aría Ángeles. 81 años. Zamorana de origen. Nueve hermanos. Un “sinvergüenza” de exmarido, tres hijas (Yolanda, Arantxa y Nuria), dos nietos y bisabuela. María Ángeles, mujer fuerte, sufrida y muy trabajada, de las de antes, de las de tirar del carro. Ahora, vive sola en Vitoria-Gasteiz, sale poco de casa, básicamente para hacer recados, cada dos días a por el pan, de vez en cuando a comprar algo de fruta a la calle Santiago y a recoger botikas a la farmacia. Avanza despacio y apoyada en su bastón, aquejada de la cadera. “El traumatólogo me dijo que no caminase demasiado, como mucho un cuarto de hora y hasta la calle Santiago ya hay una tirada.”, dice. Las tardes las pasa en casa porque no le gusta ir a los jubilados. “Para estar sentada y jugando a las cartas con unos carcas, me estoy sentada en casa”. Antes de lo de la cadera, sí salía con una amiga: “ella se tomaba un vermú y yo un descafeinado”, recuerda. Luego, hicieron un grupo de cuatro: “lo pasábamos bien, todas viudas y sin prisa, pero ya no tengo fuerzas”. Achaques de la edad, y de una vida muy trabajada, como el propio médico le diagnosticó sin ella contar nada. Además del desgaste de cadera, le duele la espalda y le fallan las rodillas.
A los 9 años ya iba al campo, acompañaba a una hermana mayor y a su padre, que segaba para otro agricultor en Morales de Toro, un pequeño pueblo que María Ángeles dejó a los 10 años cuando su padre se colocó en una fábrica en Eibar y al que no regresó hasta los 73. “Entonces no había dinero, no es como hoy que los jóvenes viven como reyes”. Sirvió, interna, en diferentes casas de la localidad armera hasta los 18. “Cuando mi hermana se quedó embarazada, me vine a Vitoria para ayudarle con la familia”. Trabajó en Esmaltaciones, en casas y limpiando oficinas, como la de la Caja de Independencia... hasta que un chico le sacó a bailar. “No sé por qué me casé con él, me engaño desde el principio, me salió rana..., se lo jugaba todo; dos millones le tuve que dar cuando me separé, por no mirar bien las escrituras; me dio una vida de lo peor pero, ya ves, Dios me ha dado salud”, agradece.
María Ángeles sólo teme caerse. “Me caigo mucho, y con estas rodillas, no me puedo levantar”, razón por la que siempre lleva colgado al cuello su medallón del servicios de teleasistencia Beti On del Gobierno Vasco. “Más de una vez me han atendido. En la calle ya me he caído cuatro veces, hace tres años me rompí la nariz, menos mal que pasó un chico y me ayudó a levantarme, y en casa, en varias ocasiones, también; un día al cerrar la ventana, me giré y me pegué con la mesa en el costado”. En esos momentos, María Ángeles aprieta el botón rojo y blanco y recibe asistencia o avisan a sus hijas. “Estoy encantada con la medalla, sí, sí, sí, no me la quito para nada. Además, son muy simpáticas y atentas, me llaman de vez en cuando a ver cómo estoy, si necesito pedir cita para el médico..., se preocupan de mí”.
“Les da mucha tranquilidad saber que no están solos, que siempre hay un profesional que puede ayudarles sólo con apretar un botón; además, el boca boca funciona muy bien. Sabes, a mi amigo le salvaron la vida, se cuentan”, valora María Cordón, trabajadora social que visita a los mayores a domicilio. “Agradecen mucho, mucho nuestras llamadas”, subraya.
Y es que, Beti On va más allá de una asistencia de urgencia, ya que a los usuarios se les llama y visita de forma periódica para ver cómo están o si han empeorado desde el último contacto. “Antes de instalarles en casa el terminal que se activa al pulsar la medalla, María Cordón visita a los usuarios para comprobar su realidad social, familiar y sanitaria. “Eso nos aporta mucha información”, constata. Esta labor preventiva es fundamental y, por supuesto, lo ha sido durante esta pandemia. Porque si a todos nos ha afectado el covid, a los mayores, más por ser personas de alto riesgo. Para muchos, su única vida era ir a los jubilados o recibir las visitas de hijos y nietos, y todo eso desapareció. De un día para otro, su vida cambió.
Beti On. Servicio de teleasistencia del Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, atendido por profesionales las 24 horas del día los 365 días del año. Asiste a 60.707 personas mayores, el 77% mujeres y el 23% hombres: 7.202 (12%) en Álava, 32.909 (54%) en Bizkaia y 20.596 (34%) en Gipuzkoa. El perfil medio del usuario es de una mujer, mayor de 80 años, que vive sola en su domicilio.
Teléfono. 012/900 851 600