Tras una semana de huelga de hambre contra los recortes en la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) tres de las ocho personas que iniciaron la protesta han tenido que abandonar por indicación médica. Los que siguen -Isa, Iosu, Agus, Asier y Albert- asumen que están arriesgando su salud, pero dicen que la causa que defienden y el objetivo que persiguen “merecen la pena”. “La huelga es indefinida, no la dejaremos hasta que respondan a nuestras reivindicaciones”, afirman casi al unísono.
Hoy cumplen nueve días sin comer, unas jornadas largas, pero llenas de actividades, que estos cinco activistas pasan aferrados a sus botellas de agua y que superan gracias al enorme respaldo social que están recibiendo en la carpa que ocupan cerca de El Arenal bilbaíno y en los actos en los que participan. “El hambre aprieta pero los ánimos están bien”, asegura Isa. Llama la atención que la huelga no haya restado entusiasmo a su discurso y que tengan fuerzas para explicar que “no hacemos esto por nosotros ni por las personas que cobran la RGI, lo hacemos por toda la sociedad, porque cualquiera puede verse en la necesidad de tener que sobrevivir con las ayudas sociales”.
Esta tarde esa reivindicación recorrerá las calles de Bilbao en una manifestación a la que se han sumado numerosas organizaciones sociales, sindicales y políticas. “La manifestación -dice Iosu- es para defender los derechos sociales de todos los que vivimos en Euskadi, tenemos derecho a un sistema de rentas que permita vivir con dignidad”.
Los cinco huelguistas se ven a sí mismos como “un foco de movilización” para llamar la atención de la sociedad y de los partidos políticos sobre la necesidad de revertir los recortes en la RGI y mejorar el funcionamiento de Lanbide. Su protesta culmina meses de concentraciones y acciones en las que muchas organizaciones y colectivos han reclamado que la RGI se actualice este año con el incremento del 8% aplicado en el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y se reintegre el recorte del 7% aplicado desde 2012.
Preguntados por las razones para llevar a cabo una medida tan extrema como una huelga de hambre, Isa explica que “hay miles de familias que están viviendo una situación dramática debido a los recortes en la RGI y al incumplimiento sistemático de la ley por parte de Lanbide, una forma de actuar que está dejando fuera del sistema y en la cuneta a muchas familias, bien porque se les impide el acceso a la RGI o bien porque se les suspende la prestación”. “Nuestra situación personal -añade- habría que dejarla en segundo término. Hemos tomado esta medida porque no nos han dejado otra solución, llevamos meses de movilizaciones y la respuesta del Gobierno Vasco ha sido el inmovilismo absoluto. Hemos emplazado a los políticos a que abran cauces de diálogo con la sociedad civil y esta medida es para lograr eso”.
Ayer, en el octavo día de huelga de hambre, los activistas y las organizaciones que les respaldan -Argilan-ESK, Argitan, Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia, Baietz Basauri!, Berri-Otxoak, Brujas y Diversas, Danok Lan, Elkartzen, Mujeres del Mundo, Posada de los Abrazos/Besarkatuz, SOS Racismo-SOS Arrazakeria y PAH Bizkaia-Kaleratzerik EZ!- enviaron una carta al lehendakari en la que expresan su “malestar” ante la decisión de “mantener el recorte del 7% en la cuantía de la RGI”. Iosu apunta que su objetivo es “conseguir que el Gobierno Vasco mueva pieza antes de aprobar los presupuestos de 2017” y que la subida del 8% y la recuperación del 7% se incluyan en las cuentas vascas.
Los cinco huelguistas que, junto con los tres compañeros que han tenido que abandonar, dieron el paso de iniciar la protesta conocen de cerca los problemas de quienes necesitan una ayuda social para sobrevivir. Algunos son o han sido perceptores de la RGI, otros trabajan en contacto con demandantes de ayudas y personas en situación de pobreza. Agus, que ha cobrado una RGI hasta hace poco, denuncia “la campaña de criminalización” contra los perceptores y asegura que eso “junto a innumerables dificultades y filtros para acceder a una ayuda” es “un planteamiento político” para que la gente desista de solicitar la RGI. Agus, Asier y Albert conocen muchos casos de mala gestión de Lanbide que suponen la “expulsión del sistema de las personas más necesitadas” y proponen que los responsables del Servicio Vasco de Empleo pregunten “a los perceptores y a las organizaciones cuáles son las medidas adecuadas para un funcionamiento eficaz”.