VITORIA - El acoso y el ciberacoso no son “chiquilladas” ni juegos entre niñas y niños que deban tolerarse por el hecho de que “han ocurrido toda la vida”. El acoso tiene un gran impacto sobre las víctimas. Pueden mostrar señales de depresión, problemas para comer y dormir, malestar físico como dolores de cabeza, baja autoestima, peor rendimiento o reparos para participar en las actividades escolares. El suicidio Jokin Z. en Hodarribia conmocionó a la opinión pública en 2004 y obligó a las administraciones educativas a actuar frente a una realidad hasta entonces soterrada. Pero el suicidio este año de Diego, de 11 años, en Madrid o los casos denunciados en Munabe y Gaztelueta han puesto de manifiesto que los mecanismos de prevención no son todo lo eficaces que exige la política de “tolerancia cero” frente al bullying.

Según el último informe Save The Children, un 6,3% de los estudiantes vascos de ESO, entre 12 y 16 años, asegura haber sufrido acoso escolar en los últimos meses y un 4,5% se considera víctima de acoso a través de internet o de las redes sociales. Las cifras de bullying y ciberbullying de Euskadi son ligeramente inferiores a las de la media del Estado español, donde un 9,3% del alumnado dice que ha sufrido acoso y un 6,9 % se siente víctima de ciberacoso. El Gobierno Vasco sostiene que esta lacra se ha estabilizado en las aulas vascas donde, no obstante, se han duplicado las denuncias los últimos cinco años (hasta las 268 el curso pasado). Para los responsables del Departamento de Educación el aumento de las denuncias por acoso se debe a una mayor sensibilización social ya que los casos reales verificados se limitan al 25%, la mitad que el curso anterior. Es decir, solo una de cada cuatro denuncias son casos reales de bullying.

En noviembre de 2015, el Gobierno Vasco actualizó la guía de actuación de los centros frente a una situación de posible acoso y se ha renovado la colaboración con la Ertzaintza que desde 2013 imparte charlas los centros. El Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI) retomará este año el estudio sobre alcance del bullying en las aulas, poniendo así fin a cuatro años de vacío. En 2012 -con la socialista Isabel Celaá al frente al Educación- se puso en marcha el Observatorio Vasco de la Convivencia, si bien en su presentación se incidió más en la formación ética del alumnado frente al terrorismo que en el bullying. Hoy en día, los centros trabajan en su propio Plan de Convivencia y el profesorado recibe formación. Y periódicamente distintas entidades realizan acciones puntuales para combatir el bullying, como el programa Jabon de la BBK que es una especie de barnetegi antibullying de cuatro días en las colonias de Sukarrieta gracias al cual 1.300 estudiantes de 12 a 14 años han aprendido este curso a reconocer, prevenir y reaccionar ante situaciones de acoso.

Sin un plan específico Aun y todo, a nivel de Euskadi no existe un plan específico que aborde la prevención del acoso de forma sistematizada y unificada. Los primeros en dar ese paso han sido las ikastolas. En setiembre, Ikastolen Elkartea comenzará a aplicar en 52 de sus centros el que se presenta como el método definitivo contra el bullying, el KiVa, un programa con el que el 90% de las escuelas de Finlandia han logrado recudir un 68% los casos de maltrato y victimización. Finlandia lo está exportando a diferentes regiones del mundo en pack por valor de unos 200.000 euros. La clave de este plan creado por la Universidad de Tuku es que se dirige al grupo y no al agresor, ya que los testigos juegan un rol importante para parar el bullying. Los estudios existentes refuerzan la orientación filosófica del programa finlandés. Y es que según el informe Maltrato entre Iguales que ha publicado recientemente el ISEI-IVEI, el 40% de los escolares vascos se une al acosador o mira hacia otro lado cuando ve una situación de abuso.

El Gobierno Vasco también ha asistido a la presentación del KiVa Antibullying Program organizada por el cónsul honorario de Finlandia hace unos meses. Pero el Departamento de Educación descarta sumarse al KiVa ya que “en la CAPV disponemos de los recursos personales, académicos y profesionales para poder desarrollar un proyecto equivalente a éste”, según la consejera Cristina Uriarte. Para ello, Educación estaría estudiando la posibilidad de crear una comisión entre las organizaciones que asistieron a la reunión con los responsables de KiVa (Osakide-tza, Agintzari, el Ayuntamiento de Bilbao, Inspección Educativa, Dirección de Innovación Educativa y el Berritzegune Nagusia) y solicitar el apoyo del ISEI-IVEI o de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

A tenor del contenido de esta respuesta parlamentaria de Uriarte, el tema está aún muy verde a pesar de que en Euskadi ya hay programas antibullying de probada eficacia que no acaban de dar el salto desde la universidad a las aulas y eso que han sido financiados con dinero público. Es el caso Cyberprogram 2.0 desarrollado por Maite Garaigordobil, catedrática de Evaluación Psicológica de la Universidad del País Vasco.

Cyberprogram 2.0 fue implementado en tres centros de Gipuzkoa durante un curso escolar. En total, participaron 176 adolescentes de 13 a 15 años de ESO (43,8% chicos y 56,3% chicas). Del conjunto de la muestra, 93 participantes se dividieron en grupos experimentales y 83 en grupos de control. “Hicimos sesiones semanales de una hora de duración a unos grupos y, con otros grupos, realizamos las actividades habituales de tutorías. Además, antes y después del programa, aplicamos dos test para medir la violencia escolar y la agresividad”, afirma Garaigordobil, que recientemente ha publicado sus resultados en la revista científica Frontiers in Psychology.

Los resultados obtenidos constatan que Cyberprogram 2.0 “es una herramienta eficaz para prevenir y reducir la violencia entre iguales en cualquiera de sus formas”. Así, ha confirmado que entre los adolescentes que realizaron la experiencia comparados con aquellos que no la llevaron a cabo, “ha disminuido significativamente” el bullying y el cyberbullying (violencia del profesorado hacia el alumnado; violencia entre iguales: física, verbal, social y tecnológica) y la agresividad (impulsiva y premeditada). Y por otro lado han aumentado las conductas sociales positivas como la empatía, la autoestima y la capacidad para resolver conflictos de forma constructiva. “Hay que destacar que, aunque la intervención no iba dirigida al profesorado, el estudio muestra que el alumnado participante percibe una disminución en la conducta agresiva, entendida como conducta no adecuada, del profesorado hacia ellos”, asegura Gaigordobil.

El programa utiliza diversas técnicas de dinámicas de grupo como el role-playing, el torbellino de ideas, el estudio de casos o la discusión guiada mediante distintas preguntas. Por ejemplo, en la actividad 15, Rompe el silencio el grupo debate un vídeo titulado Historia de un adolescente ciberacosado en el que Joe denuncia el acoso al que le someten. Los chavales tienen que decir qué pasos hubieran dado como testigos, proponer el final de la historia presentando estratégicas de resulución del problema. De esta manera se logra romper la ley del silencio fomentando la implicación y la denuncia de los observadores, potenciar la empatía hacia las víctimas o tomar conciencia de las consecuencias del comportamiento en espacios virtuales.

Antibullying como asignatura La relación entre los estudiantes ha mejorado, aunque “el panorama general no es tan positivo”, advierte Garaigordobil. Según recuerda esta experta, el último informe del sindicato docente ANPE confirma que se ha incrementado un porcentaje muy alto la violencia del alumnado hacia el profesorado, aumentando además la gravedad de esta violencia. “Sin duda es un informe preocupante. Una sociedad que valora a su profesorado es una sociedad que avanza. Y, en nuestra sociedad, esta situación no se está dando. Hemos llegado a una situación en la cual los padres y las madres tienen muy poca tolerancia a la frustración y no admiten que nadie diga nada negativo de su hijo o hija. Y eso se traduce en crítica al profesorado”, reflexiona.

Ante esta situación, la profesora Garaigordobil apela a la colaboración entre familia y escuela. “Está comprobado que altas dosis de afecto, de cariño, y de implicación con los hijos, con unas dosis de razonables de castigo, disciplina y coerción, es el modelo educativo más adecuado”.

A pesar de todos los esfuerzos realizados a nivel educativo, los datos arrojan hablan de un aumento de las denuncias por bullying y ciberbullying en el contexto de la escuela. “Tenemos que tener tolerancia cero al acoso y, para ello, habría que realizar más intervenciones”, afirma Garigordibil. Por un lado, dice, a través de programas como el Cyberprogram 2.0, y por otro, diseñando programas de desarrollo socio-emocional desde la educación Infantil a lo largo de toda la educación reglada. “Programas que estimulen la comunicación, los ámbitos de escucha activa, el respeto por el otro, la empatía, la autoestima? Si estos programas fueran una asignatura más, seguramente nos encontraríamos con tasas inferiores de bullying y el cyberbullying en las aulas”, subraya Garaigordobil.

Víctimas. Según un estudio de Save The Children, un 6,3% de los estudiantes vascos de ESO, entre 12 y 16 años, asegura haber sufrido acoso escolar en los últimos dos meses y un 4,5% se considera víctima de acoso a través de internet o de las redes sociales.

Agresores. El estudio pone de manifiesto que un 3,5% de los alumnos de ESO reconoce haber acosado a alguien y un 2,1% admite haberlo hecho por internet.