deba - La consternación por el fallecimiento de Diego Verdejo, de 67 años, y de Loli Kintana, de 65, era palpable desde primera hora de ayer en la playa de Ondarbeltz, entre Deba y Mutriku. Numerosos curiosos señalaban el dique apartado desde el que cayó el miércoles pasado a la mar la pareja de vecinos de Gasteiz mientras realizaban fotografías del temporal. “Era una locura, ¡cómo se les ocurrió”, era el comentario más generalizado entre los presentes, que se acercaron al lugar de los hechos aprovechando el buen tiempo que dejaba atrás la alerta naranja. Tanto los hijos de él como de ella también se dirigieron al lugar del ahogamiento visiblemente afectados y sin poder contener las lágrimas.
“Solían venir mucho por aquí a pasar el día. Era habitual que se acercarán a la costa para ver las olas”, señaló un acompañante de los seis hijos, tres de ella y tres de él, que se acercaron al mediodía para recoger el coche de la pareja, que había quedado estacionado cerca del dique.
La mayoría de ellos se echaron a llorar al asomarse a las escaleras que descienden al fatídico lugar. “Me gustaría verla”, aseguró uno de los hijos, el más entero ante la situación, refiriéndose a su madre, mientras que otro, mucho más afectado, afirmaba que le gustaría poder conocer a Youssef Chaida, el pescador que saltó al mar para tratar de rescatar a la pareja jugándose la vida.
“No sabemos nada. No sabemos cómo fue, si estaba el paso cerrado o no o sí lanzaron una cuerda, pero está claro que fue una imprudencia”, comentó el acompañante de los familiares, quien confirmó que los dos fallecidos eran pareja y que una hija más, embarazada, prefirió no viajar al lugar.
“la cuerda no daba para los dos” Eran las 16.45 horas del miércoles cuando una ola arrojaba al mar a la pareja. El aviso del Departamento de Seguridad por alerta naranja y las olas de hasta seis metros de altura no les disuadió y bajaron al espigón más apartado, situado en la zona de Mutriku y que no estaba acotado, para realizar fotografías. Una fuerte ola engulló a los dos vecinos de la capital alavesa en el mar, dejando inconsciente al hombre en el acto. “Ella luchó como una jabata. Él estaba desmayado, pero nadó hasta él, lo cogió y trató de llegar a la cuerda que le habíamos lanzado. Le gritábamos que lo soltará porque la cuerda no daba para los dos, y cuando lo hizo, vimos en sus ojos como ya no le importaba salir”, explicó ayer Mustafa Usein en declaraciones a Radio Nacional.
Mustafa se encontraba en la playa de Ondarbeltz, situada junto a la desembocadura del río Deba, con su compañero, el marinero Youssef Chaida, quien no dudó en saltar al rescate de la pareja. “Solo pensé en salvarla, no pensaba en que podía morir o lo que podía pasar. Solo quería salvarlos”, señaló.
Los dos jóvenes, de origen marroquí, llevan ocho años viviendo en Ondarroa y se dedican a la pesca, por lo que es común verlos en la zona.
En el momento del suceso, cerca de una treintena de personas se agolpaban a la entrada de la playa, observando la fuerza de las olas pero alejados de su alcance. Entre ellos se encontraban Marian Bejil y Alberto Arizaga, un matrimonio de Soraluze que suele acercarse a la zona para contemplar el espectáculo del mar y llegó justo en el momento de la desgracia.
“Vimos un montón de luces, de policía y ambulancia por todos los lados. Pensamos que había habido un accidente de tráfico o un desprendimiento, pero al llegar y asomarnos vimos a la mujer nadando en el mar y tratando de llegar a la cuerda que le habían lanzado”, explicó Bejil, ya repuesto de los momentos críticos vividos el miércoles.
El matrimonio se vio impotente ante la situación, sin saber que hacer y se limitaron a mirar. “Una persona se había lanzado al mar para intentar salvarlos, pero no lo consiguió”, continúo la mujer, añadiendo que él mismo salió por sus propios medios y no necesitó asistencia médica.
“La mujer estuvo en el mar unos 20 minutos más, intentando coger la cuerda hasta que desapareció”, relató el marido, para quien todo pasó muy rápido. “Se intentó por todos los medios rescatarles, pero era imposible. Todo ocurrió en poco tiempo. Los de salvamento bajaron a la playa a recoger los cuerpos, pero ya no había nada que hacer”, apuntó. Para los vecinos de Soraluze el accidente fue una desgracia evitable. “A nosotros no se nos ocurriría bajar ahí con semejante tiempo. Aquí cuando pegan las olas, pegan con fuerza”, observaron, al tiempo que añadían que normalmente no se suele cerrar el paso por mal tiempo, “aunque la policía suele estar atenta”. “Más de una vez nos han dicho que vayamos más hacia atrás por si acaso”, apuntó el marido. En un comunicado, el Ayuntamiento de Mutriku trasladó el pésame a los familiares de los fallecidos “en este momento de gran pesar y dolor” y les ofreció el “apoyo de todo el pueblo”.