santander - Las cifras son pornográficas y parten el alma. Se calcula que hay más de 100 millones de personas de 36 países de todo el planeta con necesidades de ayuda humanitaria debido fundamentalmente a los conflictos armados y emergencias complejas. Un panorama que se ha ido agudizando no solo en intensidad, sino también en el número de afectados, al mismo tiempo que van disminuyendo los recursos que aportan los países donantes para hacer frente a este universo de sufrimiento e ignominia.
“Se necesitarían 22 millones de dólares y los fondos disponibles no llegan porque las cifras de necesitados lejos de disminuir se han incrementado hasta 10 veces desde el año 1992”, subraya Daniel López Acuña, exasesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconociendo que la guerra y los migrantes de Siria “tapan otros conflictos tan graves o más que ése”.
El experto en asistencia humanitaria ha sido uno de los participantes de la quinta edición del curso El papel de los profesionales en los medios de comunicación en respuesta humanitaria ante situaciones de crisis, emergencias y desastres”, celebrado en Santander y organizado por la Cátedra Extraordinaria UIMP-MSD Salud, Crecimiento y Sostenibilidad.
ancianos y menores Según el informe de ACNUR (Comité de Ayuda al Refugiado) existe un aumento sin precedentes en el número de desplazados forzados, llegando a 60 millones de personas -20 millones son refugiados, 38 millones son desplazados internos y 1,8 millones, solicitantes de asilo- de los cuales el 50% son menores de edad. “El gran flujo de refugiados que llega a Europa -sólo el 1% lo logra- lo hace huyendo de situaciones adversas, de violencia, de persecución, de violación de derechos humanos, en muchos casos víctimas de torturas y violencia de género, con una gran proporción de ancianos y menores no acompañados; una población muy vulnerable que requiere tanta o más atención que en situaciones de ayudas humanitarias”, explica López Acuña, mientras se refiere a la crisis de Siria, donde tras seis años de guerra más de once millones y medio de personas se han visto obligados a dejar sus casas. De ellas cinco millones están refugiados en Jordania, Turquía y Líbano. En total, en el mundo al día son 42.500 personas las que tienen que abandonar su hogar.
En un análisis de corte llevado a cabo en junio para hacer una evaluación de los recursos disponibles y las situaciones de emergencia y crisis en el mundo, se concluyó que el monto de necesidad de ayuda asciende a 23 millones de dólares. “En 2016 se llegó al 45% del presupuesto necesario, lo que quiere decir que estamos desatendiendo al 70% de las personas que precisan atención”, recalca López Acuña.
conflictos olvidados El perfil actual de las crisis humanitarias es el de conflictos que se prolongan por falta de voluntad política para resolverlos. Crisis que suelen ser olvidadas porque solo se pone el foco en determinados países. Yemen, Siria, Irak, República del Congo, Sudán del Sur son los países donde se concentran actualmente las grandes crisis humanitarias, donde más millones se necesitan. Otros países olvidados, según el experto, son Chad, Haití, Centroáfrica y los territorios ocupados de Palestina.
“Nadie habla de la epidemia de cólera en Yemen, país sacudido por la guerra en el que han muerto ya por su causa más de 1.500 personas desde que se detectó el primer brote de esta enfermedad el pasado 27 de abril; además, se calcula que hay más de 200.000 personas afectadas por esta enfermedad. Una epidemia de complicado control, en parte porque debido al conflicto bélico es difícil acceder a las poblaciones. Yemen, sin una mínima estructura sanitaria, es el caso típico de encogimiento del espacio humanitario que impide operar. En un país con una estructura regular de acceso a los sistemas sanitarios no se hubiera producido la epidemia de cólera. Solo ocurre cuando están colapsados o son prácticamente inexistentes como sucedió en Haití o Zimbabwe donde se multiplican los casos”.
Pero Yemen se halla fuera del radar de todo el mundo; no está en los intereses estratégicos geopolíticos ni de ingeniería política de Arabia Saudita, de la Unión Europea y EEUU. “El hecho del respaldo al régimen de Irán ha hecho que se convierta en una confrontación silenciosa entre los poderes que confrontan en el mundo”.
Para la profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Deusto, Cristina Churruca, la acción humanitaria ha pasado a ser la principal respuesta internacional. “Es una herramienta para estabilizar”.
Tras el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York en 2001, el mundo se sumergió en un proceso de “seguritización”. “Ahora hay un nuevo modo de entender la seguridad, ya no es solo militar, sino también económica, climática... Varía el referente que ha pasado a ser la seguridad internacional”, sentencia.
Pedro Arcos, director de la Unidad de Investigación en Emergencia y Desastres de la Universidad de Oviedo, destaca que el incremento del número de contingencias naturales es fruto del cambio climático. “El 94% de todos los afectados el pasado año fue por la sequía”, apostilla.
la guerra por el agua En esta línea, también López Acuña sostiene que el conflicto vendrá por el agua, “cada día un bien más escaso; las poblaciones luchan por el agua; móvil vital para iniciar una guerra”.
Para los expertos, los medios de comunicación son un actor más dentro del sistema sanitario internacional humanitario, jugando una baza esencial a la hora de sensibilizar a los donantes tanto para conseguir fondos de manera sostenible en el tiempo como para colaborar con el resto de actores en denunciar situaciones que afecten a la dignidad y derechos de los afectados. “Hay que concienciar a los comunicadores que cubren las crisis humanitarias para que no se ciñan solo a lo inmediato, sino que haya una lógica detrás de sus informaciones que tiene que ver con la geopolítica y un agotamiento de los recursos para la acción humanitaria”.
rostro a las cifras En opinión de Miguel Ángel Rodríguez, miembro de la Unidad de Comunicación de Emergencias de Cruz Roja, cuando estalla una emergencia, un buen periodista debe ser consciente del impacto que sus informaciones pueden provocar sobre las personas afectadas. “Porque se dan datos de una población vulnerable; deben de dimensionar el impacto del reportaje sobre esas personas; el informador tras hacer su trabajo vuelve a su país, pero las víctimas se quedan y sus declaraciones pueden tener nefastas consecuencias para ellas”.
Rosa María Calaf, excorresponsal de TVE, en esta misma línea, subraya la necesidad de contar sus historias, “ponerles rostro a las víctimas, pero sin situarlas en riesgo. No vale todo a la hora de informar sobre estos conflictos, aunque las víctimas sean pobres tienen también dignidad”.
López Acuña comenta que “el periodismo en crisis debe hacer seguimiento de todo tipo de desastres, y no solo de los de alta letalidad. Tiene que identificar aquellas crisis en las que las necesidades a cubrir son consecuencia directa del subdesarrollo crónico de un país; la solución en estos casos va más allá de la crisis humanitaria”,
La médica Carmen Limiñana, experta en emergencias, cree también clave que los periodistas sepan el contexto en el que se dan los desastres, cómo actúan los agentes humanitarios, desechando los mitos y acercándose a la realidad. “En sus manos está sensibilizar a la gente de los problemas reales que sufren grandes sectores de la población mundial. Es el inicio del camino para fomentar la esperanza de que un mundo mejor es posible”.
Falta de soluciones políticas. Las crisis humanitarias se alargan por falta de voluntad política.
Conflictos y emergencias.
Son el detonante de que millones de personas sean víctimas de las crisis humanitarias.ue más necesitan