pamplona - Pablo Burgess Gamarra, de 21 años y natural de Oion, ingresó ayer en Urgencias, donde todavía permanece tras haber sufrido un traumatismo maxilofacial. Su estado a última hora de ayer era “grave”. Su ama, que le había acompañado, se mostraba ayer preocupada. “Ha sido un susto serio”, lamentaba. Ella le acompaña siempre y habían quedado en el punto de encuentro, el bar La Olla, desde donde lo vio por televisión. “Y lo he reconocido. Lleva tres años corriendo, este es su cuarto encierro. Tenía mucho hambre de toro y el toro le ha comido. Pero no creo que deje de correr: al venir paramos en Puente la Reina, estaban preparando todo para las fiestas y ya decía que a ese también tenía que ir”.

Nunca había tenido ningún susto y suele correr desde el final de Santo Domingo hasta el Ayuntamiento. “Se ha caído y le han pasado por encima, había muchísima gente y ahí los golpes son tremendos. Lo que más miedo me daba era la espalda pero parece que está bien”.

Explicaba que la afición le viene desde pequeño, además de que tres de sus tíos también son corredores. “Como no había manera de que leyera, compraba el periódico para que lo viera, recortara y pegara los encierros. Tiene un cuaderno con ellos para leerlos. Todavía lo guardamos, me dice que no me enfade porque venga a correr porque yo tengo parte de culpa”, bromeaba. El joven, decía, estaba “asustado. Y encima justo ayer se olvidó sus dos fetiches”.

Carrera con los miuras Sea como fuere, ayer el encierro era muy esperado, ya que le tocaba el turno a los astados de Miura. Solo los segundos interminables de Aguilito llevando ayer prendido del cuerno derecho al bayonés Pierre Ponté en la bajada al callejón valen para superar en emoción a casi cualquier espectáculo que pueda verse en el mundo. Los atléticos toros de Miura hicieron del último encierro de los Sanfermines la carrera más rápida, dos minutos y 12 segundos y, una vez más, no cornearon a nadie aunque dejaron siete traslados al Complejo Hospitalario de Navarra por traumatismos. Fue un broche más que digno a unos encierros de 2018 que han sido de récord. Solo dos heridos por asta. Hay que remontarse 35 años, hasta 1984, para encontrar un balance semejante. Solo en 1967, según los datos que recopiló el doctor Luis del Campo, no hubo heridos por asta en los encierros.

La mítica ganadería sevillana de Lora del Río se presentaba por 53º vez en la Feria del Toro. Seis toros marca de la casa: grandes, con 584 kilos de media, y uno, Tendero, por encima de los 600. Parece que van despacio, pero tienen un tranco formidable y sus largas patas devoran los adoquines. Tienen merecida fama de nobles que se apartan para no cornear a nadie. Solo 16 empitonados en los 38 últimos encierros, los que cuentan con estadísticas fiables. Y otra vez, la sexta consecutiva, la Meca puso a los miuras el día 14, superados ya aquellos años en que, precisamente por su teórico poco peligro, se corrían en domingo, el día de mayor masificación.

Listonero, Tendero, Maquilero, Tabernero, Aguilito y Déjalo salieron rápidos de los corrales de Santo Domingo, arropados por unos cabestros (sobre todo uno) más despistados que de costumbre. Un par de toros y un manso compartieron la cabeza, casi a relevos, y subieron por el centro de la cuesta sin hacer caso a nadie. Así atravesaron la plaza del Ayuntamiento, donde pisotearon a conciencia a un corredor alavés, y se plantaron en un visto y no visto en la curva Mercaderes-Estafeta, donde pasaron por encima de un manchego. - P.G. /L.H./J.L./V.U.