Donostia - En abril de 1993 en un rancho de Texas morían 85 personas, entre ellos 17 niños, en un suicidio colectivo promovido por el líder de la secta de los davidianos. Pues bien, el pasado 17 de agosto, seis menores; una joven guipuzcoana, un mexicano y cuatro argentinos iban a cometer un suicidio colectivo promovido por otro menor, un joven de 17 años de San José (Argentina). Tentativa que ha logrado frustrar la Ertzaintza. En esta ocasión no hacían falta ranchos para promover su acción sino que utilizaban las redes sociales, en concreto, Instagram. En la presunta comunidad suicida, además de los seis jóvenes, había también otros tres perfiles falsos creados por el líder, que ya está detenido, para dar más credibilidad al grupo.
Todos ellos eran adolescentes con problemas de adaptación y que se refugiaban en este chat para sentirse comprendidos. Los participantes en este macabro grupo habían forjado entre ellos vínculos muy estrechos reforzados por el secretismo de la operación. Al parecer, cada miembro del grupo hacía su aportación en el chat de cómo llevar a cabo el suicidio -cuchillas, cuchillos, pastillas- y lanzaban ideas que luego eran debatidas a través de Instagram.
La investigación de la Ertzaintza comenzó el pasado día 19 de julio, cuando la menor implicada en Gipuzkoa informó de lo que ocurría a una educadora dependiente de la Diputación, que fue la persona que alertó a la Policía vasca. La menor guipuzcoana llegó incluso a contactar por teléfono con el presunto inductor del suicidio colectivo a través de dos números de Argentina.
Tras obtener la autorización necesaria, especialistas en investigación criminal de la Ertzaintza comprobaron que había una llamada a un suicidio colectivo pactado que se iba a llevar a cabo el 31 de diciembre de este año. Poco después, los agentes tuvieron constancia de que el presunto inductor había adelantado la consumación de los suicidios al 17 de agosto, al cumplirse en esa fecha el segundo aniversario de la muerte de una amiga suya por un asalto a su casa debido a un robo.
Ante este cambio de fecha, y según explicó el fiscal especialista en Criminalidad Informática de Donostia, Javier Zaragoza, y dada “la premura de la situación”, se contactó con la Fiscalía Argentina para darle traslado de los hechos porque la mayoría de las direcciones informáticas, IP, recogidas en el atestado sobre el grupo de Instagram pertenecían a Argentina y además en la investigación también había “varios números de teléfono” de personas que vivían en el país austral.
El fiscal precisó que “ante el riesgo de que existieran varias víctimas”, ya que inicialmente se desconocía el tamaño del grupo, se actuó con “una premura absoluta” y en coordinación con las autoridades argentinas que “consiguieron en un tiempo récord identificar al presunto autor y detenerlo”.
Dada la escasez de tiempo, el jefe de Área de Delitos contra las personas de la sección central de la Ertzaintza, Hugo Prieto, logró contactar directamente con el fiscal especializado en ciberdelincuencia de Argentina, Horacio Azzolin, al que conocía de un caso anterior. La Ertzaintza envió el atestado del caso a la fiscalía que logró identificar al presunto inductor del suicidio colectivo. Posteriormente, vía Interpol, el pasado 11 de agosto, seis días antes de la fecha pactada, agentes de la Policía Federal argentina, detuvieron al joven en su domicilio de San José, en la provincia de Entre Ríos. En la habitación del menor, además de materiales informáticos que todavía están siendo investigados, se localizaron varios cuchillos y cutters, así como gasas impregnadas de sangre.
Autolesiones El jefe del operativo de la Policía vasca, Hugo Prieto, considera, no obstante, que aunque estos indicios podrían hacer pensar que se autolesionaba, dudan de que el detenido quisiera realmente suicidarse por el hecho de introducir varios perfiles falsos en este chat. El arrestado, un joven perteneciente a una familia desestructurada y con problemas de personalidad, se encuentra en estos momentos bajo la tutela de especialistas psiquiátricos de la Administración argentina.
La investigación permanece abierta para identificar a todas las personas implicadas, esclarecer completamente las circunstancias que envuelven el caso y, sobre todo, descartar la existencia de otros grupos que pudieran haber sido creados por el menor con las mismas intenciones.
El Departamento de Seguridad destacó que el factor que más ha condicionado la investigación fue la premura de tiempo disponible para localizar al presunto líder del grupo antes de que éste consumara sus intenciones. En esta labor ha sido fundamental la cooperación de todos los organismos implicados: Interpol, Cibercrimen, la argentina UFECI (Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia), el Juzgado de Instrucción 1 de Donostia, dirigido por el magistrado Enrique Rodríguez, así como el fiscal especialista en criminalidad informática de la capital guipuzcoana, Javier Zaragoza, y el fiscal general especializado en ciberdelincuencia de Argentina, Horacio Azzolin.
Javier Zaragoza destacó el trabajo en este asunto tanto de la Fiscalía de Gipuzkoa como la argentina, el juzgado de instrucción donostiarra y la Ertzaintza, que han tenido “una implicación absoluta y personal”, hasta el punto de que ha habido personas que, a pesar de estar de vacaciones, han seguido con este asunto “porque al final lo que importa era salvar la vida” de las personas afectadas.
Por su parte, el diputado foral de Gipuzkoa de Juventud y Cultura, Denis Itxaso, expresó ayer su preocupación por el intento de suicidio en grupo frustrado y felicitó a la Ertzaintza “por haber logrado abortar la pretensión” de este grupo. Itxaso insistió en la necesidad de trabajar la cultura digital entre niños, adolescentes y jóvenes con el fin de “tratar de educar en los riesgos y oportunidades que brinda el medio digital”. El diputado recordó que “los delitos informáticos representan una amenaza en especial para la población más vulnerable, entre la que se encuentran nuestros niños, adolescentes y jóvenes”.
Itxaso explicó que este grupo de población “en muchas ocasiones ignora los auténticos riesgos que se esconden detrás de determinadas iniciativas grupales con origen en las redes sociales”.