bilbao - Las vacunas no son solo cosa de niños. Aunque los más pequeños reciben la mayoría, y la cobertura de la población infantil ronda el 98%, los adultos también necesitan protegerse frente a gérmenes como los del tétanos, la difteria, el neumococo, la gripe, o la rubéola que son causa, en ocasiones, de enfermedades serias. En este sentido, el nuevo manual de vacunación de Osakidetza fomenta la vacunación de los adultos sanos, las mujeres embarazadas y los grupos de riesgo, con el objetivo de proteger a la población a lo largo de todas las etapas de la vida. Una medida de salud que se aplicará en función de las vacunas recibidas en la infancia y de las enfermedades que cada adulto haya ido sufriendo. Según el Servicio Vasco de Salud, se deberá aprovechar cualquier visita al centro de salud para actualizar el calendario vacunal y añadir aquellas dosis que estén recomendadas en cada caso de forma específica.

El hecho de que a día de hoy, las estrategias de vacunación en adultos no gocen de la misma aceptación que las políticas de prevención infantil, obliga a derribar el mito de que los adultos no precisan vacunas. El rápido envejecimiento de la población y al aumento de la cronicidad, dan al traste con esta creencia y hacen necesario un calendario sistemático de vacunación.

Un criterio compartido por los expertos reunidos en el VIII Foro de Vacunas del País Vasco -celebrado recientemente-, al considerar la vacunación del adulto como el principal reto en materia de prevención. En este sentido, el doctor José María Arteagoitia, Jefe de Vigilancia y Vacunas de Salud Pública, puso de manifiesto la intención del Gobierno Vasco de sensibilizar a los vascos sobre la necesidad de protegerse, teniendo en cuenta que las vacunas pediátricas no siempre sirven de por vida. “La vacunación en la edad adulta es necesaria para dar continuidad a la protección iniciada en la infancia, así como asegurar la correcta inmunidad frente a las enfermedades infecciosas prevenibles”, aseguró.

crónicos, en el punto de mira Los expertos también creen necesario contemplar a otros grupos como son los pacientes de riesgo con enfermedades crónicas y personas de edad avanzada con un sistema inmune debilitado. Según Osakidetza, “en algunas enfermedades crónicas existe una mayor predisposición a desarrollar una dolencia grave en caso de infección”. Asimismo, señala que “las situaciones de inmunodepresión son cada vez más frecuentes por la utilización de nuevos fármacos o de intervenciones terapéuticas, como los trasplantes”.

A juicio de Rosa Sancho Martínez, de la Dirección de Salud de Gipuzkoa, “no todas las enfermedades crónicas suponen una situación de inmunodepresión. Por ello, en algunos casos no se incrementa el riesgo de adquirir enfermedades infecciosas, sino el riesgo de complicaciones de su enfermedad de base cuando se presenta una infección debido a que estas personas presentan un sistema inmune debilitado. En otros casos, la propia enfermedad crónica, o los tratamientos que se administran, pueden afectar a su sistema inmune disminuyéndolo y de esta forma incrementar el riesgo de adquirir algunas infecciones”.

De este modo, el manual, “establece recomendaciones especiales para aquellos adultos y mayores que presenten determinadas condiciones médicas u otras situaciones de riesgo, pacientes diabéticos o con insuficiencia renal etc...”.

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) también ha puesto el foco en la inmunización de los más mayores. Su presidente, José Antonio López Trigo, indica que “se proponen a partir de los 60 años una dosis de la vacuna de tétanos/difteria/tosferina si la recibieron en edad infantil o cinco si no han sido vacunados nunca. La triple vírica (rubeola, sarampión y paperas) se aconseja en una o dos dosis en los nacidos entre 1966 y 1984 y en dos a partir de esa fecha para la varicela, meningococo C, hepatitis B y virus del papiloma humano”.

La disponibilidad de nuevas vacunas permite que puedan ser utilizadas en personas con ciertas enfermedades crónicas. De hecho, José Ramón Cisterna, Jefe del Servicio de Microbiología del Hospital de Basurto, y uno de los directores del Foro, reflexionó sobre el valor de las nuevas e innovadoras vacunas destinadas a la protección de la población adulta frente a enfermedades infecciosas prevalentes y que causan graves consecuencias sobre la salud.

En concreto, destacó los beneficios de la prevención frente al herpes zóster y el virus del papiloma humano (VPH). En la actualidad, “más de 290 millones de mujeres están infectadas con VPH y, anualmente, la infección provoca 530.000 casos de cáncer de cuello de útero y 275.000 defunciones”. En el caso del herpes zóster, “hablamos de una enfermedad incapacitante, dolorosa y de alta prevalencia en edad adulta. La enfermedad se produce por la reactivación del virus de la varicela zóster, estimándose que una de cada cuatro personas, que han pasado la varicela, lo sufrirán a lo largo de su vida”, subrayó Cisterna.

En materia de gripe y del virus del papiloma humano, la vacunación de adultos ha cogido fuerza en Euskadi con altas tasas de cobertura. Así, un 60% de la población vasca se vacunó contra la gripe durante la campaña de 2014-2015. Y en el caso del VPH, la cobertura es de un 91%, significativamente superior a la media nacional que es del 73%.

“La prevención de cualquier enfermedad es uno de los pilares básicos de la más actual medicina asistencial, con un gran impacto no sólo en la salud individual, sino también en la colectiva”, explicó el doctor Cisterna, al analizar el papel de esta herramienta de salud pública. Y es que las vacunas del futuro buscarán soluciones tanto para nuevas dianas como para hacer frente a antiguos problemas que aún hoy no tienen respuesta.