mileyda Benancio tiene 19 años y está embarazada de siete meses. Es dominicana de nacimiento, pero hace unos días fue expulsada por el Ejército a la tierra de sus progenitores, Haití, un país que no había pisado jamás y en el que no tiene familia, propiedades ni amigos. Mileyda llegó con lo puesto y fue acogida en un refugio-escuela habilitado por sacerdotes jesuitas en la localidad haitiana de Fonds-Parisien, cerca de la frontera. “Mi padre y mi madre vivían ilegalmente en República Dominicana y no hicieron lo necesario para obtener mis documentos”, cuenta la joven.

Hace dos años, la Corte Constitucional dominicana dictaminó que los hijos de inmigrantes indocumentados nacidos en República Dominicana no tienen la nacionalidad al considerar que sus padres estaban en tránsito en el país, una polémica decisión retroactiva a 1929 que convirtió de la noche a la mañana en apátridas a decenas de miles de personas, principalmente hijos de haitianos como Mileyda. Hasta 2010, en el país regía el principio de la nacionalidad automática para todos los nacidos en suelo dominicano, pero una nueva Constitución estableció que la ciudadanía solo se garantizaba a los nacidos dentro del país siempre que al menos uno de sus padres fuera ya dominicano o residente legal.

Después, el Gobierno lanzó el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros para inmigrantes indocumentados que pudieran demostrar que residen en el país desde antes de 2011. El proceso, marcado por el caos y las irregularidades, concluyó el pasado 18 de junio. Desesperados, muchos haitianos hicieron colas de hasta 24 horas e incluso llegaron a registrarse disturbios que fueron sofocados con gases lacrimógenos por la Policía. Finalmente, lograron inscribirse 278.000 haitianos, de los 458.000 que el Gobierno dominicano calcula que residen en el país. Los otros 180.000 quedaron expuestos a ser deportados como Mileyda. “Cuando la inscripción comenzó me dieron una cantidad de citas en las oficinas, pero mi caso no avanzó”, se queja la joven. Tras meses de trámites, Mileyda no obtuvo los documentos que demostrarían que es dominicana y fue expulsada por el Ejército. “Estoy embarazada de siete meses y no sé dónde ir para dar a luz ni tengo nada para vestir a mi bebé”, se lamenta Mileyda.

Muchos inmigrantes denuncian también que el proceso ha estado plagado de irregularidades. “El jefe de la oficina me dijo que los papeles que me habían dado en la primera cita no servían, los rompió y me los tiró en la cara”, asegura Souverain Saint-Soi, de 35 años, residente también del refugio de Fonds-Parisien. Amnistía Internacional advierte de que República Dominicana carece de un procedimiento claro de expulsión, por lo que el riesgo de que se comentan arbitrariedades y nuevas violaciones de Derechos Humanos es enorme. De hecho, según organizaciones de derechos humanos, en las últimas semanas, se han llevado a cabo expulsiones de haitianos con documentación.

El pasado miércoles, el director de Human Rights Watch para América, José Miguel Vivanco, advirtió de que “miles de ciudadanos continúan en un limbo legal sin la posibilidad de ejercer sus derechos más básicos como registrar a sus hijos, inscribirlos en un colegio o viajar por el país por temor a ser expulsados”. Vivanco denunció, asimismo, que “República Dominicana está denegando a miles de ciudadanos su derecho a la nacionalidad, y, pese a mensajes contradictorios, está deteniendo a este grupo de personas y expulsándolas por la frontera”.

Repatriaciones Tras la finalización del plazo de inscripciones, el 18 de junio comenzó la segunda fase del plan: el inicio de los operativos de repatriaciones. El Gobierno ha asegurado que no habrá expulsiones masivas, sino que se tratará de un proceso lento y gradual. Asimismo, la Dirección General de Migración anunció que el Gobierno ofrecerá hasta el 6 de julio transporte terrestre y seguridad a aquellas personas que decidan regresar a Haití voluntariamente. “A los extranjeros que se acojan a este Plan de Retorno Voluntario no se le aplicarán las sanciones administrativas establecidas en el reglamento de aplicación de la Ley general de Migración, lo que significa que podrán eventualmente regresar a la República Dominicana siempre que agoten los procedimientos establecidos”, explicó el Gobierno en una página publicada en todos los medios impresos del país. A partir de entonces podrían comenzar las deportaciones, advirtió el jueves el Gobierno. La prensa dominicana ha informado estos días de la congestión que ha causado en varios puntos fronterizos la afluencia de haitianos que regresaban a su país tras la finalización del plan de regularizaciones.

Según cifras oficiales, hasta el pasado lunes, 25.517 personas cruzaron de forma voluntaria la frontera hacia Haití. Al respecto, el primer ministro del país más pobre de América Latina, Evans Paul, advirtió de que la política migratoria dominicana está creando una situación de crisis humanitaria en su país. Mientras, en República Dominicana son muchos los que se han quedado con la angustia en el cuerpo. Es el caso de Maritza, una joven madre de 23 años residente en la región de El Seibo. Su historia la narra Amnistía Internacional. Mari-tza no es inmigrante. Nació en República Dominicana, de madre haitiana y padre dominicano. Sin embargo, nunca ha tenido acceso a documento de identidad del país. Sin poder probar su procedencia, Maritza es tan vulnerable como los demás.

La angustia invade estos días a la comunidad haitiana de República Dominicana por el miedo a las redadas en sus barrios de residencia. Los haitianos representan el 87% de la población inmigrante del país vecino. Muchos de ellos abandonaron su país de origen hace décadas; otros más recientemente. Pero la mayoría huía de la pobreza extrema. El Gobierno haitiano de Michel Martelly se ha mostrado abierto a recibir a los hijos del país, en relación a los inmigrantes que un día partieron de allí en busca de un futuro mejor, pero no ha tenido las mismas palabras para aquellos nacidos en República Dominicana que están siendo expulsados a su país. El Gobierno de Martelly no está dispuesto a concederles la nacionalidad.