Gasteiz - ¿Cuál ha sido la salud del turismo en Euskadi en este 2018?

-El diagnóstico no puede ser sino positivo porque seguimos creciendo, lo hacemos de manera repartida en todo el año y es un tipo de turismo que responde a otras claves distintas a las de los destinos masificados. Nos incorporamos tarde a esta industria, pero eso, en alguna medida, nos ha permitido desarrollar unas políticas turísticas que van en una buena dirección.

La situación no es la misma en las capitales, la costa y el interior.

-Obviamente, la situación es heterogénea. Gipuzkoa, y en realidad Donostia, tiene una tradición turística que se remonta a 150 años, además de sus encantos, que la sitúan en la punta de lanza del turismo en Euskadi. Es la imagen que más exportamos hacia fuera. Pero en realidad, si miramos los datos el reparto no es tan desigual como parece. Araba es la que menos turistas aporta, pero representa el 13% del PIB de Euskadi; Bizkaia representa algo más del 50% de la población y el PIB vascos y los turistas en este territorio representan un 46%; y en Gipuzkoa los visitantes representan un 39%, que es algo más que su peso poblacional. Hay una distribución heterogénea, pero más que entre territorios, entre municipios.

Para responder a ello, el Gobierno Vasco trabaja con la marca Euskadi Basque Country. ¿Cómo está funcionando?

-Hay elementos, como Donostia o Bilbao, que tienen proyección internacional por sí mismas, pero al final, lo que debemos conseguir es una marca de país que es la que podemos vender fuera. Se trata de una venta en pack, primero para poder estar, porque si no es difícil competir; y segundo para vender en paquete, porque San Sebastián puede vender mucho, pero gana mucho cuando la gente sabe que a pocos kilómetros puede ir a un museo en Bilbao o a una bodega a la Rioja alavesa. Los turistas en lugar de dirigirse a un sitio y pasar muchos días en él, hacen turismo de recorrido, quieren ver varias cosas y hacerse fotos en muchos sitios distintos. Es lo que buscan los visitantes en el siglo XXI y es por lo que la promoción de la marca tiene sentido.

¿Cómo se vende Euskadi en el extranjero?

-Nos hemos incorporado tarde a la industria del turismo, pero hemos tenido mucha suerte porque Euskadi encaja bien en el perfil del turista del siglo XXI por el tipo de cosas que ofrece. Uno de los elementos fundamentales es la gastronomía, pero eso por sí mismo no basta. Ahora los visitantes buscan hacer muchas cosas y en eso Euskadi se vende bien porque puede ofrecer multitud de facetas en un territorio pequeño y fácilmente recorrible. En cuatro o cinco días, se pueden hacer varias cosas distintas.

¿Es difícil diversificar esa oferta?

-Desde la visión de Euskadi no es tan difícil cuando integras productos, porque tenemos muchas cosas para enseñar y hay varias instituciones locales dedicadas a promocionarlos. Desde el Gobierno, muchas veces la labor consiste en la promoción de esos productos que ya están creados, como puede ser el Camino Ignaciano en el caso de Gipuzkoa, o proponer a las instituciones locales el construir un producto turístico determinado, como estamos haciendo ahora con el turismo industrial. Habiendo cosas para mostrar, no es tan difícil como parece ofrecer un escaparate variado que nos permita atraer un turismo sostenible que reparta flujos, de manera que los beneficios se distribuyan en el conjunto del territorio.

¿Cuál es el perfil de turista más atractivo para Euskadi?

-El turista respetuoso con el entorno. No es solo una cuestión de poder adquisitivo, sino de cómo se acerca al destino, aunque una cosa lleva a la otra. Tenemos un perfil de turista que gasta por encima de la media, pero no debe ser ese únicamente el término. La atracción gastronómica incide sobre todos ellos: unos se permitirán cenar en un restaurante Michelin y otros lo harán de pintxos. Pero el tipo de intereses y motivaciones de quien llega a Euskadi encaja bien con esa persona que busca algo más y que, por lo tanto, tiende a ser respetuoso con el entorno.

¿Cómo se han vivido desde el Gobierno Vasco los puntuales episodios de turismofobia que han surgido en algunas zonas como la Parte Vieja de Donostia?

-No estoy muy de acuerdo con la palabra. Ha habido alguna reacción, pero creo que tiene más que ver con los excursionistas que con los turistas. No me parece legítimo utilizar algunas aglomeraciones que se producen por muchas razones, y probablemente no sean los turistas los principales responsables, para generar un impulso contra esta actividad de la que en Euskadi vive mucha gente. No hay que confundir los términos. Y problemas de determinadas ordenaciones de calles, de las terrazas, no son problemas de los turistas sino de la gestión de la ciudad.

Se ha llegado a comparar la situación de Donostia con la de Mallorca o Venecia.

-Para que esto sea así en San Sebastián deberían entrar cientos y cientos de miles de turistas, algo que evidentemente no pasa. Recordemos que en Baleares el turismo supone el 45% del PIB, mientras que en Euskadi es el 6%.

Para regular todo este fenómeno turístico en auge, su Departamento ha propuesto la implantación de una tasa turística. ¿Cuál es la propuesta concreta?

-La propuesta es que sea un impuesto autonómico, de adhesión voluntaria por parte de los ayuntamientos y que la propia ley especifique el destino de la recaudación en torno a políticas turísticas sostenibles. En enero vamos a organizar un encuentro con Eudel y la mesa de turismo para abordar esta cuestión.

Parece que no se ponen de acuerdo en cómo repartir lo recaudado.

-En enero tendremos una reunión con el Departamento de Economía y Hacienda para avanzar en los términos económicos.

Donostia no parece dispuesta a compartir lo que recaude con el Gobierno Vasco.

-El impuesto es autonómico y la recaudación, por lo tanto, es del propio Gobierno. Desde mi punto de vista, toda recaudación debe ser redistributiva, del que tiene para el que no tiene, y puesto que es un impuesto voluntario, me parece normal que una parte se la quede el municipio, pero no todo. Hay una parte de esa tasa turística que debe dirigirse a promocionar nuevos destinos, porque de lo contrario, nos puede llevar a la concentración del turismo y al no reparto de flujos.

¿Cuáles van a ser los próximos hitos en cuando al desarrollo del proyecto de implantación de la tasa turística?

-Empezar a intercambiar información con Hacienda para bajar al terreno técnico del impuesto y celebrar un foro municipal de Eudel para ver cuál es su propia visión sobre el mismo.

¿Cómo ha sido recibida esta propuesta en la Mesa de Turismo?

-Entre los representantes del sector ha habido alguna reacción contraria. Una cosa es que a alguien no le resulte interesante implantarlo, y otra que eso sea un obstáculo para quien sí quiere ponerlo. Por eso el elemento fundamental es que sea voluntario.

¿Puede afectar esta ecotasa a la llegada de turistas?

-Es el miedo que plantea el sector hotelero pero no hay ninguna prueba en ninguna parte que lo haya implantado. Los vascos cuando viajamos fuera la pagamos y me da la sensación de que hacerlo o no, no es lo que nos echa para atrás a la hora de elegir un destino.

En Gipuzkoa, las Juntas Generales han propuesto la implantación de una ecotasa progresiva que grave las estancias más cortas. ¿Va en la línea de lo que usted plantea?

-Sí. No puede ser una tarifa homogénea ni por temporada ni por tiempo de estancia. Lo que no estoy de acuerdo es en llamarlo ecotasa, porque me parece que es una manera de no llamarlo impuesto, que es lo que es. Y me parece una mala práctica que las instituciones públicas hagan una prensa negativa de los impuestos.

Otra de las cuestiones objeto de regulación durante los últimos meses han sido el del fenómeno de las viviendas de uso turístico. ¿Hacía falta hacerlo?

-El de las viviendas de uso turístico es un fenómeno mucho más viejo de lo que creemos, lo que pasa es que la capacidad de búsqueda de oferta a través de Internet ha llevado el fenómeno hasta la estratosfera. También ha habido una cierta sensación, muy propia de la cultura de Internet, de que todo es válido. Si se está estableciendo un nuevo elemento de negocio, este debe ser objeto de vigilancia por parte de la Administración, porque se deben proteger los derechos del consumidor. Este fenómeno ha venido para quedarse, pero debe ser regulado.

Donostia lo ha hecho y ha recibido un tirón de orejas de la Comisión Nacional de la Competencia.

-Me parece que Competencia, en ocasiones, cuando plantea su discurso ante estas normativas se pasa al todo vale. Recuerdo un informe en el que le parecía un abuso hasta establecer unas condiciones mínimas en la vivienda. Si estamos promocionando turismo sostenible no quiero infravivienda dedicada al alquiler turístico, porque si promocionas un turismo low cost tienes unos turistas low cost. Si ofertamos mala vivienda, con malas condiciones y pocas infraestructuras, estás ofreciendo un mal producto que atrae a malos turistas. Es verdad que en ocasiones ha habido regulaciones tan estrictas que no había manera de comenzar una actividad, pero a veces se pasa al otro extremo. Habrá que llegar a un punto intermedio, pero lo que no puede ser tampoco es que la única regulación que haya tenga que ver con el criterio de la libertad de acción, iniciativa o actividad. Creo que es necesario considerar otros intereses y llegar a una regulación acorde a los intereses de tres ámbitos: de quien oferta, de quien convive y de quien consume.