Bilbao - Tras la adopción son mayoría los chicos y chicas que logran una notable recuperación de los problemas con que llegaron a su familia adoptiva. ¿Qué dificultades se pueden presentar?
-Es difícil generalizar porque cada caso es un mundo propio. Es cierto que la mayoría de los adoptados logra una notable recuperación de las condiciones de vida previas a su adopción en las que algunos sufrieron abandono y malos tratos, y una vinculación positiva con su familia.
¿Y en los casos que no?
-Hay un número significativo de personas que como consecuencia de experiencias reales vividas en etapas tempranas de la vida, que se consideran claves para el establecimiento del vínculo de apego y para la construcción del cerebro en desarrollo, junto con el sentimiento de pérdida y abandono, manifiestan dificultades, a veces crónicas, como retrasos en el desarrollo, problemas de regulación emocional y de la conducta, estilos de vinculación inseguros, traumas complejos... Además, hay sentimientos de dolor por el maltrato sufrido, por la pérdida de la familia biológica, de los orígenes, cultura, identidad? que hay que ayudar a elaborar psicológicamente.
¿Afecta en la escuela?
-Todo esto les hace ser más vulnerables y puede dificultar en mayor medida su aprendizaje escolar, las relaciones con los iguales y con su nueva familia.
¿Se puede hablar de perfiles?
-Cada caso es un mundo. He tratado, sobre todo, a menores provenientes de adopción internacional. Algunos menores han podido ya ser maltratados intrauterinamente porque la madre no tenía las condiciones para cuidarse durante el embarazo y/o porque consumió alcohol y esto tiene unas secuelas. Además, un número importante de menores de casi todos los países han estado desde nada más nacer en una institución donde no tuvieron por qué ser mal cuidados necesariamente; lo que ocurre es que un bebé necesita de la continuidad de dichos cuidados por parte de una misma persona con la que pueda establecer un vínculo de apego temprano, que sabemos es vital durante los tres primeros años de vida, sobre todo para interiorizar la confianza y la seguridad en uno mismo.
No todos provienen del maltrato.
-Hay casos en los que los menores han sido maltratados, abusados y/o abandonados por sus propios padres biológicos que presentan incompetencias parentales severas e institucionalizados posteriormente como consecuencia de la retirada de tutela. Son adoptados a la edad de 2, 3, 4, 5, 6 o más años. Otro grupo de niños ha podido ser acogido tempranamente por una familia y en estos casos se nota que si la familia fue competente, el niño presentará probablemente menos afectación en el desarrollo y en el posterior establecimiento de vínculos afectivos con otras personas. Otros menores han podido tener una situación familiar de falta de recursos económicos porque provienen de países donde hay pobreza. Son hijos/as bientratados pero los padres no pueden hacerse cargo y han de recurrir a la ayuda de las instituciones de su país que tras valorar la situación pueden decidir la adopción. Otros menores son adoptados desde nada más nacer porque sus padres (la mayor parte de las veces, la madre biológica) así lo han decidido. Estos niños crecen con sus padres adoptivos desde los 0 años y si son bien nutridos por padres competentes se desarrollan bien, aunque algunos puedan necesitar puntualmente terapia porque la herida de la separación temprana no sanó del todo en su entorno adoptivo.
¿Cuáles son los principales miedos de las familias?
-Yo diría que además de compartir los miedos y dudas universales de todos los padres (que el hijo sea sano, crezca feliz, que interiorice unas actitudes, valores y normas éticas y solidarias, que pueda aprender una profesión y sirva a la sociedad, que no se tuerza en la adolescencia, que se integre socialmente, que encuentre una pareja que le trate bien?) tienen miedos específicos. Sus hijos -por esa falta de seguridad temprana que un adulto le proporciona a un bebé- pueden ser más vulnerables emocionalmente, presentar dificultades para mantener amistades, para aprender en la escuela, para manejar y regular los impulsos, estabilizar hábitos?
¿Y en la adolescencia?
-A veces se sienten impotentes para contener su dolor por sus traumas pasados, para dar respuestas a interrogantes sobre su historia. Han de armarse de valor y energía suplementarias para acompañar a su hijo/a -en el momento que sea apropiado- a conocer sus orígenes. La adolescencia es un momento muy delicado porque es una etapa de riesgo aunque también de oportunidad y los padres y familias temen que el dolor emocional por su historia no resuelta y agudizado por la crisis de la edad pueda repercutir negativamente en fracaso escolar, inestabilidad en las relaciones con los iguales, relaciones de pareja maltratantes, consumo de sustancias.
¿Sufren racismo?
-Hay racismo ya que los menores adoptados que pertenecen a otras razas son todavía burlados y a veces segregados. También el hecho de ser adoptado conlleva insultos que duelen y preocupan sobremanera a los menores y los padres o familias. “Puto adoptado de mierda”, desgraciadamente, lo han escuchado bastantes menores. Y esto es muy doloroso.
¿Cuáles son las claves para favorecer un entorno adecuado?
-El mensaje que quiero trasladar es de realismo de la esperanza. Realistas porque sabemos que los menores sufrieron toda suerte de maltratos y abandonos a unas edades donde es fundamental recibir confianza, afecto y seguridad, como son los tres primeros años de vida, claves para la formación del futuro adulto. Y esperanza porque sabemos que si los padres o familias aceptan al menor sus secuelas y se convierten en padres terapéuticos, es decir, sabiendo que tienen que reparar esos daños, con paciencia, perseverancia, permanencia y aprendiendo a regular y modular al niño o joven con una autoridad calmada, con afecto y aceptación de su persona pero a la vez con límites claros y con la firmeza necesaria, acompañándoles el tiempo que necesiten, siendo su base de seguridad, y con ayuda profesional si es preciso, las recuperaciones son totales o, en su caso, mejorías muy notables. Pienso que si los menores encuentran personas que les apoyen y les guíen, es muy importante, sobre todo en la adolescencia.