La caza en el punto de mira
La muerte de Cecil, el popular león de Zimbabue que fue abatido ilegalmente, se atribuyó en principio a un español, lo que puso a todo el colectivo bajo sospecha. Dos cazadores vascos y un organizador de safaris marcan distancias
Si Cecil hubiera sido un león del montón, no habría trascendido su muerte, por cruenta que fuera. No, al menos, más allá de las fronteras de África, donde fue abatido ilegalmente por un dentista de Minneapolis que pagó 50.000 euros por dispararle con su arco. Pero Cecil resultó ser todo un rey en Zimbabue y su trágico final ha dado la vuelta al mundo, con sus correspondientes daños colaterales. “Al principio se dijo que había sido un cazador español y fue la excusa perfecta para atizarnos a todos. Cuando se supo que había sido un norteamericano, las piedras empezaron a tirarse sobre el tipo de caza y hasta qué punto es ético pagar para ir a otro país y cazar un león”, resume la polémica Mikel Barrios, portavoz de la Asociación para la defensa del cazador y del pescador vasco, Adecap. También José María Usarraga, presidente de la Federación vasca de caza, se ha sabido en el punto de mira por un hecho que considera “totalmente reprobable” y que nada tiene que ver, aclara, con el deporte que practican. “Nos indigna que se relacione esto con nosotros. Ese señor no es un cazador, es un delincuente”, asegura, en referencia al estadounidense que mató a Cecil.
Según ha trascendido, el famoso felino fue atraído con un cebo fuera del parque nacional de Hwange, donde está prohibida la caza, deslumbrado, herido con un flecha y rematado con un rifle tras cuarenta horas de agonía. “Eso ya no tiene ni nombre. La caza no tiene nada que ver con eso. Es una afición que requiere un esfuerzo, una forma física, una ética...”, defiende Usarraga.
El hombre que abatió al emblemático ejemplar, Walter J. Palmer, y que se ha visto obligado a cerrar su clínica por el aluvión de críticas recibidas, alega que desconocía que estuviese haciendo algo ilegal y culpa a los guías locales. Sin embargo, años atrás ya fue condenado por disparar a un oso negro en Wisconsin fuera de la zona autorizada. Zimbabue ya ha solicitado su extradición para juzgarlo en el país. Para el presidente de la Federación vasca de caza no cabe ninguna duda. “Él sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Cualquier persona sabe si está cometiendo un acto ilegal y los cazadores somos aún más restrictivos porque respetamos profundamente a los animales”, argumenta.
Por eso, le molesta sobremanera que se los relacione con este tipo de sucesos. “Al cien por cien no lo puedo decir, porque siempre hay algún delincuente, pero los cazadores no tenemos nada que ver con esa situación. La sociedad nos castiga siempre cuando hay cualquier cosa de este tipo y creo que estamos demostrando por activa y por pasiva que nuestra forma de cazar es ética y somos defensores de la naturaleza”, insiste Usarraga, a quien nunca le han solicitado información para participar en cacerías de este tipo. “No es habitual. Es una cosa esporádica de alguno que tiene algún capricho especial, pero le garantizo que si el que va es cazador, se atendrá a las situaciones de caza que se establezcan y sabrá siempre tener la máxima ética respecto a la caza que se practique”, recalca.
El portavoz de Adecap, asociación que apuesta por una “caza legal, sostenible y social, a la que todo el mundo tenga acceso”, se afana asimismo en marcar distancias con lo acontecido en Zimbabue. “Nuestra labor está centrada en la CAV y Navarra. Rechazamos de manera clara el furtivismo y creemos que, a pesar de que existan ovejas negras en el colectivo, las nuevas generaciones de cazadores cada vez son más responsables y respetuosas con el medio que les rodea” señala Barrios, quien admite que “la caza de leones en Zimbabue o Sudáfrica nos queda un poquito grande y un poquito lejos”. No obstante, siempre que se vaya a cazar en el extranjero, aconseja asegurarse de que se tiene toda la documentación en regla y de que todo lo que se vaya a hacer sea legal. “Si el animal se abate de manera legal en un sitio permitido con los métodos autorizados por la administración local, respetando unos cupos, luego ya el tema de la ética es muy complicado porque cada uno puede tener una perspectiva personal muy diferente. Yo puedo pensar que una manera de caza puede ser más ética que otra y otra persona puede pensar lo contrario o ser anticaza”, expone. De hecho, apunta, “desde los sectores más radicales se aprovechó esto para ir a muerte contra todo el colectivo y ahí ya daba igual que hubiera sido un león o una perdiz”.
Furtivos, “gente sin escrúpulos” A Carlos Mas, cazador y gerente de una empresa que organiza safaris, le parece una “estupidez” que Walter J. Palmer haya pagado 50.000 euros por abatir un león ilegalmente “cuando cazarlo de forma legal vale 12.000 euros, 14.000 si incluimos el viaje y el envío del trofeo”. “Es una estupidez por su parte y por parte del cazador profesional, porque si encima no tiene permiso, no podrá sacar el trofeo de Zimbabue, con lo cual se verá retratado”, manifiesta.
En contra de los argumentos que suelen esgrimir los detractores de esta práctica, Mas sostiene que “gracias a la caza legal, siguen existiendo las especies porque hoy en día lo que no vale dinero no se cuida”. Lo ilustra con el ejemplo de Kenia, donde “prohibieron la caza hace treinta años, cada vez tienen menos animales y están pidiendo ayuda a la comunidad internacional para luchar contra el furtivismo. Si esas safari areas las tuvieran alquiladas a cazadores profesionales serios, recibirían unos ingresos y encima ellos se encargarían de cuidar la población de animales”, explica y aporta otro ejemplo, esta vez con cifras. “Cazar un elefante viene a costar 30.000 euros, de los cuales el 80 o el 90% repercute sobre la población local. Con ese dinero tienen unos servicios que de otra forma no tendrían. Como las especies valen un dinero, la misma población local se cuida de que eso no se furtivee”. Por otra parte, aclara, “los animales se cazan cuando ya están en el ocaso de su vida” y se procura “abatirlos de forma que tengan la muerte lo más rápida e indolora posible”. En este sentido, cuestiona que la caza con arco sea más ética. “Hoy en día se está poniendo de moda porque parece que es más ética, ya que hay que acercarse más para disparar y eso da más oportunidades al animal. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que la caza con arco deja más animales heridos que la caza con rifle, así que podrá gustar más o menos, pero más ética no lo es en absoluto, al contrario”, subraya.
Puestos a buscar responsables de la caza ilegal, el gerente de Carlos Mas Safaris apunta que “el furtivismo es producto de gente sin escrúpulos, sean blancos o negros, y la mayoría de ocasiones, producto de que chinos y vietnamitas pagan por el cuerno de rinoceronte, los huesos de león o los colmillos de elefante más que lo que vale ese animal cazado legalmente. Y esos sí que no tienen ninguna clase de escrúpulos a la hora de adquirir productos de esos animales cazados ilegalmente”.
Aunque personalmente no le gusta la llamada caza enlatada, esto es, abatir piezas que han sido criadas en cautividad en un espacio acotado, Mas entiende que “hay un mercado, que es legal y que ayuda a conservar las especies porque cuantas más se cacen criadas en cautividad, menos se cazan silvestres, aunque cuando los animales silvestres no tienen ningún precio, lo que ocurre es que la población local, si tienen un problema con un león que se come a las vacas, lo envenenan porque a ellos no les reporta ningún beneficio porque no se puede cazar”.
Tras dibujar el perfil de sus clientes como un hombre profesional procedente de Sudamérica de entre 50 y 60 años, “porque en España la crisis lo ha mandado todo al garete y estamos arruinados”, este cazador y empresario destaca la importancia de contar con un buen asesoramiento a la hora de contratar un safari para practicar la caza internacional. “Lo que hay que hacer es contactar con la gente de un safari serio y en este mundo de la caza rápidamente se sabe quién es serio y quién no”, asegura. El cazador de Cecil puede ir tomando nota.
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