Me sorprendía esta semana un enfurecido conductor que me increpó desde su coche con el puño en alto, cual exacerbado revolucionario ruso, debido a la supuesta invasión que había realizado con mi autobús al salir de una parada señalizada, para incorporarme al carril de circulación. Sin entrar a valorar las normativas de la DGT, que para eso hace falta santa paciencia y estudios superiores, me sorprendió que el conductor enfadado me dijera “que conduzco como una chica”, como si eso fuera algo peyorativo o digno de entender como un insulto. Nada más lejos de la realidad, y aprovechando la excusa he decidido recordar en la columna de hoy a unas cuantas mujeres pioneras que nunca viene mal tener presente.
Si existe una chica gótica que hable de monstruos, ésa es, sin duda, Mary Shelley, creadora de una de las novelas de terror romántico más representativas: Frankenstein. Ada Byron desarrolló el primer algoritmo procesado por máquinas, fue algo así como la iniciante programadora de la historia. Que decir de Marie Curie, científica polaca y primera mujer en ganar el Premio Nobel al desarrollar la teoría y práctica de la radiactividad. Lottie Dod era una chica maravilla, el libro Guinness de los récord la considera la deportista más versátil de todos los tiempos, como tenista, con su victoria a los 16 años de edad siendo la vencedora de Wimbledon más joven de la historia, y también fue una crack al golf, jugó en el equipo de hockey del Reino Unido y ganó medalla olímpica en tiro con arco. Coco Chanel revolucionó el mundo de la moda tal y como se conocía. Virginia Woolf es una de las autoras más destacadas del modernismo literario del siglo XIX. Aquí en nuestro díscolo país, Clara Campoamor conseguía que las mujeres pudieran votar en España que, aunque ahora nos parece normal, entonces era un pelín raro. Y tenemos a Agatha Christie, la autora más leída y traducida de la historia; a Malala Yousafzai, la joven ganadora del Nobel por su lucha constante por el derecho a la educación de las niñas; a Valentina Tereshkova, la primera mujer que viajó al espacio; a Annie Leihovitz, la fotógrafa retratista más famosa del mundo; a Hedy Lamarr, actriz e inventora de lo que ahora conocemos como wifi; o a Juana de Arco, la doncella de Orleans, que guió valientemente al ejército francés hacia la victoria?
-Todo eso está muy bien, pero Juana de Arco no debería figurar entre las damas intachables -me corrigió un redactor del periódico al leer el escrito-. Era drogadicta?
-¿Drogadicta Juana de Arco? -le repliqué yo patidifuso-.
-Claro -dijo convencido-, todo el mundo sabe que murió por heroína?