Una carrera sin precedentes. Así está siendo la lucha por conseguir una vacuna que ponga freno a una pandemia mundial. Los laboratorios de medio mundo centran desde hace un año sus investigaciones en dar con un antídoto eficaz, una vacuna que se presenta como la gran esperanza frente a esta amenaza global. La ciencia ha asumido este gran reto y, de hecho, son más de 200 las vacunas que actualmente están siendo objeto de estudio, según recuerda el doctor Pablo Sarobe, Investigador del Programa de Inmunología e Inmunoterapia del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA).
Las de Pfizer, Moderna y AstraZeneca han sido las primeras en ser validadas en la Unión Europea, pero tras ellas "llegarán otras como por ejemplo la de Janssen". Actualmente en fase III, esta vacuna es muy similar a la de AstraZeneca, ya que está basada en un adenovirus. La Clínica Universidad de Navarra ha sido una de las participantes en el ensayo clínico de la vacuna de Johnson&Johnson, que la Agencia Europea del Medicamento debe dar su visto bueno a mediados de marzo.
Otro ejemplo de vacunas que se encuentran en fase de estudio es CureVac. Los institutos de investigación sanitaria Biodonostia y Biocruces Bizkaia de Osakidetza han sido seleccionados para participar en el ensayo clínico que probará la efectividad y la seguridad de la vacuna contra la covid-19 de la farmacéutica alemana. Solo participan tres centros a nivel estatal y tres países a nivel europeo (Holanda, Alemania y España) por los que "es un privilegio poder participar en esta investigación", señala la doctora Eunate Arana, Coordinadora de Proyectos de Biocruces Bizkaia.
"Nunca hemos tenido un ensayo clínico en el que haya que reclutar a 1.000 pacientes en dos meses". Eunate Arana, Coordinadora de Proyectos de Biocruces Bizkaia
La carrera por la vacuna
Los institutos de Biocruces Bizkaia y Biodonostia ya han comenzado a realizar las primeras pruebas en pacientes, mientras continúan buscando voluntarios que se adhieran a este proyecto. "Las personas seleccionadas están siendo distribuidas de forma aleatoria en el grupo que recibe la vacuna o en el de control que recibe un placebo", señala la investigadora. El ensayo requiere de dos dosis inoculadas con un margen de 28 días.
A pesar de haber ido cumpliendo con los requisitos marcados por las autoridades sanitarias, la rapidez con que se han acabado comercializando estas vacunas fue vista como una amenaza, algo que se está venciendo y según el último barómetro del CIS solo el 6,5% se niega ahora a vacunarse, diez puntos menos que en enero. Sin embargo, ambos investigadores atribuyen esta rapidez en la búsqueda de una vacuna, al incremento exponencial de los recursos "permitiendo que lo que antes se hacía en cinco o diez años, ahora se esté realizando en meses", enfatiza Sarobe.
Arana añade, además, los esfuerzos que se están realizando desde buena parte de la comunidad científica: "Nunca hemos tenido un ensayo clínico en el que haya que reclutar a 1.000 pacientes en dos meses y está siendo posible gracias al incremento de recursos". Para el investigador del CIMA, otro argumento que explica por qué los plazos de las investigaciones se han acortado tanto es que "la maquinaria ha estado muy bien engrasada para que no hubiera pérdidas de tiempo".
Hacia la inmunidad de rebaño Las vacunas se han presentado como la gran esperanza para recuperar la "vieja normalidad", una vida similar a la que conocíamos antes de la pandemia. Sin embargo, se desconoce cuándo se alcanzará la inmunidad de rebaño que es la clave para que esto sea posible. No se sabe cuál es el umbral de vacunación que se debe conseguir; es decir, a cuántas personas hay que vacunar para alcanzarla.
Para Pablo Sarobe esto dependerá del comportamiento del propio virus y de su capacidad para diseminarse. "No es lo mismo un virus que se disemina fácilmente que otro que está más reducido en el entorno. Además de la capacidad del propio virus, también está nuestro comportamiento. Si nosotros fuéramos un grupo que nos relacionáramos continuamente, el grado de protección necesario es mucho más alto", señala. De cara a conseguir esa llamada inmunidad de rebaño o de grupo, influye también el ritmo de vacunación que se está llevando a cabo. En el Estado, el porcentaje de vacunación apenas alcanza el 3%, muy lejos del 70% fijado para verano.
Por otro lado, el Ministerio y las comunidades han fijado una estrategia de vacunación en la que se prioriza a residencias de mayores y a sanitarios de primera línea. Una apuesta con la que coincide Sarobe, quien considera que "las personas más vulnerables son las primeras que hay que proteger". Sin embargo, otros países, como Indonesia, han optado por vacunar primero a la población más joven, ya que los jóvenes son quienes tienen mayor movilidad y contactos. Una opción comprensible, apunta el investigador, pero si lo que se quiere es evitar que se pierdan vidas humanas "lo lógico es empezar por los más desprotegidos".
"Los plazos de las investigaciones se han acortado tanto es que "la maquinaria ha estado muy bien engrasada ". Pablo Sarobe, investigador del CIMA
Nuevas amenazas: las variantes
La aparición de nuevas variantes (británica, brasileña y sudafricana) ha vuelto a poner en jaque a los sistemas sanitarios. Así, con la aparición de la variante británica, por ejemplo, se ha apreciado un aumento de la capacidad de contagio del virus.
El motivo, según reconoce el investigador, es que "estamos ante un virus que están continuamente cambiando y que se adapta a las circunstancias". Una nueva amenaza a la que toca poner freno con la gran incógnita de si las vacunas actualmente disponibles serán suficientemente eficaces.
Ambos investigadores confían en poder hacer frente a estas variantes porque, según dicen, la tecnología de vacunas es muy flexible. "Ahora ya están saliendo nuevas secuencias, si se viera que son relevantes, la preparación de una vacuna a la carta también sería más sencilla", señala Pablo Sarobe.
Las vacunas contra la covid-19
Por José Manuel Etxaniz Makazaga | Doctor en Veterinaria
EN China se utilizaban en el siglo X frente a la viruela. En 1716, la esposa del embajador británico en Turquía, constató que era habitual su uso. En 1796, un médico inglés, Edwar Jenner, observó que las granjeras que enfermaban de viruela de sus vacas, quedaban a salvo de la viruela humana.
De esa época son también los primeros antivacunas, unos obispos reaccionarios y filósofos, Kant entre ellos, que aseguraban que las personas vacunadas desarrollaban características bovinas. Argumento similar al actual, nos colocan un chip. La viruela se erradicó hace 50 años.
Una vacuna es un medicamento que tiene componentes de un virus, bacteria o toxina -antígeno- determinado, que inoculado en el organismo va a generar la producción de defensas -anticuerpos- frente al mismo, de forma que cuando se produzca la infección, el organismo activará su memoria reconociendo y neutralizando al invasor, para lo que ya estaba entrenado. Todas las vacunas son preventivas, no curativas y específicas para un agente. Con las vacunas, la enfermedad no va a desaparecer, pero el número de enfermos será mínimo. Esos antígenos que introducimos con la vacuna, pueden estar muertos o vivos, pero atenuados en el laboratorio. Vacunas vivas son la de la rubeola, el sarampión o la varicela, por ejemplo. Muertas son la de la poliomielitis, la hepatitis A, la rabia. Si introducimos toxinas inactivadas, toxoides, es el caso del tétanos o la difteria.
Por último, existen otro tipo de vacunas de última generación, elaboradas con técnicas de ingeniería genética, que utilizan solo una parte del agresor, generalmente una proteína determinada. Ofrecen una respuesta inmunitaria muy elevada y se pueden utilizar en personas con sistemas inmunitarios débiles. En este tipo de vacunas están la del virus del papiloma humano o la hepatitis B y algunas frente a la covid-19. Es imprescindible la segunda inoculación y respetar los plazos establecidos, para obtener una inmunidad completa. Alargarlos podría acelerar la aparición de mutantes, al crear un grupo de personas inmunodeprimidas que tienen suficientes anticuerpos para ralentizar el virus y evitar el desarrollo de síntomas, pero no para eliminarlos.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha informado sobre 374 efectos adversos de la vacuna de Pfizer contra la cvid sobre un total de 494.799 personas vacunadas entre el 27 de diciembre y el 12 de enero, lo que equivale a 0,08%. La mayoría fueron de carácter leve, pero se registraron cuatro reacciones anafilácticas graves, los cuatro casos en mujeres, tres de ellas con antecedentes alérgicos. Estas reacciones suelen aparecer a los 15 o 30 minutos de la inyección y evolucionan muy rápido. Es necesario un tratamiento inmediato con adrenalina.
Sin embargo, entre los más de 300 jetas que se han vacunado de matute en todo el Estado, no se han descrito reacciones, quizás por la especial naturaleza de su epidermis facial. Los vascos han sido inscritos en el ostrakon. Los obispos han pedido disculpas. El resto, campa feliz.
AstraZeneca ha comunicado a la presidente de la Comisión, la exquisita Ursula von der Leyen, que sólo suministrará a la UE la mitad de las dosis comprometidas en el primer trimestre. Está claro quién tiene la sartén por el mango. Es una multinacional depredadora y actúa de manera consecuente con los principios neoliberales dominantes. Todos los gobiernos son meros recadistas de ese poder superior, aparentando que lo hacen por y para la sociedad. El zar Vladimir Putin puede salvarnos la papeleta. Tendría gracia.