Bilbao - Dice el viceconsejero de Política Lingüística, Patxi Baztarrika, en una semana en la que se ha cuestionado el bajo nivel de aprobados en el examen del EGA, que el objetivo de una sociedad bilingüe no es que “todos los ciudadanos tengan un conocimiento del euskera propio de expertos, ni un título, sino que lo utilicen en el día a día”. Por eso, aboga por contextualizar esta prueba y abordar la mejora de sus resultados “con objetividad y sin dramatismos”.
¿Es el examen del EGA demasiado exigente, como algunos dicen?
-Con el EGA se acredita un nivel de competencia lingüística muy elevado, necesario para determinadas funciones académicas y profesionales muy avanzadas, como poder impartir materias en euskera en la universidad. Es evidente que el conjunto de la ciudadanía difícilmente puede aspirar a tener ese grado de conocimiento. Esa ecuación de conocimiento de euskera igual a tener el EGA es absolutamente errónea y perversa porque, en primer lugar, no es posible que todos los ciudadanos tengan el mismo nivel de competencia lingüística elevado y, por otra parte, tampoco es necesario que lo tengan para que se cumpla el verdadero objetivo, que es usar el euskera. Por tanto, no avanzar en el EGA no significa que no se avance en el conocimiento y uso del euskera. Son cosas diferentes.
El PSE-EE ha presentado una proposición no de ley para que se revise la prueba, dado el bajo nivel de aprobados. ¿Le parece oportuno?
-Es positivo que se ponga ese debate encima de la mesa, pero hay que abordarlo con cierta objetividad. Por ejemplo, no es cierto que el EGA esté teniendo una evolución crecientemente negativa, tal y como dijo la exconsejera de Educación. En concreto, en el año 2009 el EGA fue acreditado por el 26,21% de quienes realizaron la prueba. En los años 2010, 2011 y 2012, que coinciden con el periodo en el que Isabel Celaá fue consejera de Educación, el porcentaje de aprobados fue del 22,02%, el 22,16% y el 21,48%, respectivamente. En 2014 ha sido del 26,49%; es decir, se ha recuperado el porcentaje de 2009 mejorándolo y esto supone un aumento de cinco puntos respecto a 2012. Por tanto, siendo objetivos, no es correcto hablar de una evolución crecientemente negativa.
Aun así, solo aprueban el examen uno de cada cuatro aspirantes.
-El porcentaje de aprobados que hay en el EGA, aun dejando claro que se trata de un nivel de competencia de expertos y, por tanto, que no es generalizable para el conjunto de la sociedad, entiendo que debe ser mejorado y en esa tarea estamos. A mí no me gusta que exista ese porcentaje de aprobados en ningún título de euskera, aunque también hay que matizar esas informaciones. Cuando se habla de un 25 o 26% de aprobados en EGA estamos teniendo en cuenta la totalidad de los que se presentan, incluidos los que se presentan a la prueba preliminar, Atariko proba. Quienes aprueban la prueba preliminar son los que verdaderamente luego hacen el examen de EGA y de estos que verdaderamente hacen el examen de EGA, una vez superada la prueba preliminar, aprueban en torno al 50%. Esto también hay que tenerlo en cuenta.
¿De qué manera piensan intentar mejorar esos resultados?
-Nosotros estamos llevando a cabo algunas actuaciones desde Política Lingüística. Una de las características principales del nuevo currículum básico para la euskaldunización de adultos, que entrará en vigor este próximo curso, es precisamente que introduce la evaluación dentro del propio proceso de aprendizaje y esto, sin duda, va a ir teniendo su efecto positivo en el porcentaje de aprobados que se están dando en el EGA.
¿Tienen prevista alguna otra actuación en este sentido?
-La comisión de seguimiento y convalidación de los títulos de euskera, integrada por la viceconsejería de Política Lingüística, HABE, Educación, IVAP, Ertzaintza, Osakidetza y Justicia, es decir, todos los órganos que certifican algún título de euskera en la Administración, tiene previsto reunirse en septiembre para tratar otros asuntos de su incumbencia. La mejora del porcentaje de aprobados en los exámenes de EGA será un asunto que llevaré también a esa reunión para que sea analizado y abordado entre todos aquellos que tienen competencia en la emisión de certificaciones de euskera.
¿Por qué cree que se ha puesto en entredicho precisamente ahora esta prueba cuando su porcentaje de aprobados ha oscilado entre el 21 y el 26% en los últimos años?
-No lo sé. Esto lo tendría que contestar quien ha tomado la iniciativa de presentar esa proposición no de ley, que es el grupo socialista. Yo lo único que puedo decir es que el porcentaje de aprobados del EGA en 2009 era 26,21% y en 2010, que es el primer año del gobierno anterior, bajaron cuatro puntos. Desconozco qué medidas adoptó el Departamento de Educación de Isabel Celaá, siendo precisamente el Departamento de Educación quien expide los títulos de EGA, en ese periodo en el que estaba habiendo esa evolución negativa. Yo lo que sé es lo que nosotros estamos haciendo. Por ejemplo, con el nuevo currículum básico de euskaldunización de adultos se va a poner mucho más el acento en los aspectos comunicativos del usuario que en los aspectos filológicos o más estrictamente gramaticales, porque lo que perseguimos no es llenar los bolsillos de los estudiantes de títulos. Lo que buscamos son hablantes, personas que utilicen el euskera, unos mejor que otros. En este sentido se está produciendo una mejora permanente, pero nosotros no nos conformamos con lo que tenemos. Tenemos que mejorar más.
¿Puede influir en el bajo nivel de aprobados el hecho de que se presenten muchas personas que no están suficientemente preparadas solo para probar suerte?
-Cuando antes decía que hay que mirar el tema con cierta objetividad y tranquilidad es también porque no es un tema de blanco o negro. Esto tiene muchos ángulos y aspectos por los que hay que mirar y uno es el que estás apuntando ahora. El EGA equivale al nivel C1 del marco europeo de referencia de lenguas. Con 17 años uno ya puede hacer el examen de EGA. Yo estoy convencido de que muchísimas personas, si hicieran el examen del C1 en castellano con 17 años, tampoco lo superarían. El único filtro que existe es precisamente la prueba preliminar. Todo esto son factores a tener en cuenta, pero también es evidente que hay que tener una actitud de mejora sin caer en el dramatismo que uno puede interpretar de algunas manifestaciones. No hay razones para hacer esa lectura casi agonizante, pero eso no quiere decir que nos tengamos que conformar con los resultados que tenemos. Hay que mejorarlos, creemos que sabemos cómo hacerlo y en ello estamos. De hecho, los resultados del EGA entre 2012 y 2014 han mejorado en nada menos que cinco puntos. Por algo será.
A algunos les cuesta entender que alumnos que han estudiado siempre en modelo D no sean capaces de aprobar el examen del EGA.
-Eso son hipótesis que habría que verificar. Nosotros tenemos un decreto de exenciones de presentación de determinados títulos en función de la lengua de aprendizaje que se haya tenido en la educación obligatoria, en los bachilleres o en la universidad. En los bachilleres, cuando se han realizado en euskera, se entiende que no es necesario que acredite el nivel B2, no el EGA, no el C1, sino el B2. Eso es lo que dice el decreto de exenciones y ya está apuntando un poco de qué niveles de competencia lingüística podemos estar hablando a esas edades.
En ningún caso se plantean rebajar el nivel de exigencia del examen del EGA, sino mejorar el proceso de aprendizaje y reforzar la expresión oral ¿no?
-Aquí lo que tenemos que facilitar es que haya hablantes. Ese es nuestro objetivo. Con las pruebas ¿qué es lo que hay que hacer? Pues en este caso el proceso de aprendizaje tiene que estar muy pegado al aspecto comunicativo del uso de una lengua. Los propios sistemas de evaluación, en la medida en que queden absolutamente integrados dentro del propio proceso de aprendizaje, son mucho más eficientes y mejores.
Hay quien se refiere al examen del EGA como una ‘criba’, como una prueba que abre o cierra las puertas de la Administración, quien lo ve como un trámite para acceder o no a un determinado puesto.
-Eso pasa con todos los títulos de cualquier lengua y disciplina, pero para la viceconsejería de Política Lingüística el objetivo no es obtener un título de euskera, sino utilizar el euskera, y su aprendizaje en diferentes grados y niveles es un medio para ir cumpliéndolo progresivamente. Nuestro objetivo fundamental es que se respete realmente la opción lingüística de todos los ciudadanos, sea el euskera o el castellano. Para ello es necesario que todos los ciudadanos lleguemos al menos a entender las dos lenguas oficiales y en ese horizonte de trabajo, hacia una sociedad cada vez más bilingüe, hay diferente niveles de competencia lingüística y uno de ellos es el EGA. Otros niveles son inferiores al EGA, pero absolutamente suficientes para poder utilizar el euskera como una lengua de comunicación. Los títulos son necesarios para acreditar algún conocimiento para determinados puestos, pero no es bueno asociar el euskera exclusiva o principalmente a la obtención de un título.
Nadie cuestiona que se exijan títulos de inglés para cubrir determinados puestos, pero, sin embargo, cuando lo que se exige es una acreditación del nivel de euskera hay quien no lo ve con los mismos ojos.
-Según las investigaciones sociolingüísticas, la inmensa mayoría de la ciudadanía piensa que para acceder a determinados puestos en la administración lo normal es que se necesite conocer las dos lenguas oficiales y, para el resto, que se valore como mérito el conocimiento de ambas lenguas, es decir, del euskera, porque el conocimiento del castellano está garantizado y generalizado. Es conocido que hay también otras opiniones que cuestionan este tipo de cosas, pero ese es otro debate. Con independencia de ese debate, nosotros queremos mejorar los resultados que se tienen en la acreditación del EGA y de cualquier titulación del euskera, pero sin dramatismos y sin perder la objetividad.