Astiasarán ofreció el pasado 3 de abril en el auditorio de Civican de Pamplona la conferencia Nutrición y Alimentación: reto del futuro, que fue organizada con la colaboración de Jakiunde, Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras. La experta explicó posteriormente que los principales retos de futuro que afronta la Nutrición y la Alimentación son “paliar las dos realidades que sufrimos en la actualidad”, ya que “existe una parte de la población mundial que está desnutrida y otra parte que sufre problemas de salud derivados de una malnutrición relacionada en muchos casos con un exceso de determinados grupos de alimentos”.
Así, mientras más de 1.900 millones de adultos tienen sobrepeso y 650 millones son obesos, sigue aumentando el número de personas afectadas por el hambre en el mundo. En este sentido, Astiasarán, que en 2009 recibió la Medalla de Oro de la Diputación de Gipuzkoa por su trayectoria científica en materia de Nutrición, Dietética y Seguridad Alimentaria, señaló que “efectivamente hay millones de personas que no tienen acceso a una alimentación suficiente”. Una situación que “comenzó a mejorar a comienzos de este siglo”, pero que “a partir de 2015 la tendencia se ha revertido y los últimos datos nos indican que estamos empeorando”, según afirmó. De hecho, apuntó que si bien en el año 2014 se cifraba en 784 millones las personas que pasaban hambre, en 2017 alcanzaron ya los 821 millones. “Las razones de este cambio de tendencia -sostuvo la especialista- son fundamentalmente dos: los conflictos bélicos y los desastres naturales motivados por el cambio climático. Además, estos últimos son a su vez los responsables en muchos casos de las guerras, por lo que los dos factores se retroalimentan entre sí”.
En el otro extremo se encuentra “la sobrealimentación que se produce en países de nuestro entorno y que afecta a la salud por consumo excesivo de alimentos cuya composición favorece la obesidad y otras enfermedades crónicas, como diabetes, enfermedades coronarias, cerebrovasculares o algunos cánceres, que encabezan las principales causas de muerte por ejemplo en España”.
propuesta Así, para solucionar tanto el problema de la desnutrición como de la malnutrición o sobrenutrición, actualmente se plantea un abordaje conjunto. Por un lado, según expuso la especialista, “el cambio climático provoca desastres naturales como sequías o inundaciones, que afectan negativamente a la producción de alimentos y, en definitiva, provocan más hambrunas. Por otro lado, la propia producción de alimentos genera una parte importante (se estima que hasta un 20-30%) de los gases de efecto invernadero que favorecen el cambio climático. Esto significa que hay que procurar cambiar los sistemas tradicionales de producción de alimentos y hacerlos más sostenibles”. Tras señalar que “la producción ganadera es mucho más problemática (genera más gases de efecto invernadero) que la agrícola”, Astiasarán explicó que “se está comenzando a apostar por las llamadas dietas sostenibles, es decir, dietas con bajo impacto ambiental que contribuyan a la seguridad alimentaria y nutricional y a la vida sana de las generaciones presentes y futuras”.
La académica de Jakiunde prosiguió, al respecto, que “ya hay grupos de científicos que señalan cuáles deberían de ser las grandes pautas de este tipo de dietas: un volumen de aproximadamente la mitad de la ingesta total a base de verduras y frutas”, mientras que “la otra mitad debería de consistir principalmente en granos enteros, fuentes de proteínas vegetales, aceites vegetales insaturados y (opcionalmente) cantidades modestas de proteínas de origen animal”.
Tras considerar que “son, como se puede comprobar, unas pautas bastante diferentes a nuestros hábitos alimentarios actuales y, por tanto, difícilmente alcanzables a mi modo de ver a corto-medio plazo”, incidió en que “hay que tener en cuenta que en materia de alimentación se ha de ser siempre muy prudentes y el pasado nos enseña que el desterrar o tachar determinados alimentos, como se sugiere en la dieta mencionada en el caso de los alimentos de origen animal, no ha sido siempre acertado”. Así, las ciencias de la alimentación siguen trabajando para conseguir una alimentación segura, suficiente, equilibrada y saludable para todos.