PEKÍN. El centro hospitalario donde Liu está ingresado comunicó hoy que el disidente se encuentra "en estado crítico", tras haber sufrido un fallo respiratorio después de que ayer ya se informara de que padecía un fallo multiorgánico a causa del cáncer hepático en fase terminal que le diagnosticaron.

"El hospital está intentando salvar su vida por todos los medios", precisa el último y breve parte médico publicado.

Los doctores chinos consideran que Liu necesita ventilación mecánica pero, según la versión oficial, la familia se ha negado a intubarle.

De momento, es extremadamente difícil confirmar la versión de las autoridades, pues el reducido grupo de familiares que acompaña al disidente en el hospital -entre ellos, su esposa Liu Xia- está estrictamente controlados por las fuerzas de seguridad.

"Ahora mismo es imposible" contactar con ellos, lamentó en declaraciones a Efe un amigo de la familia, Ye Du.

Ye y otros allegados siguen de cerca la única fuente de información sobre el estado de salud de Liu mientras continúan reclamando a las autoridades que liberen al nobel para que pueda cumplir su último deseo: buscar ayuda médica en el extranjero y, en el caso de morir, hacerlo en un país libre.

"Es difícil, pero aún tenemos esperanza de que pueda irse", explica a Efe el reconocido activista Hu Jia, quien recibió entre lágrimas el último parte médico.

Diplomáticos occidentales siguen en contacto con el Gobierno chino para cumplir con la voluntad del nobel de la Paz, confirmaron hoy a Efe fuentes cercanas a las conversaciones, al mismo tiempo que se incrementan las peticiones a nivel público.

La portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Heather Nauert, pidió este martes a Pekín que libere a Liu Xiaobo y a su mujer, para que pueda buscar ayuda médica "donde (Liu) desee" y aseguró, en una rueda de prensa, que "si es en Estados Unidos", Washington acogería con agrado esa decisión.

Alemania también se ha situado en la misma línea y el portavoz del Gobierno germano, Steffen Seibert, afirmó hoy que su país está preparado para acoger a Liu Xiaobo.

Pero, de momento, el régimen no parece responder. En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Exteriores, la única en la que se permiten preguntas de forma abierta todos los días, el encargado de atender a los medios se limita a repetir la misma frase.

"Espero que los países correspondientes respeten la soberanía judicial de China y no utilicen casos individuales para interferir en los asuntos internos de China", insistió hoy el portavoz de turno, Geng Shuang, ante la insistencia de la prensa y después de que la Embajada alemana en Pekín criticara la gestión oficial del caso.

El pasado fin de semana, el médico alemán Markus Büchler y el estadounidense Joseph M. Herman pudieron ver al nobel en el hospital y contradijeron la versión del Ejecutivo al concluir que Liu puede viajar al extranjero, pero los medios chinos se centraron en algunas imágenes de su visita filtradas en las que los especialistas alababan la tarea de los facultativos chinos.

A tenor de esas declaraciones, el diario oficialista Global Times ha protagonizado una ofensiva contra las "fuerzas occidentales" que claman por la liberación de Liu, y les reprocha que utilicen este caso con "fines ulteriores".

"Lo que les importa no es el tratamiento de Liu, es trasladarle al extranjero. Es una farsa política", denunció hoy el rotativo en un nuevo editorial sobre el tema, en el que no menciona que el escritor fue condenado a 11 años de prisión en 2009 por "incitar a la subversión" tras pedir reformas democráticas de manera pacífica.

La campaña de éste y otros medios de comunicación ligados al régimen parece estar dando sus frutos entre la población, pues muchas personas ni siquiera saben a día de hoy quién es Liu Xiaobo o por qué fue merecedor del Nobel de la Paz en 2010.