Bilbao - Profesora, pedagoga e inspectora de educación jubilada. Esta tarjeta de presentación se queda corta para hacer justicia al bagaje de Nélida Zaitegi de Miguel, la nueva presidenta del Consejo Escolar de Euskadi. A sus 70 años esta maestra, en el sentido más vital de la palabra, se repartía entre el senderismo, el golf, la familia y las ponencias como una de las voces más potentes del panorama estatal en convivencia escolar, evaluación y formación docente. Ahora ha dejado los algodones de una jubilación sin duda merecida -comenzó como maestra en 1967- para ponerse en la primera línea del frente. Además debe desempeñar un papel nada sencillo: dar voz a la sociedad civil para incidir en el futuro de la enseñanza vasca e influir en las decisiones del Gobierno Vasco. Eso es el Consejo Escolar de Euskadi.
La primera pregunta casi cae por su propio peso. ¿Por qué se reengancha? “Porque estoy convencida -dice- de que otro mundo es posible y de que si realmente cada uno pusiésemos lo que podemos dar, esto sería otra película. Creo en el decrecimiento, en los movimientos de participación ciudadana y siempre he pensado que el Consejo Escolar es un sitio interesantísimo para estar”. Esta respuesta es el primer aviso serio de que no será una de esas entrevistas en las que el personaje tira de argumentario ante preguntas de cortesía en su toma de contacto con los medios. ¿Qué impronta le dará al Consejo Escolar de Euskadi? ¿El Gobierno Vasco lo ha hecho bien con el tema de la Lomce? ¿La calidad se corresponde con el nivel de inversión que realizamos? ¿Los malos resultados del informe PISA han puesto en entredicho la labor docente? ¿Cómo ve el enfrentamiento entre la red pública y la concertada en la antesala de la negociación de la Ley Vasca de Educación? ¿Habrá Pacto Escolar? ¿Equidad y excelencia están reñidas?
La profesora responde a todas y cada una de las preguntas, pero no de la forma a la que está acostumbrada una periodista que escribe sobre enseñanza. Zaitegi huye deliberadamente de la confrontación y de los lugares comunes. Está claro que no va a regalar el titular fácil. “Tenemos que hacer que se hable de educación de forma seria para que las familias tengan una perspectiva sobre las necesidades que van a tener sus hijos a lo largo de su vida”, afirma. Se trata de una postura inusual en un ámbito, como el educativo, en el que siempre hay un motivo para encender, avivar o mantener una refriega política: Wert y la Lomce, el plan Heziberri 2020 y el Currículum Vasco, los modelos lingüísticos, la integración del alumnado inmigrante, los recortes, el velo en la escuela, religión vs. laicidad...
En sus contestaciones esta mujer, de pelo cano y corte moderno, se revela como una excelente dribladora pese a que no es una cualidad necesaria para hacer hoyo en uno. Como buena pedagoga, Zaitegi deambula con naturalidad desde sus anécdotas domésticas a Ken Robinson o Adela Cortina para que se entienda lo que quiere trasmitir. Seguramente hace falta más de una conversación para procesar todo lo que tiene que decir de un tema que conoce desde todos los ángulos posibles y del que dice “es la mejor profesión del mundo porque es la profesión con mayor densidad moral”.
¿Por qué decide entrar en el Consejo Escolar de Euskadi?
-Así como en otras ocasiones he tenido oportunidad de ocupar distintos cargos y siempre he dicho que no, el Consejo Escolar siempre me ha parecido muy interesante porque aquí es donde está representada toda la sociedad, aquí no hay directrices, nadie te manda. Además es un órgano consultivo en el que sabiendo que puedes decir lo que creas tienes capacidad de influir. Lo bueno del Consejo es que al ser tan variopinto tenemos una visión global de la realidad de la enseñanza porque cada uno ve un trozo.
En este punto, Zaitegi saca a colación una leyenda persa “muy bonita” que dice que los dioses rompieron la verdad en trozos y a cada uno nos dieron un “cachito pequeñito” de forma que si juntas el tuyo con los trozos de otras personas tienes un espejo mayor en el que puedes mirar y ver mejor porque está formado por la verdad de todos.
¿Y por qué ahora?
-Me he reenganchado porque me parece un momento precioso ya que se acabó la cosa esa de la Lomce. Ya hay una subcomisión en el Congreso que está trabajando para reformarla. Es un momento muy bueno porque después de las crisis hay que recuperar la ilusión, es como dar un paso importante hacia delante.
Dice que espera del Consejo que sea un foro que diga cosas con rigor. ¿Cree que el Gobierno Vasco debería escuchar más lo que dice el Consejo?
-No siempre y no tiene por qué. Me explico. Quiero que el Consejo trabaje con muchísimo rigor y participación para que el Departamento de Educación tenga criterio y tenga el criterio de la sociedad civil, no sólo de los técnicos. Las cosas que dice el Consejo son muy potentes y no estaría nada mal que nos hiciesen caso, me encantaría. Ahora, lo perfecto no está reñido con lo bueno.
¿En qué sentido?
-En el sentido de que hay veces que el Consejo puede dar una recomendación y veces que, pese a ser lo mejor, no sea lo más útil, ni lo más conveniente, ni lo más viable para un Gobierno.
¿Como ha sucedido con la Lomce y el Gobierno Vasco?
-No estoy en absoluto de acuerdo con la filosofía de la Lomce porque va en contra de lo que entiendo que es una buena educación, además de estar aprobada por un Gobierno con mayoría absoluta (PP) sin haber negociado con la comunidad educativa. Dicho esto, siempre intento ponerme en los zapatos del otro para intentar entender. Es verdad que al principio hubo por parte del Departamento de Educación un intento de hacer algo diferente, de buscar un Currículum propio pero ¿sabes lo que constriñen las leyes?, ¿sabes que la gente que gobierna no se las puede saltar? Una Ley Orgánica, como la Lomce, obliga. Entonces tú tienes que ir por los márgenes buscando un resquicio para ver por dónde te escapas. Pero la realidad es que es muy complicado. Desde fuera es muy fácil criticar, pero el que tiene que legislar a veces se la tiene que envainar aunque esté en desacuerdo, como es el caso de Euskadi.
Más allá del dilema moral que se le haya planteado al Gobierno, lo que ha evidenciado la Lomce es que la competencia exclusiva de Educación del Estatuto de Gernika hace aguas por todos los lados.
-No tanto, hay partes que sí y partes que no. Me explico. El sistema educativo vasco no es fruto de la casualidad. No son casualidad los buenos indicadores como la baja tasa de abandono, el alto porcentaje de escolarización infantil, la baja tasa de repetición, la equidad, el alto número de titulados superiores, etc. Todo esto se debe precisamente al marco normativo del que nos hemos dotado, pero no con este gobierno, con todos. Como soy tan vieja he pasado por las manos de todos los gobiernos y gracias a las aportaciones de cada uno no se ha destruido lo hecho, como sucede en el Estado.
El Pacto Escolar de 1992, efectivamente, es la base de esa estabilidad que ha permitido tener los buenos indicadores que tenemos. Y ahora estamos viviendo el primer intento por alcanzar un nuevo Pacto para que además de la escuela pública, la concertada se vea reconocida. ¿Cree que va ser sencillo reeditar el Pacto del 92?
-Creo en los acuerdos, no sé si son pactos, porque para vivir o cabemos todos o no cabe nadie. La situación de este país es la que es por circunstancias históricas. El tema es cómo desde la situación real de la escuela de nuestro país somos capaces de decir cómo la organizamos mejor. Fíjate, es muy fácil organizar aquello en lo que estamos de acuerdo: todos queremos que nuestro alumnado sea estupendo, que vaya a Europa y se coma el mundo. Para eso no se necesitan pactos, donde hacen falta acuerdos y compromisos es en aquello en lo que no estamos de acuerdo.
Sé que simplifico, pero el gran escollo antes de la negociación del Pacto se resume en que la escuela pública reclama ser el eje del sistema en la futura Ley Vasca de Educación y la concertada más financiación.
-¿Sabes qué pasa? Que ambas redes tienen parte de razón en ese punto de partida.
¿En qué, exactamente?
-La pública es igual que la Seguridad Social, que es universal y gratuita. Un día dices que no quieres la sanidad pública, entonces te haces un seguro médico y pagas todos los meses para tener esa cobertura. La escuela pública garantiza que todo el mundo tenga una plaza y es responsabilidad de la Administración que la pública dé una respuesta a todo el mundo. Luego está el tema de la libertad de elección. Y ahí hay familias que pueden elegir concertada. La pregunta es, ¿hasta dónde subvencionamos? Hay familias que quieren otro tipo de cosas, pero date cuenta del matiz, quieren llevar a su hijo a un colegio concreto.
Pero prácticamente el 50% de las familias vascas matriculan a sus hijos en la concertada, algo sin muchos referentes en Europa.
-Cuando esta opción es muy amplia es lógico que el Departamento de Educación se plantee que ese alumnado también tiene derecho a una educación de calidad y que es su opción. Pero a mi me preocupa más que la gente no pueda elegir la escuela pública que quiere. Me preocupa más que zonifiquemos los centros públicos y que obliguemos a los estudiantes a ir a una escuela porque les toca esa y listo. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo llevar a mi hijo o hija a esta escuela pública del pueblo que me encanta su proyecto educativo o me viene mejor, por lo que sea? Creemos que todo se arregla con más recursos pero, perdona, no. Hay veces que un exceso de comer bien nos da colesterol y creo que un exceso de recursos, por encima de los límites de lo necesario, son contraproducentes.
Los sindicatos denuncian que los recortes amenazan la calidad de la enseñanza.
-La Administración debe garantizar que haya una escuela pública de calidad, que no es sólo dinero. Una escuela de calidad es que la Administración aborde qué pasa dentro de las aulas, en las direcciones, en la participación de las familias, qué enseñamos, cómo enseñamos, cómo evaluamos, cómo educamos en valores, porque es su responsabilidad. La calidad no es un tema de dinero, se hace con más compromiso docente y con más proyectos educativos serios y rigurosos.
Los malos resultados de PISA han encendido las alarmas y se ha puesto el foco sobre los docentes.
-No creo que el Gobierno haya puesto el énfasis en los profesores, la prensa lo habéis sacado de tiesto. Sé que es un buen titular, pero eso ha supuesto una huelga. ¿Sabes para quién supuso un problema? Para las familias y para la imagen de la escuela pública. ¿Cuántos centros concertados hicieron huelga si se señaló como se dice al profesorado?
¿Hay que evaluar la labor docente?
-Hay que evaluar a todo el sistema: al alumnado, profesorado, direcciones de los centros y a los propios centros. Creo que con las Evaluaciones Diagnósticas del alumnado que se hacen aquí son más que de sobra, estas que se han montado a través de la Lomce habría que quitarlas de entrada, fuera. Solo machacamos al alumnado con evaluaciones ¿Y qué está pasando dentro de las aulas?, ¿qué profesorado tenemos? Y lo digo pensando que es estupendísimo, pero también tenemos algunos profesores que no. Un niño o niña tiene derecho a tener un buen profesor y es inmoral que tenga uno malo y nosotros lo permitamos.
Está claro.
-Está clarísimo que cuando un profesor no cumple es porque no puede, porque no sabe o porque no quiere. El que no sabe tiene arreglo, porque lo puedes formar. Si no quiere, lo tenemos más complicado. Y el que no puede quizá tenga que dedicarse a otra cosa, es que no todo el mundo vale para ser docente.
¿Qué cualidades debe reunir un buen docente?
-Fundamentalmente hay que tener una buena cabeza, pero hay que tener un corazón enorme, además de inteligencia emocional para ser capaz de entender al que tiene enfrente y comprometerse con sus estudiantes. Y además tienes que tener competencia social, ser capaz de organizarte con los compañeros, de relacionarte, de hacer proyectos en red... No vale con que te sepas muy bien la asignatura, porque puedes saber mucho de ciencias pero si no generas una buena relación vas fatal porque no hay aprendizaje si no hay emoción.
Ya, pero hay profesores que se quejan de falta de recursos y falta de tiempo.
-¿Quieres que hablemos de eso?
Por favor.
-Evaluación del profesorado. Yo creo mucho en la evaluación y creo que el gran miedo que tiene el profesorado es el uso que se va a hacer de la evaluación, porque tiene la imagen puesta en el aprobado o suspenso. No, la evaluación no está planteada en términos de castigo sino para promover la mejora.
¿Cuál sería la evaluación ideal?
-Como en otros países, los profesores deberían autoevaluarse cada curso, coevaluar su labor con sus compañeros, luego a nivel de centro y después ya vendrá la evaluación externa. Es mucho más rica la evaluación interna que la externa para ver los puntos débiles y poner los medios para poder mejorar.
¿La formación inicial que se da en Magisterio está desfasada?
-Puede, pero antes hay que se seleccionar muy bien quién entra en Magisterio, tiene que haber gente con una nota altísima, deben ser los y las mejores. ¿A quién contratan los equipos de fútbol? A los mejores y, además, pagan un pastizal, así que para entrenar a las nuevas generaciones tenemos que contar con lo mejor de la especie, los mejores seres humanos, los que más saben, los que tienen el corazón más grande, las mejores personas, los más creativos... Hay que seleccionar bien, darles una formación inicial increíble y luego deben pasar por una fuerte criba para que no se nos cuele nadie que no valga.
¿Habría que repensar el sistema de oposiciones?
-El sistema de oposiciones actual no discrimina.
¿Cómo se podría afinar más en esa selección del profesorado?
-Para empezar habría que hacer una entrevista, porque no conozco a nadie al que hayan contratado sin haber pasado antes por una entrevista personal.
¿Un MIR para profesorado?
-Un cosa es el MIR y yo lo que estoy diciendo que hay que poner una red con unos agujeros muy pequeños para que solo pasen los muy buenos. Con las oposiciones pasa cualquier persona, generalmente gente que tiene servicios, pero nadie nos dice si esos servicios han sido buenos o malos. Creo que hay una falta de responsabilidad generalizada por parte de todo el mundo. Lo dije en el Consejo el otro día y voy a seguir insistiendo en ello: “sindicatos, profesorado, Administración, por favor, debemos coger a la mejor gente porque la pasta que invertimos en este país debe garantizar que tengamos a los mejores profesionales”. Y es que cada niño debe recibir la mejor educación, no sucedáneos o cosas mediocres. Yo he venido aquí porque me encantaría poder influir, hacer pensar, poner el tema en la calle. Esto me preocupa mucho porque el alumnado tiene el derecho a recibir una educación buenísima y estamos en condiciones de darla. Y no es todo dinero.