Las inundaciones de 1983 fueron un punto y aparte en la historia reciente de Euskadi. Los 600 litros por metro cuadrado caídos en un día -cuando las precipitaciones normales rondan los 125 litros en un mes-, además de las muertes y los estropicios que provocaron en más de un centenar de localidades vascas, removieron las conciencias de la clase política que vio la necesidad de crear una agencia meteorológica propia que proporcionara una información más cercana y, sobre todo en tiempo real con el objetivo de predecir sí, pero sobre todo de prevenir este tipo de fenómenos meteorológico adversos y minimizar su impacto en la población.

Aquel inolvidable episodio (unas cuarenta personas perdieron la vida y el gasto por los daños ocasionados superó los mil millones de euros) puso sobre la mesa la necesidad de empezar a trabajar en cómo desarrollar la competencia exclusiva en materia meteorológica recogida en el Estatuto de Gernika. Entre los años 1987 y 1989 el Gobierno Vasco empezó con los estudios para tratar de clarificar la situación de la que se partía; en esos informes se concibió la urgencia de tejer una red de estaciones meteorológicas automáticas conectadas en tiempo real. En la actualidad, Euskalmet tiene más de un centenar (108) de estaciones hidro-meteorológicas repartidas por toda la geografía vasca que ofrecen información puntual cada diez minutos.

La principal función de esta red es conocer en cada momento qué está ocurriendo y así, vigilar y advertir a la población, empresas y administraciones de la posible llegada de fenómenos adversos relacionados con la lluvia, la nieve, el calor, o el viento. Y es que, todas esas lecciones que la climatología ha ido impartiendo a diestro y siniestro en los últimos veinticinco años, lejos de echar por tierra aquel sueño de crear país, también en lo meteorológico, han estimulado las ganas de aprender y de saber comportarse y de responder ante esos fenómenos, extremos en algunos casos.

La evolución Ejemplos, muchos. El propio José Antonio Aranda (responsable técnico de Euskalmet y embarcado en esta aventura desde 1987) los recordaba. La ola de calor de 2003 sirvió para enriquecer las recomendaciones a la ciudadanía con consejos para personas que trabajan al aire libre, deportistas y gente de edad avanzada; de las animosas nevadas del invierno de 2004 nacieron avisos más precisos sobre la cota de nieve; tras las ciclogénesis explosivas de 2009 y 2010 se estableció el nuevo sistema de comunicación por colores a la ciudadanía; y los temporales que el año pasado azotaron la costa vasca han proporcionado datos suficientes para mejorar ese sistema de avisos con uno nuevo sobre impacto en costa.

Y es que, como enfatizaba Aranda, “si por algo se distingue Euskalmet del resto de agencias meteorológicas es por su estrecha relación con las emergencias”. Creada en 1990 -en junio- la Agencia Vasca de Meteorología no ha dejado de progresar en sus funciones y ha dado un salto cualitativo ya que ha pasado de recoger y transmitir información meteorológica a convertirse en un sistema de vigilancia y predicción durante las 24 horas, los 365 días del año. En 2005, Euskalmet se situó en primera línea meteorológica gracias a la puesta en marcha del radar de Kapildui (en Araba) que localiza las precipitaciones en un radio de 300 kilómetros en torno a la CAV así como su intensidad, evolución y trayectoria determinando a su vez, la naturaleza de las mismas. Es decir, si se trata de lluvia, granizo o nieve, característica que le convierte en un equipamiento único en su género en el Estado español.

Una red única “Tampoco -agregaba Aranda- podemos olvidar que junto a AZTI-Tecnalia hemos desarrollado la red océano-meteorológica, pionera en Europa” que permite conocer los cambios que tienen lugar en el medio marino, así como los distintos procesos que afectan a los recursos del mar. Punta Lucero, Mutriku y Pasaia son en la actualidad los puntos neurálgicos de esta telaraña esencial para planificar de un modo adecuado las actividades propias de las zonas costeras y marinas, ya sea desde el punto de vista económico o el del ocio. La red también integra dos boyas fondeadas en profundidades superiores a los 500 metros, situadas a 16 millas de distancia de cabo Matxitxako y a 17 millas de la costa donostiarra que aportan datos meteorológicos y sobre todo corrientes, oleaje, temperaturas y salinidad de la columna de agua.

Además Euskalmet dispone de dos radares de alta frecuencia que miden las corrientes superficiales desde la costa hasta unos 150 kilómetros de distancia estando localizadas las antenas de este sistema instaladas en Matxitxako y en el cabo Higer. Este sistema cubre un área de unos 10.000 kilómetros cuadrados. Desde 2001 -fecha en que fue activada la primera de estas plataformas en Pasaia- hasta la actualidad, la red océano-meteorológica ha registrado una veintena de galernas. Además, toda la información recogida y analizada por AZTI-Tecnalia ha permitido, por ejemplo, diseñar una campaña de seguimiento de medusas en la costa vasca, pionera también en el Estado español. En definitiva, como enfatizaba el responsable técnico de Euskalmet, la evolución de Euskalmet en este cuarto siglo de andadura “ha sido espectacular”.