donostia - Subraya que “los permisos parentales deben tener continuidad”, y critica que las mujeres sufran cambios en sus condiciones de trabajo al regreso de una baja por maternidad. El investigador Tryggvi Hallgrimsson, asesor en el Centro para la Igualdad de Género de Islandia, un país puntero en esta materia, asume que su país también tiene muchos deberes por delante. “Es cierto que no somos precisamente muy progresistas en lo referido a la segregación laboral”, reconoce en Donostia el experto, tras su participación en el Congreso sobre Igualdad y Conciliación, organizado por la Diputación Foral de Gipuzkoa.
Las mujeres vascas integradas en el mercado laboral trabajan en casa más que los hombres. ¿Su país, que figura entre los líderes en igualdad de género, ha sabido revertir esa situación?
-La realidad es muy similar. A pesar de que durante los últimos ocho años nos hemos convertido en el país que más ha reducido las desigualdades de género, con medidas educativas, políticas y de salud pública, el eslabón más débil sigue siendo el del mercado laboral. Las desigualdades que existen aquí se repiten en nuestro país, con mujeres obligadas a acogerse a turnos adicionales para conciliar el trabajo y la familia. Llevan una carga doméstica mucho mayor que la de los varones. En realidad, es una cuestión que merece toda nuestra atención.
¿Y en qué línea están trabajando?
-El enfoque tiene muchas vertientes. Desde luego que hace falta que los varones se involucren mucho más en las tareas domésticas. En Islandia estamos reconduciendo esta realidad a través del sistema de permisos parentales, tratando de implicar mucho más a los padres en el cuidado de las criaturas. Pero es algo que tiene que tener continuidad y, en ese sentido, es fundamental y crucial el papel que pueden llegar a representar las empresas.
Para ser un país tan avanzado en igualdad de género, ofrece muchas similitudes con la realidad que se conoce aquí...
-Bueno, es en la esfera de lo político, en lo referido a la representación de las mujeres en el parlamento y los municipios donde llevamos décadas de adelanto. Pero es cierto que no somos precisamente muy progresistas en lo referido a la segregación laboral, puesto que las mujeres siguen ocupando la mayoría de puestos en sectores como el de los cuidados.
¿Es la islandesa una sociedad aparentemente igualitaria que, de algún modo, cambia de puertas adentro?
-Supongo que podría decirse algo así. También es verdad que debido al tamaño del país (323.000 habitantes) somos de alguna manera un laboratorio para los asuntos de género. Por ejemplo, se detectan muy rápidamente los casos de violencia doméstica, lo que permite reaccionar a tiempo. Los informes de la policía han permitido interrumpir muchos episodios de violencia doméstica. Son noticias de vuelan, y el sistema está sabiendo responder, exactamente, con la misma velocidad.
¿Una mujer embarazada tiene más dificultades para conservar su puesto de trabajo en Islandia?
-Legalmente no. No es posible discriminar ni mucho menos a una mujer embarazada. De ninguna de las maneras.
Legalmente no, ¿pero qué dice la realidad?
-En realidad, sí recibimos quejas de mujeres que al regreso de la baja de maternidad ven cómo han cambiado sus condiciones laborales. En esos casos, la ley es muy clara al respecto y dice que no se puede aceptar ninguna modificación, salvo que haya habido en la empresa cambios estructurales o una situación de quiebra financiera. En todo caso, es evidente que las mujeres trabajan en las empresas menos horas semanales que los hombres, algo que se atribuye al hecho de que ellas asumen muchas más responsabilidades en el ámbito doméstico y familiar.
¿Hay en su país grandes desigualdades salariales entre hombres y mujeres?
-La desigualdad salarial es un problema constante, que no cesa, con diferencias que pueden oscilar entre el 8 y el 14%.
Ponga algún ejemplo de trabajo activo a favor de la igualdad en Islandia.
-En Islandia se ha establecido un requisito por el cual todas las empresas deben comunicar sus datos al centro de igualdad de género. No hacerlo puede suponer una sanción económica muy importante. El poder legislativo lo tiene muy claro y es muy sensible a estas cuestiones.
¿Qué le diría a un empresario vasco que no dedica un solo segundo a pensar en cómo mejorar la conciliación laboral y familiar de sus empleados?
-En primer lugar, habría que saber qué tipo de empresa se quiere gestionar y hacia dónde se pretende ir. Desde luego que si se persigue ser una empresa sostenible y con una buena reputación, desde luego que la conciliación debería ser una cuestión a abordar como prioritarias. Pero si estás al cargo de una empresa en la que discriminas a las mujeres, vienes a decir que no aprecias el trabajo que hace la mujer, ni valoras la calidad humana y laboral. Que cada uno se mire a sí mismo y decida.