- La crisis de 2008 guillotinó todo cuanto existía y más. También se llevó por delante lo que estaba por venir para las generaciones que por aquel entonces andaban por los treintaytantos. El resultado, una década después, queda reflejado en las estadísticas. Una del Observatorio Vasco de la Vivienda, por ejemplo, dice que 10.526 personas con más de 44 años residen en casas de progenitores u otros familiares cuando, en realidad, querrían hacerlo en su propio piso. Y lo mismo les pasa a otros 92.821 con edades comprendidas entre los 18 y los 44 años.
Un panorama inquietante que podría empeorar a causa de la pandemia y a sus efectos devastadores sobre la economía doméstica de esas miles de personas que durante estos meses han perdido sus trabajos, han visto reducido sus ingresos o van a tener más complicado aún incorporarse el mercado laboral. Aquella recesión fue dura, pero es que la situación de partida tras la desaceleración y el frenazo ocasionado por la covid-19 “resulta considerablemente peor”. Esa es, al menos, una de las conclusiones de la Encuesta sobre Necesidades y Demanda de Vivienda.
Así lo confirman los datos del paro y de desempleo entre los segmentos de la población más joven. “Difícilmente estos colectivos podrán acceder a un mercado de vivienda libre cuyo precio de la vivienda se ha ajustado de forma moderada desde 2008 y sitúa el precio por metro cuadrado en los niveles superiores a 3.400 euros por metro cuadrado como promedio en la vivienda nueva y 2.700 euros en la libre usada”, ilustran en el citado informe elaborado por el Observatorio vasco de la Vivienda.
Y otro dato aportado en la encuesta: solo 23.980 personas de entre 18 y 44 años con necesidad de acceso a la primera vivienda manifiesta disponer de ingresos suficientes para poder plantearse su emancipación; esto es, el 37,1% de las 64.702 personas con necesidad de acceso en ese tramo de edad. En sentido contrario, cerca de dos de cada tres personas con necesidad de acceso a primera vivienda, “aun disponiendo de algún tipo de ingreso no cuenta con ingresos suficientes para poder dar satisfacción a esta necesidad”, remata el documento. Por territorios, en Gipuzkoa se apreció en 2019 un repunte (+15,5%) en la demanda de primera vivienda en este segmento de población sin emancipar, mientras que en Araba caía un 24,8% y en Bizkaia un 8,5%.
El precio del alquiler tampoco ayudará a la emancipación de nuevas generaciones a corto plazo ya que se ha incrementado durante estos últimos años “dificultando el acceso a la vivienda de estos grupos de población que cada vez se decantan en mayor medida por este tipo de régimen de tenencia y requiere de un importante nivel de prestaciones públicas para sostener el pago de las rentas de alquiler. Buena parte de la demanda de vivienda se ha orientado hacia la demanda de vivienda protegida en alquiler, incluso en el caso de personas y familias ya emancipadas con dificultades para el pago de la renta libre”, se agrega en las conclusiones del informe.
Así, cada vez es menor el peso de las solicitudes de vivienda protegida de personas sin emancipar y mayor el de la demanda de cambio de vivienda desde el mercado de alquiler libre hacia la demanda de vivienda protegida. A diferencia de lo que sucedía en la década pasada, cuando la práctica totalidad de las solicitudes de vivienda protegida en Etxebide se correspondían a personas y familias que pretendían acceder a su primera vivienda, desde hace unos años predomina la demanda asociada al cambio de vivienda desde una en alquiler libre en la que residen actualmente a una protegida en alquiler.
En 2019, las solicitudes asociadas al acceso a una primera vivienda supusieron solamente el 25,8% de la demanda inscrita, según los informes de evaluación del servicio de vivienda realizados por el Observatorio. De este modo, en 2019 tres de cada cuatro solicitudes de Etxebide se corresponden con personas y familias que ya residen en viviendas de alquiler libre. Algo más de 40.000 personas o familias que ya están emancipadas y residen en régimen de alquiler libre demandan vivienda protegida en alquiler. El perfil de estas familias que demandan vivienda protegida en alquiler se corresponde con hogares con un muy reducido nivel de ingresos (por debajo de los 13.000 euros por solicitud) y se vincula a familias con situaciones laborales en las que predomina el empleo precario o el desempleo.
A nivel general, esa necesidad de cambiar de piso también experimenta un crecimiento. El Observatorio de la Vivienda calcula que este fenómeno afecta a 83.410 hogares, (7.440 más que en 2017) y supone un 9,3% del total de familias de Euskadi. Entre los hogares que buscan una oportunidad para mudarse de domicilio, el 41,8% reconoce que no es algo urgente pero sí que están valorando irse a otra casa a corto o medio plazo. El restante 58,2% sí dice tener una “necesidad directa” de cambio.
Un análisis más al detalle distingue dos comportamientos diferenciados: por un lado, en Gipuzkoa y Bizkaia, en cuyos territorios algo menos de la mitad de los hogares con necesidad (43%) están pensando cambiar de vivienda, aunque realmente no tengan esa necesidad objetiva de hacerlo (en Gipuzkoa representan el 43,9% de los hogares y en Bizkaia el 42,4%). En Araba, en cambio, predominan las viviendas familiares que tienen una necesidad objetiva de cambio de vivienda. Estas representan el 65,8% de los hogares con necesidad detectados en el Territorio. El tamaño inadecuado de la vivienda explica un 31,6% de la necesidad, seguido por la mejora de la accesibilidad a la vivienda, con un 14,4%. Otros motivos destacados son el mal estado de la vivienda (11,4%), querer una vivienda en propiedad (10,7%) o la necesidad de un alquiler más barato (10,4%).
Y todo ello en un contexto sociodemográfico marcado por el estancamiento y el envejecimiento poblacional. Dos rasgos que habían hecho presagiar a los analistas un comportamiento en el sector que, de momento, está tardando en llegar. “Estas tendencias demográficas deberían haber supuesto una notable reducción del número de personas que demanda acceso a la primera vivienda. Sin embargo, la recesión de 2008 ha supuesto un retraso en los procesos de emancipación de la población más joven y también adulta al dificultar su acceso al mercado laboral y al logro de empleos de calidad, lo que ha dificultado la disposición de una situación laboral estable para poder acceder al mercado de la vivienda durante esta última década”, deduce la Encuesta sobre Necesidades y Demandas de Vivienda.
120.532
En 2019 se identifican un total de 120.532 personas con necesidad de acceso a una vivienda (86.970 personas con ingresos o rentas propias) que requerirían un total de 103.293 viviendas, de las cuales 71.774 viviendas son asociadas a personas o grupos familiares con ingresos o rentas propias. Además de las 92.281 personas de 18 a 44 años sin emanciparse con necesidad de acceso a una vivienda, se identifican las dos siguientes tipologías de necesidad.
44
En primer lugar, 10.526 personas de más de 44 años con necesidad de acceso a una vivienda, que residen en viviendas de progenitores u otros familiares, que requieren 9.667 viviendas de las cuales 9.396 personas disponen de ingresos o rentas propias y necesitan 8.688 viviendas.
17.724
En segundo lugar, 17.724 personas ya emancipadas en un piso compartido requieren un acceso a 14.371 viviendas para residir de forma independiente o con el grupo familiar que conforma (de estas 12.871 personas disponen de ingresos o rentas propias y requieren 9.639 viviendas).