- ¿Cómo afecta a Euskadi el nuevo compromiso europeo para reducir aún más las emisiones?
-Nos coge con los deberes hechos, porque ya llevamos una trayectoria importante. Incluso antes del acuerdo de París de 2015 estaba aprobada la estrategia de cambio climático de 2050. Este es uno de los dos documentos claves en Euskadi como país, los otros son la estrategia energética 2030 y la ley vasca de sostenibilidad energética de 2019. Y luego, hay un momento fundamental, cuando en julio de 2019, el Gobierno Vasco, a través del lehendakari, hace una declaración de emergencia climática. Esto marca un cambio drástico, porque nos dice que se sitúa, como punto central y ambición de país, toda la materia de cambio climático.
¿Cuánto tiempo nos queda?
-No tenemos ninguna duda de que el calentamiento global es una realidad y que no es algo que vaya a venir, sino que está ocurriendo ya. Y está demostrado que si gestionamos adecuadamente el cambio global, obtendremos unos beneficios de salud para las personas, para nosotros. Viendo lo que Europa nos está trasladando con este nuevo compromiso de aumentar la reducción de emisiones, todavía requiere de mayor ambición; nosotros vamos a repensar nuestra estrategia, elaborando dos documentos: uno es la primera ley de transición energética y cambio climático. Y el segundo, un plan de energía y clima unidos, que recoja la revisión de los objetivos. Y si en Euskadi, en comparación con otras regiones, ya estamos arriba, con este gran salto, vamos a ser referencia en Europa; no lo digo yo, lo dice Europa. Estamos entre las 18 o 20 regiones más ambiciosas.
Cuando Europa habla de reducir las emisiones un 55% lo dice en relación a 1990. ¿Por qué aquí tomamos como referencia 2005?
-Porque es el año que tenemos capacidad de gestión. Desde entonces hemos reducido un 26% las emisiones y desde 1990 un 9%. Pero nuestro gran objetivo es la neutralidad climática para el año 2050. Muy pocos países se fijan ese objetivo.
¿Qué es la neutralidad climática?
-Nosotros estamos emitiendo unos 19 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) al año y absorbemos 2 a través de nuestros bosques, ríos, marismas… La idea es que en 2050 seamos neutros. Eso no significa que no vayamos a emitir nada, sino que tenemos que absorber todo lo que emitamos y que el balance sea cero.
¿Y eso es mucho o poco?
-Al planeta lo que le importa son las emisiones globales, pero cuando haces un análisis de quién está impactando más, Europa emite más. Es decir, por habitante, emite mucho menos China. Aún así, hay que decir que siendo Euskadi muy industrial, quien mejor ha hecho los deberes es la industria, que es quien más está reduciendo las emisiones. El mayor caballo de batalla es el transporte.
¿Ya no queda margen de mejora en la industria?
-Euskadi es de los pocos que ha demostrado que se puede crecer económicamente y reducir los GEI. El desacoplamiento entre el PIB y las emisiones es una realidad desde 1995. Desde entonces hasta 2018 el PIB vasco ha crecido un 75% y ha ido acompañado de un descenso del 17% de las emisiones de GEI. Es muy difícil exigirle mucho más a la industria, porque es la que mejor ha hecho los deberes, pero somos todos nosotros, la sociedad en su conjunto, quienes tenemos que interiorizar la corresponsabilidad.
¿Por qué siguen disparadas las emisiones del transporte?
-Desde las instituciones, estamos intentando fomentar el transporte público y a veces es imposible; cambiar los hábitos es lo más difícil, pero es que toda Europa tiene el mismo problema. Y aún así, estamos consiguiendo reducir las emisiones.
¿Es una cuestión de hábitos?
-Es difícil cambiar nuestros hábitos y comportamientos. Pero en cuestión de cambio climático, en lugar de hablar de catástrofes y los cambios que va a haber en la meteorología, en vez de hablar en clave de amenaza, es importante verlo en clave de oportunidad. Está demostrado que los grandes titulares y los mensajes catastrofistas no funcionan. Lo que dicen los expertos en psicología del comportamiento, de hecho, es que generan apatía y desincentivan.
¿Tan difícil es actuar sobre la conciencia de la sociedad?
-Parece que el cambio climático viene mucho del mundo científico, tecnológico y la innovación, pero es sobre todo un tema social. El covid-19 es el ejemplo más paradigmático: cambiar los comportamientos es lo más complicado. Y el gran reto somos nosotros: 7.700 millones de personas en el planeta.
“Está probado que los grandes titulares, los mensajes catastrofistas, no funcionan para concienciar a la ciudadanía”
“Euskadi ha demostrado que crecer económicamente y reducir emisiones al mismo tiempo es posible y somos referencia a nivel mundial”