madrid - Las denuncias por abusos sexuales a menores han aumentado un 15%, pero el 70% de los casos no son juzgados porque la única prueba es el testimonio del niño y es difícil que lo mantenga en procesos que duran una media de tres años, según un informe de Save the Children.

En su informe Ojos que no quieren ver, la ONG señala que pocas situaciones de abusos sexuales llegan a denunciarse, a pesar de que el niño las padece un promedio de cuatro años y cuando se da el paso, el proceso les obliga a declarar en múltiples ocasiones, “lo que les provoca en ocasiones más sufrimiento que los abusos que han sufrido”. “Denunciar y llevar el caso a los tribunales no es una garantía de protección para el menor que ha sido víctima de abuso”, lamentó el director general de la ONG, Andrés Conde, en la presentación del estudio.

La investigación muestra que en esos años de instrucción los niños, cuyo testimonio son la única prueba en el 90% de los casos, tienen que repetir su declaración hasta cuatro veces y en la mayoría llegan a juicios a puerta abierta. La ONG aclara que para que un testimonio sea válido no puede haber retractación, ni interés en mentir y debe haber alguna forma de corroborar la declaración, lo que es complicado de cumplir en el caso de los niños.

Para Save the Children, la extensión de ese abuso durante años demuestra que “aún no existen las herramientas necesarias para prevenir y detectarlo ni para que el niño o niña pueda denunciar” esas situaciones, que sufren entre un 10 y un 20% de la población en España. Los abusos sexuales son la manipulación de un adulto, en el 60% es conocido, que lleva a los niños a participar en actividades sexuales que no son capaces de comprender y en los que no suele haber agresión física (sí tocamientos y masturbación) y sobre las que el abusador impone el silencio de la víctima imponiéndole un sentimiento de culpa o con chantaje sobre daños a su familia.

El perfil de la víctima, que siempre son menores con baja autoestima, en el caso de las niñas tiene entre 7 y 10 años y su abusador es del entorno familiar, y en los niños se produce entre los 11 y 12 años por parte de un adulto con autoridad, como profesor, entrenador o monitor.

LA PROPUESTA DE LEY La ONG urge a aprobar una ley para la erradicación de la violencia contra la infancia que superen “los fallos en el sistema de prevención, detección y protección de los niños víctimas en España”. “Los profesionales que más tiempo pasan con los niños no tienen formación sobre abusos sexuales y muchas veces no saben reconocer lo que está pasando”, explicó Conde, quien destacó que tan solo en un 15% de los casos en los que el niño se lo contó a un profesor hubo una notificación a las autoridades.

En la ley deberían incluirse medidas que garanticen la educación afectivo sexual, formación sobre violencia y protección de la infancia de maestros, profesores y directores de centros educativos y un protocolo en los colegios de detección y gestión de casos. Save the Children realiza una clasificación por comunidades autónomas, con datos de la Fiscalía, del ratio de casos que no llegaron a juicio o que fueron sobreseídos en la investigación, en relación con los procesos abiertos. A la cabeza están Navarra (94,9), Aragón (93,3) y Canarias (93,2). Por debajo de la media en España de sobreseimientos de casos de abusos a menores, el 72,2, están Galicia (71,9), Andalucía (60,6) y La Rioja (60).

Durante la presentación, se emitió un vídeo con el testimonio de Manuel Barbero, padre de una víctima de abusos sexuales en un colegio de Barcelona, quien reclamó “ayuda a las víctimas para crearles un entorno de confianza. - DNA

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90%

La ONG Save the children en su informeOjos que no quieren ver’, señala que pocas situaciones de abusos sexuales llegan a denunciarse y cuando se da el paso, el proceso les obliga a declarar en múltiples ocasiones. En esos años los niños, cuyo testimonio son la única prueba en el 90% de los casos, tienen que repetir su declaración hasta cuatro veces.

Las víctimas . Menores con baja autoestima, en el caso de las niñas tiene entre 7 y 10 años y su abusador es del entorno familiar, y en los niños se produce entre los 11 y 12 años por parte de un adulto con autoridad.