Bilbao - Demasiadas pruebas de rayos X, exceso de ecografías, sobreabundancia de TAC y derroche de resonancias magnéticas. Y es que los médicos se exceden en la prescripción de pruebas o en la receta de fármacos para curarse en salud. Los propios facultativos reconocen que practican una medicina demasiado defensiva por el temor a ser denunciados por negligencias. Así queda reflejado en una encuesta de la Organización Médica Colegial, que asegura que casi nueve de cada diez facultativos de urgencias hospitalarias reconoce que la amenaza de una demanda judicial condiciona a diario la práctica asistencial.

Expertos de radiología ya han alertado de este imparable aumento de pruebas diagnósticas y del elevado volumen de exámenes radiológicos como escáneres, que además no son inocuos ya que implican recibir radiación. Hasta tal punto ha llegado la situación que la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram) detalla en un informe que una tercera parte de las pruebas que se practican en hospitales y centros de salud no aporta información relevante y podría evitarse. Sin embargo, las peticiones de médicos y pacientes se multiplican y, por ejemplo, las listas de espera para resonancias por problemas lumbares acumulan en los servicios de salud demoras desesperantes.

De hecho, la Sociedad de Radiología Médica publicó un lista con 36 situaciones en las que la imagen radiológica no era necesaria. “Queremos limitar el número de exploraciones a aquellos casos en los que sean útiles. Pero tenemos la presión, por un lado, de los propios pacientes, que creen que si no les haces estos exámenes, no haces nada. Y, por otro lado, tenemos el problema de la medicina defensiva, que hace que ante el aumento de casos de denuncias por negligencias, todo los médicos piden pruebas extra para reasegurar su diagnóstico”, resuelve José Luis del Cura, presidente de Seram y jefe de Estudios del Hospital de Basurto. Sin embargo, a pesar de que hace ya tiempo que han saltado las alertas, estas exploraciones se han convertido en el protocolo básico para cualquier diagnóstico.

No solo la encuesta de la Organización Médica Colegial reconoce el incremento de la “medicina defensiva”, entendida como el empleo de procedimientos diagnósticos o terapéuticos para evitar denuncias por mala praxis. La misma tesis queda acreditada en el estudio publicado por la revista científica Plos One que establece que un 84,7% de los encuestados identifica que el miedo a una denuncia por negligencia es la causa de que abusen de prácticas innecesarias. Un punto que también se extiende a los medicamentos recetados que crece en un 22% por la misma razón.

No es temor infundado No se trata de un temor infundado. El pasado año, el organismo que tramita este tipo de negligencias, el Defensor del Paciente, recibió un total de 512 denuncias por presuntos errores médicos desde los territorios históricos de Euskadi. Una cifra que en 2015 todavía fue mayor y se elevó a 554 casos. La mayoría de las denuncias se producen en territorio vizcaíno y tienen como escenario grandes centros hospitalarios como Cruces, el que más denuncias acumula. Por patologías, los servicios con más quejas presentadas fueron Cirugía general, Urgencias, Traumatología, Ginecología y Obstetricia y Oncología.

Los médicos de urgencias son uno de los colectivos más atemorizados de ser acusados de una hipotética mala praxis. Sobre los hechos que provocan este temor, un 59% lo atribuyó a la presión por parte del paciente, un 38% lo basó en la dificultad de acceder a registros médicos previos y otro 37% de profesionales destacó que existían indicios de enfermedad en la exposición del paciente en la consulta. Y es que otro de los problemas que apuntan los médicos en la encuesta es la falta de tiempo con el paciente, un punto que para el 37% es la causa de los cuidados innecesarios. Por su parte, otro 36,7% echa la culpa a la falta de información en el historial de los pacientes y un 21% también critica las presiones que reciben por parte de las administraciones públicas.

Para ilustrar el exceso de pruebas sin fundamento, el año pasado la OCU hizo un experimento muy revelador que puso el foco en este sobrediagnóstico. Para ello, la organización de consumidores analizó 30 consultas de neurólogos en Madrid, Barcelona, Málaga y Sevilla y seleccionó a pacientes con una migraña simulada, que no presentaban ningún signo de alarma que hiciese necesaria la realización de una prueba de imagen.

Los colaboradores en el estudio tampoco debían mostrar preocupación por tener una enfermedad grave. Ante esta situación, la OCU considera que lo correcto habría sido no mandar ninguna prueba para confirmar el diagnóstico de una migraña tan evidente. Sin embargo, solo la mitad de los especialistas visitados no solicitó ninguna prueba.