- La solución a la contaminación por plásticos de los océanos no tiene por qué llegar solamente de la mano de la ciencia. Así lo entienden las universidades del País Vasco y Burdeos, que en un proyecto europeo conjunto han implicado a alumnos de distintas disciplinas para abordar uno de los problemas medioambientales más importantes del siglo XXI.
Ocean i3 es el nombre con el que han bautizado esta iniciativa de formación transversal, cuyas íes proceden de tres palabras en euskera: ikaskuntza (aprendizaje), ikerkuntza (investigación) e iraunkortasuna (desarrollo sostenible).
Alumnos de Biología, Ingeniería Química, Enfermería, Empresariales, Derecho, Criminología, Pedagogía, Publicidad y Relaciones Públicas y Ecotoxicología, entre otras carreras, han formado los equipos “interdisciplinares, interuniversitarios y transfronterizos” que trabajan en el proyecto.
“Los modelos de las dos universidades cada vez se están orientando más a formar futuros profesionales que comprendan los problemas de sostenibilidad y que sepan trabajar de forma colaborativa, porque no hay manera de resolver este tipo de problemáticas desde una disciplina particular”, explica la directora de Ocean i3, Julieta Barrenechea. La apuesta, en este caso, ha sido “poner a los estudiantes en situación de gestionar ese tipo de competencias” y de hacerlo además “de forma muy práctica”.
La labor se inició en 2018 como experiencia piloto “más pequeña” y ha proseguido con aspiraciones más ambiciosas los dos últimos cursos después de recibir una ayuda de 260.000 euros, el 65 % de los cuales provienen del programa europeo de cooperación transfronteriza Interreg España-Francia-Andorra (POCTEFA).
El 35% restante lo aportan la universidad vasca y la francesa, además de Euskampus, entidad que ejerce de tercera pata del proyecto y de la que forman parte, entre otros, la Corporación Tecnalia, el Donostia International Physics Center, CAF y la Fundación Vasca para la Ciencia Ikerbasque.
Con la incorporación de la Universidad de Burdeos a Euskampus en 2017 se reforzó la alianza para la cooperación internacional “en el marco del Campus Transfronterizo Bordeaux-Euskampus” y se abrieron “nuevas vías de colaboración”. Con un enfoque de “universidad cívica, comprometida con el territorio transfronterizo y con los problemas reales”, los alumnos de las dos instituciones académicas buscan contribuir a la reducción de la contaminación por plásticos en la costa vasco-aquitana haciendo frente a “retos” que les plantean empresas, asociaciones y ayuntamientos, entre otras administraciones, señala Barrenechea.
El Cluster de Telecomunicaciones de Euskadi, Gaia, y Rivages Pro Tech y la agencia tecnológica de la agencia del agua francesa Suez propusieron junto al Ayuntamiento de Gernika-Lumo (Vizcaya) un “reto” relacionado con la reserva de Urdaibai. El equipo debía “identificar tecnologías no intrusivas” para la limpieza de la biosfera, así como diseñar estrategias frente a la contaminación. La Fundación Surfrider también se ha adherido al proyecto al instar a los estudiantes a buscar soluciones con las que invitar a los ciudadanos a formar parte de una comunidad preocupada por la protección del océano.
En esa campaña de sensibilización, denominada “Todos somos Surfrider”, participaron alumnos de Comunicación y de Pedagogía, que realizaron planes de comunicación y diseñaron unidades didácticas destinadas a las escuelas, detalla Barrenechea.
Ha habido asimismo alumnos de Derecho encargados de analizar las responsabilidades civiles o penales de determinadas actuaciones de agresión a los mares. Los alumnos “tienen conciencia de que es un proyecto que les exige un poco más que si hicieran el trabajo de fin de grado por su cuenta, pero también saben que les aporta mucho más que un trabajo realizado de modo individual en una biblioteca”, asegura Barrenechea.
Es el profesor el que propone al alumno sumarse a la iniciativa. Aceptan “fácilmente” ante un trabajo conjunto con el que van a “acumular” experiencia y que, además, tiene la vista puesta en la “empleabilidad”, ya que toman contacto directo con el problema y pueden realizar prácticas en las empresas o con las entidades implicadas.
“Es una universidad cívica, comprometida con el territorio y con los problemas reales”
Directora de Ocean i3