MADRID. Un análisis del Pew Research Center sobre la situación legal en 198 países ha constatado que en al menos 153 existe el requisito teórico de la mayoría de edad para contraer matrimonio, si bien en la práctica terminan aplicándose eximentes como la autorización paterna, existentes por ejemplo en países europeos.

De esta forma, al menos 117 países permiten en la práctica a sus ciudadanos contraer matrimonio con menos de 18 años. En algunos, además, el alcance de las leyes no llega a ciertas comunidades o persisten los matrimonios forzados, en los que las familias imponen su voluntad a menores de edad ante la ausencia de una administración política eficaz o con voluntad de romper el círculo.

El informe constata diferencias por religiones y, especialmente, por sexos. Varios países recogen de forma expresa en su legislación discriminaciones entre hombres y mujeres, hasta el punto de que Sudán permite que las niñas puedan contraer matrimonio a los 10 años, cinco menos que los niños, sin que siquiera medie permiso familiar o judicial previo.

La ONG Girls Not Brides recuerda que más de 700 millones de mujeres residentes en países en desarrollo --una de cada tres-- se han casado siendo niñas. El escenario es aún peor para una de cada nueve mujeres que contrajeron matrimonio con menos de 15 años, sin haberse desarrollado física y psicológicamente, según la ONU.

Si la tendencia persiste, para el año 2050 se habrá alcanzado la cifra de 1.200 millones, un dato preocupante a ojos de los observadores internacionales. No en vano, Naciones Unidas calcula que cada año se siguen casando alrededor de 17,4 millones de niñas, más de 47.000 al día de media.

En términos absolutos, India, con 10 millones de niñas casadas, es el país con peores datos, si bien el gigante asiático ocupa el décimo lugar en datos relativos. Níger, con un 76 por ciento, encabeza una lista elaborada por Girls Not Brides y que incluye en los cinco primeros puestos a República Centroafricana (68 por ciento), Chad (68 por ciento), Malí (55 por ciento) y Guinea (52 por ciento).

Los datos evidencian que el Africa Subsahariana sigue siendo la región con peor balance: cuatro de cada diez mujeres se casan antes de la mayoría de edad, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). América Latina y el Caribe figura en segundo lugar, con un 24 por ciento, por delante de Oriente Próximo y el norte de Africa, con un 18 por ciento.

LOS EFECTOS

Naciones Unidas insiste periódicamente en que el matrimonio infantil supone una violación de los Derechos Humanos y, por este motivo, este año ha lanzado una iniciativa con la que ha querido recordar que la salud y el desarrollo de las niñas está en juego.

Las mujeres que se han casado a una edad temprana corren más riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, de tener que abandonar sus estudios para responsabilizarse de la casa y la familia y de no tener siquiera la oportunidad de entrar en el mercado laboral. Quedan, por tanto, a merced del hombre.

La ONG Plan International avisa de que es precisamente esta sumisión la que buscan gran parte de los maridos, que quieren obediencia plena. Para las familias, además, al estigma de tener una hija soltera mayor de edad se suma al coste de la dote, mayor cuánto más tarde contraiga matrimonio la mujer.

LA VOZ DE FATUMA

"Elegir cuándo y con quién casarte es una de las decisiones más importantes de la vida", ha subrayado el director ejecutivo del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), Babatunde Osotimehin. La imposición, ha añadido, implica negar a "millones de niñas" este poder de decisión cada año.

La UNFPA respalda programas en algunas de las zonas más conflictivas del mundo y da una nueva esperanza a vidas como la de Fatuma, una mujer etiope que se casó con sólo 13 años. Víctima de la mutilación genital cuando era un bebé, durante el parto sufrió la reapertura de la cicatriz y padeció también complicaciones después de dar a luz.

Su situación se agravó más aún cuando su marido la abandonó, pero gracias al apoyo de sus padres pudo reanudar sus estudios y ahora es capaz de hablar de su propio calvario dentro de un "club de niñas casadas", como describe la iniciativa impulsada por Naciones Unidas.

"El programa me ha dado la oportunidad de interactuar con niñas casadas, muchas de las cuales han pasado por experiencias similares a la mía", explica Fatuma. Juntas, hablan de cómo ayudar a las víctimas y erradicar la práctica de regiones como Afar, donde continúa muy arraigada.