barrios más pobres tienden a concentrar mayor número de restaurantes y establecimientos de comida rápida", indica el director general de Save the Children, Andrés Conde.
LOS NIÑOS DE HOGARES POBRES CONSUMEN MÁS DULCES
En números, se traduce en que el 18,1 % de los niños de hogares con ingresos más bajos consume a diario dulces, frente al 10 % de los niños de familias acomodadas. Además, más del 71 % de los hogares con ingresos altos practican actividades físicas o deportivas regularmente, pero solo un 41 % de los hogares de renta baja lo realiza. En la mayoría de los casos, estos niños de hogares pobres no realizan actividad física nunca o solo de manera ocasional.
MÁS TIEMPO FRENTE A LAS PANTALLAS
Esta desigualdad se repite con el tiempo que dedican a las pantallas. La gran mayoría de niños que destinaban en 2021 nada o menos de una hora al día frente a una pantalla vivían en hogares de renta alta (el 79,6%). En cambio, casi la mitad (el 46,3%) de los pequeños que pasan más de cinco horas al día frente a una pantalla (muy por encima del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud de 2 horas diarias) viven en hogares de renta baja.
Si bien la pandemia ha supuesto una reducción de las horas de sueño entre niños y adolescentes de 27 minutos, los patrones de descanso también dependen del nivel socioeconómico de las familias. El 28 % de los niños que viven en hogares de renta alta duermen más de las 10 horas diarias de sueño, tal y como recomienda la Asociación Española de Pediatría, mientras solo el 9 % de los menores en hogares de ingresos bajos duerme esas horas.
LA COVID-19 Y EL EXCESO DE PESO EN LA INFANCIA
En total, según el estudio, casi un 28,1 % de estos menores tendrían sobrepeso y obesidad en el Estado después de la Covid-19. Por tanto, la situación tras la pandemia resulta muy similar a la previa, pero "debemos tomar estos números con cautela, porque los cambios en el Indíce de Masa Corporal, que es la medida más común de la obesidad y el sobrepeso, requieren tiempo", explica Conde.
El Estado, junto a Chipre e Italia, lidera el ranking europeo de obesidad infantil. En la Unión Europea, de media, cerca de uno de cada ocho niños y niñas de entre 7 y 8 años sufre de obesidad. En el Estado es casi uno de cada 5, es decir, el 18 por ciento.
Además, los padres y madres encuestados responden sobre la altura y peso de sus hijos e hijas y esta información podría estar menos actualizada que en circunstancias normales al haberse reducido las visitas pediátricas rutinarias con la Covid-19.
"Se debe tener en cuenta que, con el cierre de colegios, se redujo el ejercicio físico y las actividades de ocio, pero a la vez trajo que los niños, niñas y adolescentes comieran más a menudo en casa, un factor ligado a un buen hábito saludable", afirma Conde.
La pandemia ha afectado a la reducción del consumo de verduras y, en especial, la fruta. Si en 2017 más de la mitad de los niños y niñas de entre 4 y 14 años consumían fruta a diario (56%), en el momento de la realización de la encuesta este valor se redujo hasta el 40 por ciento.
"Uno de los pocos datos positivos es que el consumo de dulces se redujo en casi un 70 % y el de bebidas calóricas casi a la mitad. No obstante, es posible que este efecto sea coyuntural y debido solamente a las restricciones de movilidad y al cierre de comercios y espacios de ocio donde adquirir y consumir este tipo de productos", aclara el director general de Save the Children.
COMEDORES ESCOLARES, ALIADOS CONTRA EL SOBREPESO
Según se ha puesto de manifiesto durante la presentación del estudio, los comedores escolares de calidad garantizan una comida saludable, pero no todas las familias pueden permitírselos.
Las becas comedor podrían democratizar el acceso a este servicio, pero ni se ofrecen a todos los niños que las necesitan ni, en caso de obtenerlas, cubren siempre el coste completo. "Dependiendo de la comunidad y el nivel de renta familiar, estas ayudas cubren un porcentaje del precio del comedor, que puede variar entre el 10 y el 100 % del coste, aunque la ayuda completa es la menos común", detalla Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política en Save the Children.
Con un porcentaje del 27,4 % de niños y niñas en situación de pobreza según el Instituto Nacional de Estadística, solo el 11,2 % del alumnado percibe beca comedor. Entre las comunidades autónomas, la desigualdad es palpable, ya que Euskadi ofrece cobertura completa por encima de su tasa de pobreza; mientras que Murcia, Melilla, Islas Baleares y Cantabria apenas llegan al 5 % de esos niños y niñas.
MÁS IMPLICACIÓN DE LAS AUTORIDADES
Así, Save the Children recoge en su informe una serie de recomendaciones y buenas prácticas para revertir los porcentajes de niños y adolescentes que sufren obesidad y sobrepeso infantil.
Según se ha destacado, es necesario un trabajo en el ámbito fiscal, como, por ejemplo, aplicar una fiscalidad más estricta a alimentos perjudiciales para la salud y una más beneficiosa a la alimentación saludable.
En el plano sanitario, han recomendado regular la figura de la persona dietista y promover la creación de equipos multidisciplinares para conseguir unos hábitos alimentarios y estilos de vida saludables que repercutan en más calidad de vida para toda la infancia.