Bilbao - Algo está cambiando en el recreo, una revolución que transforma el patio y las relaciones que se dan en él. El proyecto Elkartoki, que ofrece a los niños y niñas la oportunidad de transformar sus espacios de juego con intervenciones artísticas creadas por ellos, ha obrado el milagro de romper la estandarización de unos lugares que apenas han variado en cuarenta años: canchas de fútbol y baloncesto; chicos por un lado, chicas por otro. Los colegios que han participado en este proyecto experimental han comprobado cómo gracias al nuevo diseño inclusivo se han reducido los conflictos y mejorado la convivencia. Al mismo tiempo se ha difuminado la línea invisible de la segregación, aumentado las relaciones igualitarias. E igual de importante que lo anterior es que el alumnado, todo el alumnado, ha encontrado un lugar en el cual se puede divertir sin sentir temor.
Este diario quiere sumergirse en esa corriente inspirada en la Arcadia educativa que es Finlandia, donde la arquitectura de los espacios educativos es una clave más de su éxito. Elkartoki se ha impulsado desde Tipi Studio, una cooperativa integrada por profesionales de diferentes disciplinas -desde arquitectura a la comunicación y las humanidades- que se dedica al diseño para la transformación social. “Vimos que los patios eran espacios en los que había mucho que trabajar porque más allá de que sean todos iguales y que están poco dotados generan una serie de conflictos debido a su diseño”, explica Ane Abarrategi, una de las socias fundadoras de Tipi Studio.
Según comenta, “unos juegos quedan por encima de otros, el fútbol ocupa un montón de espacio y el resto de actividades se quedan en la periferia”, por lo que en vez de ser un espacio que propicie una serie de relaciones de calidad, igualitarias y plurales, genera todo lo contrario, a pesar de que muchas veces los proyectos pedagógicos de las escuelas vayan por otro lado. Así, hace tres años, Abarrategi y sus tres socias lanzaron un proyecto que ha ido evolucionando a medida que se ha ido implantando en varios centros (J.B. Zabala Eskola de Algorta, San Nikolas de Getxo, Karmelo Ikastola de Bilbao, Lekeitio Eskola y Karmelo Etxegarai de Azpeitia). Este curso se han unido otros tres colegios: Abendaño Ikastola de Gasteiz, Geroa Ikastola de Getxo y Kueto de Sestao.
Kueto es un centro público de modelo D que acoge a una gran diversidad de alumnado desde los 2 a los 12 años. Su comunidad escolar está muy satisfecha por haber sido seleccionada para tomar parte en Elkartoki ya que “es una oportunidad extraordinaria para avanzar en el proyecto de reflexión del patio que iniciamos hace unos años desde los puntos de vista de la coeducación y la inclusión ya que nos faltaba la parte artística”, asegura la directora del centro, Inés Domínguez. El año pasado empezaron un proceso de reflexión y se tomaron decisiones con respecto al uso del patio porque “los propios estudiantes fueron conscientes de las diferencias existentes entre los espacios de los juegos y lo que esto suponía para cada uno de los usuarios”.
La primera fase del programa es la de análisis, en la que se hace una especie de mapeo sentimental del patio. El alumnado se cuestiona acerca de los usos que hace de él -qué le gusta hacer, a qué juega, a qué le gustaría jugar- y qué siente cuando está en el recreo. Según Abarrategi, hay un denominador común a todos los centros. “La configuración del patio produce un montón de conflictos que no generan otros espacios de la escuela”. Aunque resulte chocante, el recreo provoca en los niños y niñas una sensación ambivalente. Por un lado, el patio es percibido como un lugar en el que “jugar y estar con los compañeros de clase”; y por otro, un sitio “en el que hay broncas y peligros. Recalcan el conflicto y lo viven como un espacio en el que hay tensión cuando debería ser junto lo contrario”, dice Abarrategi.
En su opinión, esa tensión se debe a que hay “una gran descarga de energía y pocos recursos para poder canalizarla a través del juego, lo que hace que se acabe en broncas porque no saben a qué jugar ni qué hacer porque no hay nada”. O nada más que fútbol. La comunidad escolar de Kueto también llegó a la misma conclusión y diseñaron un plan que ofreciera alternativas a los estudiantes. Su directora explica que desde el curso pasado “solo se utiliza el balón dos días a la semana y todos los días se empezaron a incluir otro tipo de juegos desde el parchís y otros juegos de mesa a cartas, cuerdas, gomas, palas de playa, saltadores, bolos, dianas adhesivas que permiten interrelacionarse más”. Después, afirma Domínguez, “se vio que había un cambio importante a nivel de satisfacción de los propios estudiantes y que había disminuido el conflicto”.
El plus que aporta Elkartoki es el uso del arte en la fase diseño y construcción participativa del patio. Manuela Abasolo explica que se dieron cuenta de la necesidad de incluir la parte artística en Elkartoki porque “los niños proponían cosas que ya conocían o habían visto y el arte da otro tipo de subjetividades, ver la realidad desde otros puntos de vista y la posibilidad de crear cosas diferentes”. Las propuestas han sido variopintas , desde una piscina y una tirolina a pistas de skate, lugares de relax... Primero se introdujeron técnicas artísticas, luego talleres artísticos y después la residencia de un artista dentro de la escuela. El resultado ha sido dispar. El cambio más espectacular se ha producido en la escuela de Azpeitia ya que han hecho una reforma integral del patio en base al diseño original de sus estudiantes pero con acabado profesional. Tienen zonas de arena, rocódromo, columpios... “Solo visualmente el impacto es grande, es como estar en Finlandia”, dice Abarrategi, pero todo el proceso de reflexión “ha sido muy importante”.
No obstante en la mayoría de los centros, las intervenciones en auzolan han sido más modestas en lo material pero igual de efectivas. Se han pensado nuevos espacios, pintado juegos en paredes y suelos, reutilizado material escolar en desuso... Es el caso de Lekeitio. “Ha sido una experiencia muy positiva porque toda la comunidad educativa, profesorado, estudiantes y familias nos volcamos en hacer del patio un espacio coeducativo que nos diera más posibilidades de juego, para aprender y para convivir, y un espacio que se adaptara a nuestros gustos para hacerlo un poco más nuestro”.
Otra de las conclusiones es, según las responsables de Elkartoki, que la transformación del patio “lleva mucho más tiempo, que ha sido muy interesante para arrancar con un camino que tiene que seguir andando”. En este sentido, Abarrategi mira al Departamento de Educación ya que Elkartoki funciona con una pequeña subvención de Cultura.