Bilbao - En la localidad pesquera de Gandiol, al norte de Senegal, falta una generación de hombres jóvenes que decidieron migrar en busca de una vida mejor. Uno de aquellos jóvenes que soñaba con Europa era Mamadou Dia, que en 2006 arriesgó su vida en un cayuco con otras 83 personas para llegar a las costas españolas. Sin embargo, Mamadou se dio pronto cuenta de que Europa no era la tierra de oportunidades con la que toda una generación soñaba en su localidad natal, así que emprendió el camino de vuelta a Gandiol con un objetivo: trabajar por el desarrollo de su comunidad y prevenir la migración insegura de su gente.
En diciembre de 2017 su sueño se hizo realidad: abría sus puertas el centro Cultural Sunu Xarit Aminata, que lleva el nombre de su diseñadora, la cooperante vasca y arquitecta Nerea Pérez-Arrospide, fallecida en un accidente de tráfico en Senegal en 2015. Sunu Xarit significa “nuestra amiga” en wolof y Aminata es el nombre que le pusieron allí a la joven. Para hacer realidad este sueño, las ONG vascas KCD ONGD y Asociación Aminata para la Educación y la Cultura han contado con alrededor de 125.000 euros del Ayuntamiento de Bilbao, 20.000 euros de Ayuntamiento de Berango, 36.000 euros de la Diputación Foral de Bizkaia y 20.000 euros de la Diputación Foral de Gipuzkoa, entre otros financiadores, apoyos que han beneficiado directamente a más de 1.500 personas y de forma indirecta a las 25.000 personas que habitan el departamento de Ndiebene-Gandiol.
La Coordinadora de ONGD de Euskadi cumple este 2018 treinta años, los mismos que las políticas vascas de cooperación al desarrollo, un hito que se conmemorará el próximo jueves con una gala en el Euskalduna, presentada por la periodista Rosa María Calaf y el actor Gorka Otxoa. Pero antes, ayer, la coordinadora hizo balance de tres décadas de trabajo. Para su vicepresidente, Eneko Calle, la aprobación del Parlamento vasco de la Ley de Cooperación en 2007 fue “un punto de inflexión”. Esta ley fijaba para 2012 el compromiso de destinar a cooperación el 0,7% de los presupuestos totales de la administraciones vascas. Sin embargo, desde la coordinadora lamentaron que “solo el consistorio gasteiztarra lo cumple, pero de manera puntual e inestable”. La media del porcentaje en las siete instituciones vascas en 2017 fue del 0,44%. Todas ellas, conjuntamente, destinaron ese año 63 millones de euros para poner en marcha más de 350 proyectos de cooperación.
“La labor de la cooperación al desarrollo tiene dos pilares, la administración pública y las organizaciones con sus bases sociales”, destacó la presidenta de la coordinadora, Sofía Marroquín, quien valoró el documento institucional de coherencia de políticas que hizo público el lehendakari en 2016. “Es un paso adelante para asegurar que toda acción del Gobierno Vasco en materia de cooperación sea coherente con sus políticas”. “Eso está ocurriendo en Euskadi y no está ocurriendo en otras comunidades”, destacó.