Ascoli Piceno (Italia) - Italia acogió ayer el primer funeral de Estado por las víctimas del terremoto que en la madrugada del pasado día 24 asoló el centro del país, una ceremonia a la que asistieron familiares, amigos y autoridades. El presidente de la República, Sergio Mattarella, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, participaron en este acto, que comenzó en torno a las 11.25 hora local y concluyó unas dos horas y media después. También quisieron acompañar en este día a los familiares de las víctimas los presidentes de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini, y del Senado, Pietro Grasso, el parlamentario del Movimiento Cinco Estrellas Luigi di Maio, así como autoridades estatales y regionales.

La ceremonia tuvo lugar en el polideportivo municipal situado en las inmediaciones del Hospital Mazzoni de Ascoli Piceno, localidad de la región de Las Marcas. En su interior, familiares de las víctimas siguieron la misa en las primeras filas junto a los féretros con los cuerpos de 35 de los 291 fallecidos por el seísmo, mientras otros prefirieron permanecer sentados en el suelo abrazados a los ataúdes.

Hasta este polideportivo también se acercaron miles de personas de Ascoli Piceno y de otras localidades próximas para mostrar su solidaridad y su afecto a las familias. Es el caso de Franca, una vecina de Ascoli Piceno que decidió participar en el funeral para compartir el dolor de aquellos que han perdido a sus parientes. Visiblemente emocionada, con lágrimas en los ojos, esta italiana recordó cómo en el terremoto también falleció una amiga suya que era de Amatrice, una de las localidades que más daños ha sufrido. “Ella tenía 37 años y un bebé de 18 meses”, que también murió como consecuencia del seísmo de magnitud 6 en la escala de Richter que el pasado día 24 golpeó varios municipios del centro de Italia.

Luto nacional El funeral de Estado fue presidido por el obispo de Ascoli Piceno, Giovanni D’Ercole, y contó con la presencia de algunos de las miles de personas que participan en las labores de rescate y asistencia a los damnificados. D’Ercole pronunció uno a uno los nombres de 35 de los fallecidos por quienes se organizó esta ceremonia religiosa, en la que pudo verse en varias ocasiones la emoción en los rostros tanto de Renzi como de su esposa, Agnese Landini.

El obispo, en su homilía, aseguró que los campanarios de las localidades golpeadas por el terremoto “se han caído, no suenan más”, pero, aseguró, “volverán a tocar, recuperarán el sonido de la mañana de la Pascua”. “No tengáis miedo de gritar vuestro sufrimiento, pero no perdáis el valor. Juntos reconstruiremos nuestras casas e iglesias”, manifestó. Fuera del polideportivo siguieron la ceremonia numerosas personas de otras partes de Italia.

El acto, el primero oficial y que tiene lugar mientras Italia está de luto nacional, se ha producido al tiempo que se sigue actualizando el recuento provisional de víctimas, que ayer se elevaba a 291 muertos. La mayor parte de los fallecidos, 230, se han registrado en Amatrice, en la región del Lacio, a unos 140 km al noreste de Roma, la localidad más devastada por el terremoto. La ceremonia duró en torno a una hora, aunque posteriormente Renzi permaneció durante más de otra hora en el interior del polideportivo conversando en privado con cada una de las familias de las víctimas para expresarles su pésame.

Durante el acto, el primer ministro italiano también intercambió unas palabras con algunos de los alcaldes de localidades afectadas por el terremoto. A ellos les aseguró que el Gobierno trabajará en las próximas semanas en garantizar el acceso a la escuela de los niños golpeados por la tragedia y también en la reconstrucción los pueblos que han sufrido daños. Entre los asistentes a la ceremonia estuvo el alcalde del municipio de L’Aquila, que en 2009 sufrió un seísmo que causó la muerte a 300 personas.

El alcalde solicitó al Gobierno que “no se demore” en poner en marcha los planes de reconstrucción de los pueblos afectados y pidió “coraje para desarrollar planes de prevención” que permitan edificar construcciones capaces de aguantar terremotos en una zona con gran actividad sísmica, como es el centro de Italia. Y es que el derrumbe de algunos edificios reconstruidos tras el terremoto de L’Aquila ha generado críticas entre las víctimas.