Bilbao - Programar las compras, establecer un presupuesto, comparar precios, mirar la etiqueta, conocer la política de devoluciones, guardar el ticket... Son los consejos habituales durante la temporada de compras navideñas, la época de mayor consumo del año. Pero, ¿y si además consumiéramos de forma responsable? Es decir, pensando en quién ha elaborado el producto que vamos a adquirir y, sobre todo, en qué condiciones.
Detrás de muchos productos se esconden situaciones de explotación laboral, formas modernas de esclavitud, explotación infantil y grave degradación del medio ambiente. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentado este año, 25 millones de personas son sometidas a trabajo forzoso en fábricas clandestinas, explotaciones agrícolas y otros sectores. De estas, el 18% son menores de entre 5 y 11 años. Asimismo, la OIT calcula que en torno a 830 millones de personas son trabajadores pobres, es decir, que su salario no les permite cubrir necesidades básicas.
“Con nuestro consumo podemos cambiar mucho las cosas. Nuestro consumo es como un voto que damos cada día, votamos por un tipo de economía u otra. Si votamos a una economía más justa, el mundo cambiará en esa dirección. Sin embargo, si seguimos comprando un montón de ropa que luego ni nos ponemos... eso es insostenible tanto para la naturaleza como para las mujeres que están encadenadas 14 horas al día a una máquina de coser”, explica María Ferrer, responsable de Kidenda, tienda que forma parte de la red de comercio justo.
El consumo en esta época se dispara. Comida, bebida, textil, bisutería, perfumes, libros, juguetes... Según la consultora Deloitte, este año el gasto medio de los hogares será de 633 euros en el Estado español y por primera vez superará a Reino Unido en intención de gasto para estas navidades, pasando a liderar el ranking de países europeos encuestados. La mayor parte de ese dinero (252 euros) se destinará a regalos; el resto se distribuirá en comida (195 euros), viajes (106 euros) y ocio (80 euros).
El comercio justo también sube sus ventas en estas fechas, aunque sus cifras están todavía en una liga inferior. “En Navidad mucha gente se plantea hacer un regalo distinto, un regalo con valores o que sus detalles de empresa sean solidarios o de comercio justo. En estas fechas hay un poco más de reflexión sobre consumo responsable”, comenta Ferrer. La alimentación, sobre todo el café y los dulces, es el sector estrella. “Son alimentos biológicos y producidos en condiciones de justicia en toda la cadena de producción. Los productos de comercio justo presentes en la cena de Navidad podrían ser los turrones, el chocolate, el azúcar de caña, la panela... también el arroz, el cuscús y las especias están al alza”. En cuanto a regalos, la oferta incluye cosmética y artesanía. “Tenemos cosmética natural procedente de cooperativas de mujeres que cultivan estos productos en unas condiciones justas a través de las cuales consiguen un desarrollo comunitario y la mejora de sus vidas”, explica la responsable de Kidenda. Y para los niños existen juegos pedagógicos con valores de comercio justo. “No son juegos competitivos, sino juegos cooperativos. Se les enseña que todos ganamos si conseguimos trabajar todos juntos. Es muy interesante porque no es como el Monopoly, en el que gana el que más dinero tiene”, sostiene.
Crecimiento Desde 2000, la cifra global de consumo de comercio justo ha crecido año tras año y alcanzó los 40 millones de euros en 2016, un 15% más que el año anterior. Sin embargo, pese a este aumento, el Estado español, con una media de gasto de 0,86 euros al año por persona, sigue a la cola en relación a otros países europeos, donde el consumo medio es de 13,7 euros. Según la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, supermercados y grandes superficies, con el 38% de la facturación, se sitúan como el principal espacio de consumo. Le sigue el denominado canal HORECA (hostelería, catering y restauración), con el 36% del mercado. En tercer lugar, los establecimientos minoristas generan un 23% de las ventas -en el Estado existen 75 tiendas y 74 puntos de venta especializados-.
Por sectores, la alimentación continúa siendo el protagonista, ya que representa el 93% de las ventas; solo el café genera el 43% de la facturación. “Hoy en día se consumen 1.400 millones de tazas de café al día. Imaginemos que esas 1.400 millones de tazas fuesen de comercio justo. Tenemos mucho poder como personas consumidoras”, sostiene Ferrer. Los datos también muestran que el azúcar, los dulces y el cacao -con un 40%- son el grupo que más ha crecido respecto a 2015. Por el contrario, la artesanía, con un 4,8% de las ventas, continúa en la línea de descenso iniciada en 2008. En este grupo, los complementos y los productos textiles se mantienen como los más vendidos, y los juguetes han experimentado una subida.
Nerea acude a Kidenda para comprar té rooibos y chocolate. “Lo he probado y me gusta más”, sostiene la clienta. Joana, por su parte, opta por la artesanía: una cartera. “Suelo comprar el calendario todos los años y vengo de vez en cuando a la tienda. Intento tener en mente esa visión de sostenibilidad y justicia; los productos de higiene, cosmética procuro comprarlos aquí”, cuenta.
Origen En cuanto al origen, las entidades miembro de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo importaron el año pasado artículos procedentes de 242 organizaciones de más de 40 países: cacao de República Dominicana y Costa de Marfil; café de Perú, Uganda, Etiopía y Tanzania; azúcar y dulces de Filipinas, Ecuador y Paraguay; té de Sri Lanka; arroz de Tailandia, y textiles y bisutería de India. “El 80% de estas organizaciones productoras adoptan formas de la economía social, es decir, son cooperativas, fundaciones o asociaciones”, explica la coordinadora.
“El comercio justo como tal, viene de África, América Latina y Asia, pero ahora se está trabajando el apoyo al comercio local y al productor local. Por ejemplo, en Kidenda puedes encontrar productos de unos baserritarras de Zeberio, de la cooperativa Maskilu, porque si estamos apoyando a los productores del sur que están con la quinoa o las especias, cómo no vamos a apoyar a los productores de aquí que también necesitan apoyo”, explica Ferrer.
De esto sabe bien Luz Mari, voluntaria de Kidenda de 80 años. “Tuve una tienda toda la vida, durante 40 años. Era de regalos y tenía colas. Estaba ubicada en un buen sitio y tenía cosas exclusivas. Hoy en día eso no sería posible. Quité la tienda con 63 años, después de toda una vida trabajando, y tuve suerte de cerrarla en ese momento porque desde entonces veo que abren tiendas y cierran al poco tiempo. Las multinacionales están acabando con el comercio local”, lamenta.
María Ferrer invita a “sospechar” de las grandes franquicias. “Normalmente, en un comercio convencional, la persona productora se lleva el 3% del valor final del producto y no sale de la pobreza, porque no le llega ni para cubrir los costes de producción; en comercio justo suele quedarse con el 30% y logra tener una vida digna”, apunta. Cada vez existen más alternativas al comercio convencional, también el sector textil, como la moda Slow fashion, aunque la responsable de Kidenda apuesta además “por la incidencia”. “Es una herramienta poderosísima. Si todas las personas consumidoras vamos a la tienda y empezamos a preguntar cómo se han producido las prendas, cuánto ganó la persona que las confeccionó, de dónde salió el algodón, si está producido con pesticidas... el proceso de producción cambiaría. Un estudio reciente señalaba que, en el Estado, solo el 17% de las personas creía que sus actos tenían influencia en el futuro. En el Reino Unido la cifra era del 55% y en Estados Unidos, del 71%. No nos creemos capaces, pero tenemos mucho poder como personas consumidoras, somos millones”, reflexiona”.
Facturación. 40,05 millones de euros fue la facturación obtenida por los productos de comercio justo en el conjunto del Estado español durante el ejercicio 2016, lo que supone cinco millones más que en el año anterior, es decir, un aumento del 15%.
Media de gasto. Pese al aumento de las ventas, el Estado español continúa a la cola en relación con el resto de países europeos: mientras que la media de consumo de comercio justo por persona en 2016 en Europa fue de 13,7 euros, en el Estado se quedó en 0,86 euros. Solo República Checa, Letonia, Lituania y Eslovaquia tienen un gasto menor.
Países más desarrollados. Por el contrario, los países europeos donde el comercio justo está más presente son Suiza (59 euros por persona/año), Suecia (36,5 euros) y Reino Unido (34,3 euros). A nivel mundial, el mercado español solo representa el 0,5% del mercado global de comercio justo.
Productos. La alimentación continúa siendo la protagonista del comercio justo, ya que representa el 93% de las ventas. Solo el café genera el 43% de la facturación total del sector. El azúcar, los dulces y el cacao -con un 40%- son el grupo que más ha crecido respecto a 2015, y en gran medida son los responsables del crecimiento global del sector.
Línea de descenso. Por el contrario, la artesanía, con un 4,8% de las ventas continúa en la línea de descenso iniciada en 2008. En este grupo, los complementos y los productos textiles se mantienen como los más vendidos, y los juguetes han experimentado una subida. Por último, los artículos de cosmética e higiene mantienen su peso relativo en el global, con el 2%.
Ganancia. En un comercio convencional, la persona productora se lleva el 3% del valor final del producto. En cambio, las especiales condiciones del comercio justo, los productores suelen quedarse con el 30%.
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millones de personas son sometidas a trabajo forzoso en fábricas clandestinas, explotaciones agrícolas y otros sectores.