donostia - El autismo tiene un componente infeccioso y puede tratarse con antibióticos. Esta fue una de las conclusiones del virólogo francés Luc Montanier, premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del virus del Sida, en la conferencia que ayer abrió el VII Congreso Nacional de Homeopatía que se celebra en Donostia.

El célebre científico galo expuso que no niega que el autismo es “una enfermedad de comportamiento que está relacionada con la actitud de la madre respecto al hijo” pero es necesario añadir “un factor orgánico”. “Sería absurdo pensar que el ser humano es solamente un cerebro porque también hay problemas de transmisión de infecciones que pueden llegar al cerebro y eso es lo que suponíamos”, describió Montagnier ante la abarrotada sala del Palacio de Miramar, donde se celebra el encuentro médico.

Los ensayos realizados en el laboratorio del virólogo francés indican que existe “una conexión microbiana entre las bacterias que están en el intestino y que, de ahí, pasan a la sangre y luego al cerebro”. “Por tanto, si las eliminamos con antibióticos vamos a mejorar considerablemente la situación clínica del niño autista. La hipótesis es que hay una barrera entre el intestino y la sangre y esa transmisión bacteriana llega al cerebro”, enfatizó el Nobel de Medicina de 2008.

Sus observaciones se fundamentan en una nueva línea de investigación que pretende demostrar que enfermedades neurológicas como el autismo, el parkinson o el alzheimer podrían estar causadas por restos de bacterias de la flora normal del intestino que, al pasar al plasma sanguíneo, originarían estas patologías. Según las teorías de Montagnier, el ADN de bacterias y virus genera ondas electromagnéticas en el agua que persisten incluso a muy altas diluciones, las cuales se podrían utilizar para diagnosticar y tratar dichas dolencias. “Gracias a nuestros métodos, tratamos no el agua sino las bacterias ocultas en el agua”, aclaró.

Durante su exposición, el investigador francés puso el ejemplo de un niño autista de 4 años que fue tratado por su equipo médico. El pequeño presentaba un traumatismo craneal y fue tratado con un tipo de antibiótico que atemperó su enfermedad “Detectamos señales electromagnéticas en su plasma de intensidad disminuida pero no suprimida. Empezó a comer y a comunicarse con sus familiares”, explicó Montagnier.

Posteriormente, los científicos prescribieron otro antibiótico diferente, que mejoró los resultados. “El niño empezó a hablar. Hemos visto un cambio radical”, apostilló el Nobel galo.