Bilbao - Un equipo de investigación de la Universidad del País Vasco participa en el desarrollo de la tarjeta de calibración de una de las cámaras que portará el nuevo vehículo científico que pretende enviar la Nasa a Marte en 2020 para explorar su superficie y buscar restos de vida actual o pasada.
La placa, de aproximadamente 12 por 12 centímetros, está siendo construida en Elgoibar por AVS, una empresa “puntera e innovadora” que “ha logrado mejorar” el desarrollo de acuerdo a los términos que exigía la agencia espacial estadounidense, según afirma en una entrevista el catedrático de Química Analítica en la UPV/EHU Juan Manuel Madariaga, que dirige el equipo investigador vasco.
Denominada Supercam y dispuesta para colocarse en la rueda trasera derecha del vehículo, la herramienta será una de las ochos que se empleen para analizar el suelo marciano, en este caso con el objetivo de “buscar evidencias experimentales que indiquen fases minerales producidas por la presencia del agua o de vida a nivel microscópico”. Esta cámara constará de “cinco técnicas analíticas distintas”, que trabajaran conjuntamente para con la información obtenida por cada una de ellas dar con una conclusión final sobre la muestra en cuestión. Una técnica “novedosa, inclusive para las empleadas en la Tierra” que Madariaga considera ha sido “la gran aportación del equipo”, del que también forman parte investigadores de las Universidades de Valladolid, Málaga y la Complutense de Madrid, al concurso que abrió la Nasa en 2014, y al que se presentaron 68 instrumentos distintos de todo el mundo. Este concepto de calibración cruzada, permitirá “no solo dar la información elemental, que es lo que está haciendo la cámara ChemCam que porta el rover Curiosity, sino ir más allá y dar la composición de cada una de las fases minerales de las muestras que se analicen. Se amplia la información una barbaridad”, declara. Si se ha previsto toda posible contingencia para el momento del aterrizaje, en el que el vehículo “se soltará a una altura de dos metros” a la superficie marciana, aún quedan por concretar dónde se colocaran los centros originales de recepción de datos y sus respectivos nodos de distribución, de entre los que es “casi seguro” habrá uno en Valladolid y para los que Madariaga aspira a que puede haber otro en la Universidad del País Vasco. “Sería una bonita cosa”, expresa. Del mismo modo, está por definir también uno de “los grandes temas”, el lugar en el que aterrizará la misión en 2020, comenta para advertir al respecto que, de los propuestos, “se sabe que ninguno coincide con los cuatro lugares seleccionados por la Agencia Espacial Europea (ESA) para su misión también en 2020 a este planeta del sistema solar. - Efe